martes, 22 de enero de 2013


PRIMERA PROMOCIÓN DE PROFESORES DE EGB

Era el año 1974 y tras una sequía de varios años sin oposiciones al Cuerpo de Maestros de Primera Enseñanza, se convocaron por fin, y concurrimos a riadas para -creo recordar- la extraordinaria cifra de 10.000 vacantes.
Ochenta y nueve conseguimos plaza en Badajoz. Y estamos ahí, en esa fotografía circular (rectangular para los miembros del Tribunal calificador), con nuestros veinte y pocos años casi todos. Algunos con el pelado proveniente aún del Servicio Militar Obligatorio y muchos con el “pelo de la dehesa”. Maestros hechos en nuestros pueblos azotados por la emigración, de la que muchos provenían, con la esperanza de un regreso funcionarial, seguro. Maestros convertidos en Profesores de Educación General Básica por la Ley General de Educación de 1970, realmente innovadora, tímidamente aperturista, participativa, liberal y prudentemente liberadora.
Como muchos teníamos algunos servicios ya prestados en la enseñanza privada o de maestros interinos, ahora ya cumplimos de sobra los cuarenta años de batallar en las Escuelas o en Institutos de Enseñanza Secundaria (también Universidad), a donde algunos pasamos a medio curriculum profesional.
Ahora, gran número de aquellos jóvenes hemos ido iniciando la retirada de las aulas. De la tiza… y los ordenadores. Del griterío y los sofocos. De la satisfacción de una labor a veces bien aprovechada por los que nos suceden. Por los que ahora batallan en medio de la crisis terrorífica… que nosotros, los que nos iniciamos en aquellos años 72/73/74 del pasado siglo, también conocimos.
La historia parece repetirse. Aquellos años duros, que a tantos dejó en la cuneta, a veces en la marginalidad, y unas salidas ya cerradas a la emigración, son nueva seña de identidad. Y lo más difícil le toca a nuestros últimos alumnos, que han de levantar nuevas banderas, y no contra una decrépita dictadura local como a nosotros nos tocó, sino contra una decadente democracia occidental. No sé quién lo tiene peor. Pero, como se decía en el Portugal de la Revolução dos Cravos (popularizado por los descolonizadores mozambiqueños): “A luta continua”. La lucha continúa, como la vida misma, que a nosotros nos toca vivir ahora desde la retaguardia, pero -¡en forma alguna!- retirados por completo.
Moisés Cayetano Rosado

viernes, 18 de enero de 2013


OPINIÓN. Periódico hoy

MOISÉS CAYETANO
El español (Gobierno central, autonómicos, locales…) es un ejemplo de vanguardia en copiar la fórmula de la compañía de bajo coste, sentándose en los primeros bancos de la misma escuela los demás mediterráneos: Portugal, Grecia e Italia
Al viajar en la compañía de “vuelos baratos” Ryanair he terminado de comprender lo que significa ahorrar gastos a toda costa, para -obteniendo jugosos beneficios el promotor- ofrecer unos servicios casi al filo de lo imposible.
Escaso personal de tierra para facturación y embarque; azafatas y azafatos que cuando vas entrando en el avión se apresuran por terminar de limpiar mínimamente ellos mismos el interior; asientos aptos únicamente para los que se someten a rigurosas dietas de adelgazamiento; falta de asignación de lugares; necesidad de colocar el equipaje de mano en cualquier parte al no disponer de mínimo espacio; nada de folletos explicativos de seguridad (sino pegatinas en los respaldos); continuo machaqueo durante el vuelo de publicidades de compra para cualquier tipo de producto comestible, bebible, de recuerdos, etc., con los molestos carritos de por medio, impidiendo moverse a los pasajeros; horarios siempre “aproximados”… Por no hablar de la casuística de los aterrizajes de emergencia debido a lo justo del combustible almacenado, que no puede abordar esperas en el aire por saturaciones, niebla, etc.
Un sinfín de detalles que dan al traste con lo que “antes” era la bandera de los viajes aéreos: seguridad, comodidad, prestaciones de bienestar, amabilidad.
Pues ese modelo chapucero, que “arrebaña” por todos lados y que además no es tan asequible para los bolsillos como en un principio se espera (siempre hay desembolsos complementarios no bien aclarados), está siendo fielmente copiados por un buen número de estados, a resultas de la crisis económica en que estamos empantanados.
El español (gobierno central, autonómicos, locales…) es un ejemplo de vanguardia en copiar la fórmula de la compañía de bajo coste, sentándose en los primeros bancos de la misma escuela los demás mediterráneos: Portugal, Grecia e Italia. El Fondo Monetario Internacional, la propia Unión Europea, nos han entregado los apuntes de la aerolínea irlandesa y estamos dispuestos a sacar nota en el examen: drástica congelación del empleo público; recortes en sanidad, educación, fuerzas de seguridad, prestaciones por desempleo y pensiones de jubilación; menos montantes salariales, más horas de trabajo, prolongación de la edad de retiro laboral, flexibilidad holgada en los despidos con ridículas indemnizaciones, así como penalización por bajas de enfermedad… y un largo etcétera que se irá haciendo más largo cada vez, como ocurre con la cola del paro.
O sea, la fórmula Ryanair: política de ahorro a base de tensar la cuerda por el lado de los trabajadores y recortar servicios generales, que en nuestra sociedad llamábamos “Estado del Bienestar”. Lo cual no obsta para que la cuenta de resultados de los que están en la cúspide “del invento” se vaya abultando al ritmo que lanzan sus medidas: nunca hay más formación de grandes fortunas -minoritarias, concentradas- que en las épocas de crisis.
Lo que avanzamos en línea ascendente tras la Segunda Guerra Mundial (con aviones más cómodos y seguros, de mayores prestaciones; con estados más protectores, avalando la sanidad-educación-seguridad-bienestar), se nos está viniendo a pique en los últimos años.
Como se siga apretando y arriesgando más, como se le consienta continuar por el camino emprendido, algún día Ryanair tendrá una tragedia ya más que advertida. Nuestros estados -orgullosos en su día de los “avances irreversibles”-, por su parte, quedarán reducidos a meras maquinarias ejecutoras de los intereses dictados desde la gran Banca internacional, grandes “jugadores” de la Bolsa y especuladores en general: otra tragedia que se cobra cada día víctimas, en medio de la impotencia, el desamparo, de una cada vez más nutrida mayoría.

martes, 15 de enero de 2013

En la Plaza de Djemaa El Fna (Marrakech)
DE LA COSTA A LA MONTAÑA, DESDE MARRAKECH

Por Moisés Cayetano Rosado

MARRAKECH.
Marrakech posee, en su Medina (que la UNESCO calificó como Patrimonio Mundial en 1985), multitud de zocos donde es posible comprar, oler, sentir y ver de todo lo imaginable e inimaginable. En ellos, el tiempo no existe; ni el mal humor, si no es el importado por el visitante o provocado por el turista empeñado en indiscretas fotografías; tampoco se conoce la exactitud en precios, sometidos a un amigable y hasta agradecido regateo.
Se desparraman alrededor de la Plaza de Djemaa El Fna (Obra Maestra del Patrimonio Oral, Inmaterial e Intangible de la Humanidad desde 2001, llena de magia y multitudes a cualquier hora), ocupando un amplio espacio al norte de la misma, con una trama de calles, callejas, callejuelas, corralas, pasadizos, adarves, becos… formando un dédalo endiablado, donde se hace casi necesario ir dejando el hilo de Ariadna para no perderse y poder regresar al punto de partida.
Puesto de aceitunas en un zoco de Marrakech
Olores, colores, sabores, presencias de todo tipo en personas y productos, forman un todo amalgamado, que hay que vivirlo con pasión, tranquilidad y disposición a cualquier sorpresa, siempre controlada y apacible.
Pero en este aparente caos el orden prima: en la colocación de los productos, en la especialidad por calles y sectores, en la disposición de vendedores, proveedores, afanados artesanos…
Son de admirar sus palacios, siendo el Palais de la Bahía una joya del siglo XIX fuera de lo común. O las Tumbas Saädiens, del siglo XVI, pero “ocultas” hasta principios del XX. O las innumerables mezquitas, entre las que sobresale La Koutoubia, del siglo XII, cuyo minarete almohade de 77 metros tanto recuerda a la Giralda de Sevilla. O sus murallas de adobe rojo, del mismo siglo, con 17 kilómetros de longitud, entre 8 y 10 metros de altura y un espesor de 1,60 a 2 metros. O sus espléndidos jardines…
Aún así, yo me quedo con el palpitar del gentío de esa mítica Plaza y de los zocos, su música, sus cantos, su intenso vocerío, su ajetreo.
Por otra parte, Marrakech es punto de partida para escapadas tentadoras.

ESSAOUIRA.
A 180 kilómetros al oeste se encuentra la Ciudad-fortaleza de Essaouira, cuya Medina también fue clasificada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2001.
Por el camino, llegando a esta ciudad costera, contemplamos a un lado y otro extensos campos de argán, que también llevó a la UNESCO a otorgarle la apreciada calificación de Reserva de la Biosfera Arganeraie, en 1998. Este árbol, endémico de los semidesiertos calcáreos, posee un fruto de piel espesa y amarga que envuelve a una almendra, cuyo aceite es muy apreciado por sus valores alimenticios y cosméticos; jabones, cremas, lociones… cuidan la piel, el cabello, regulan el colesterol, reduce la hipertensión… y dan trabajo a buen número de mujeres agrupadas en cooperativas, que desarrollan un trabajo artesanal que no difiere mucho del realizado en la Edad Media, ni siquiera al modelo neolítico.
Cabras en un argán

La fortificación de Essaouira, del siglo XVIII, sustituyó y amplió la inicial de 1507, construida por los portugueses en su ocupación de la ciudad. Curiosamente, los cañones defensivos son de fabricación holandesa y española.
Dentro está su extraordinaria Medina medieval, llena de calles laberínticas, plazoletas, mercados, baños, hotelitos, restaurantes donde comer a precios moderados el magnífico pescado de su puerto, el más importante de Marruecos, por la cantidad, variedad y calidad de las capturas.
Entrada a la Medina de Essaouira
Este puerto es un lugar privilegiado. Delicioso para los amantes del pescado de todo tipo, mariscos de todos los tamaños... ¡Y qué vistas desde allí a la ciudad y al mar, con las bandadas de gaviotas siempre planeando! Al lado, una playa inmensa siempre frecuentada por nativos y turistas, de arena fina y aire reparador para los calores del verano, que aquí bajan 10 grados con respecto al interior.
Fortaleza de Essaouira. Inicial construcción portuguesa. Cañones holandeses y españoles.

VALLE DE OURIKA.
Alto Atlas
Hacia el sur de Marrakech se extiende la inmensa cordillera del Alto Atlas. Lo tentador es atravesarla para acceder al otro lado de estos picos que sobrepasan los 4.000 metros de altura, y llegar hasta Ouarzazate, a la orilla del desierto; visitar en las cercanías las magníficas kasbahs (ciudades-fortalezas, que servían de amparo a los caravaneros). Pero eso implicaría -para saborearlo a placer- hacer noche en la zona, lo que es, sin duda, una opción tentadora.
Pueblo en el Alto Atlas
Pero si se desea regresar el mismo día, mejor decidirse por las faldas del Alto Atlas en su vertiente norte. Y así, tenemos el Valle de Ourika, a unos 100 kilómetros de Marrakech, al sureste.
Cascada en el Valle de Ourika
Está cortado por el río del mismo nombre, que forma extraordinarias cascadas en un terreno fuertemente erosionado, con buen número de fósiles terciarios, que incluso vemos en las fracturas del terreno, especialmente en las raíces petrificadas que retienen la tierra en los cortes verticales de la misma.
Las cascadas son impresionantes, pudiendo acercarnos a las mismas en barcas dispuestas para ello en la laguna que abajo se forma. Y es posible comer casi al borde de las mismas en deliciosos restaurantes donde te ofrecen harira, cuscús,  tajines y brochetas de cordero, té verde y dulces de almendra, sésamo y miel, a precios que no son los acostumbrados “abusos de turistas” de otras latitudes.
En el camino, numerosos pueblos ofrecen el atractivo de sus construcciones a la vera de la carretera, llenos de tiendas para todo, almacenes, talleres, gente en la calle, niños en las cercanías siempre jugando al fútbol. Y es posible toparse con un mercadillo abierto en alguno, pues se suele disponer cada día de la semana en uno diferente. Allí, la compra-venta es apabullante: todo tipo de productos artesanales, hortícolas; ovejas y gallinas vivas que te preparan al instante, limpiándolas y despiezándolas a demanda; multitud de burros donde acarrean los productos para vender y los que se han comprado; zonas para comer lo que se adquiere; música, griterío.
Mercadillo en el Valle de Ourika

Una oferta, en fin, extraordinaria, combinando ciudad tumultuosa con pueblos apacibles; costa con montaña; zocos abigarrados con valles donde la simpatía bereber está presente a cada paso. ¡Ah!, cuidado, no llevar naranjas por los senderos del valle de las cascadas: los monos que habitan por los árboles de este territorio son especialmente propensos a subírsenos encima para hacerse con alguna.

viernes, 11 de enero de 2013


ROPA LIMPIA Y MACETAS
Rua das Beatas. Elvas.


Cheira a roupa limpa.
A detergente. A suavizante.
A Rúa das Beatas de Elvas.
O a Rúa Direita de Terena, o ruelinhas de Castelo de Vide.
O cualquiera del Casco Histórico de nuestros núcleos encumbrados.
Alburquerque, Valencia de Alcántara, Campo Maior, Marvão…
¡Tantos pequeños pueblos de nuestra geografía alentejana y extremeña!
Ruelinha de Castelo de Vide.

Una humilde nota de verdor en sus macetas al borde de las fachadas de las casas.
Una fragancia en el aire pausado de la tarde.
Un silencio tranquilo, relajado.
Un brillo en su adoquinado, en su empedrado, levemente mojado por la lluvia.
¡Cheira bem, cheira a Casco Histórico, medieval, eterno!
A lento transcurrir.

Recio granito en las ojivas de las puertas.
Encalado a duras penas sostenido.
Soledad donde hubo antiguo griterío.

Roupa limpa e macetas.
Testigos de una vida que late todavía.
Rua direita. Terena.


Moisés Cayetano Rosado

martes, 8 de enero de 2013


LLAMADA A LA ORACIÓN EN LA PLAZA DE DJEMAA EL FNA DE MARRAKECH

Moisés Cayetano Rosado
En el bullicio del mediodía, escuchamos la llamada a la oración desde las mezquitas de la Plaza de Djemaa El Fna, en Marrakech. Plaza calificada por la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad (2001) y Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad (2008).
Desde la mañana a la noche todo es latir de vida, ilusiones, ilusionismos; nativos y turistas. Misterio y sueño. Luces, colores. Lucha y sonrisas. Penalidades y alegrías... Oír allí el canto del almuecín, mezclados los reclamos que vienen desde la próxima y gran Mezquita Kutubia con el de las otras menores de la misma plaza, resulta sobrecogedor.
Lo aconsejable es asistir a cada momento de las llamadas. De las cinco del día, porque cada una ofrece un panorama diferente de esta plaza donde se van dando cita los más variados personajes.
En la mañana temprano casi todo es vacío, tranquilidad, preparación para lo que enseguida se avecina. Ir y venir de proveedores con sus carros de mano, o tirados por burros, mulas, y también a motor; de furgonetas que recogen turistas en las cercanías, para visitas interiores y salidas a los hermosos pueblos, valles, costas, montañas a medio recorrido.

Ya aproximándose el mediodía trompetean los encantadores de serpientes; deambulan los aguadores; se instalan las mujeres que ofrecen realizar tatuajes con henna bellísimos para las manos y las piernas; asientan sus mercancías los vendedores de todo lo vendible; abren los puestos de frutas frescas armoniosamente colocadas en torres coloridas, de dátiles, higos, dulces de miel, almendra y sésamo… Se forman los primeros corros, se gritan todo tipo de mensajes por los predicadores callejeros, por los adivinadores del porvenir. Cantan los ciegos. Nos sonríen vendedores políglotas desde los puestos de los alrededores, que dan paso al gran zoco desparramado por innumerables callejuelas…
Comemos en los múltiples restaurantes de los alrededores la deliciosa harira, los cuscús humeantes, los tajines de patatas y carne de cordero, las brochetas bien condimentadas… Tomamos el té con hierbabuena, caliente, humeante. Y mientras, la voz del almuecín de nuevo. Y los contorsionistas increíbles que se suman al gentío. Vendedores de todo tipo de lociones, de pociones, de remedios más que milagrosos, acreditados por cartelones de fotos a colores que prueban la veracidad de sus remedios salvadores.

Por la tarde, la llamada se mezcla aún con más gentío, con mayor vocerío, con más virtuosismo en los músicos que forman nutridos corros a su alrededor. Con el humo vertical que sale de los puestos de comidas que se levantan en el corazón de la explanada y donde los camareros te ofrecen “lo mejor y más barato” en sus puestos de largas mesas corridas. Danzarines. Echadores de suerte. Paseantes en bicicleta, en motos, sorteando a peatones con una habilidad circense. Apenas ya se cabe en el recinto tan extenso.
Y en la noche, la última llamada de oración nos cogerá con el mismo bullicio, con todo el gentío aún deseoso de participar en el enorme griterío, en el milagro de las pócimas, en el ritmo de los guembris, rabeles, dulzainas, qraqeb, tam tam…, asistiendo al cierre de tiendas en los alrededores, al último bocado en los tenderetes, a la compra final, al intercambio de mensajes y consejos, de saludos y buenos deseos para ir preparando un nuevo día.

Renovación continua en una plaza detenida en el tiempo, que engancha, invita a repetir. Voz de almuédano que sobrecoge, bronca y firme; no con la suavidad de terciopelo de las mezquitas de ensueño de Estambul, que este verano me extasiaron una vez más, sino con la reciedumbre del bereber sufrido que puebla estos espacios (¡a cuál más seductora!).
Espacios que desde Marrakech se ofrecen al Mundo como un regalo de valor incalculable e intangible. Como el justo Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad que es.

lunes, 7 de enero de 2013


CINE LATINOAMERICANO
Por Moisés Cayetano Rosado
Me gusta especialmente el cine japonés, tan elegante, pausado, expresionista en los personajes e impresionista en los paisajes. Desde El intendente Sansho (1954), la mítica película de Kenji Mizoguchi, al Hara-Kari. Muerte de un samurái (2011), de Takashi Miike, he ido saboreando el “tempo lento” del cine nipón, donde cualquier detalle es cuidado en extremo.
Igual me pasa con el de Próximo y Oriente Medio. Los limoneros  (2008), con el enfrentamiento palestino-israelí de fondo, o las iraníes Buda explotó por vergüenza (2007) o El caballo de dos piernas (2008), donde un mundo de miserias, incomprensiones y desvalimientos son tratados con una sensibilidad que emociona.
Cualquiera de ellas podemos verla sin problemas conectándonos a YouTube, lo que es una tentación, porque “enganchan”, y la oferta es extraordinaria.
Pero en estos días, estoy “entregado” al cine del “otro lado del charco”, en concreto al Latinoamericano. Esa zona de donde proceden los más indignos culebrones por entregas que diversas cadenas de televisión ofrecen en seriales interminables. Mas de donde nos llega una producción cinematográfica variada, riquísima, entre la que me he decantado por el “cine de compromiso”, que llamamos también testimonial o social.
Dejo una relación de películas, de los últimos años, descargadas en YouTube, al alcance de todos, entre las muchas que podría señalar, y que merecen ver o volver a ellas. Abrevio sin mencionar director, actores, etc. por ser información accesible sin problemas por internet, como las mencionadas más atrás:
Así, empezando por la más antigua, he visto un duro alegato contra los abusos de poder político-militar sobre la población indefensa, la peruana La boca del lobo (1988), cruda y aleccionadora, magnífica en su “tiempo pausado”.
Luego, La vendedora de rosas (1998), colombiana, que nos recuerda a las españolas “Perros callejeros” (1977) o “Deprisa, deprisa” (1981), con ese submundo delicuencial, marginal, de drogas, violencia y falta de salidas para preadolescentes y jóvenes de suburbios miserables. También con personajes y actuaciones de la vida real, tan real como que algunos terminaron su existencia asesinados durante el propio rodaje, o alguna quitando fríamente la vida a otra persona. Impresionan los retratos psicológicos de unos jóvenes a los que no les queda un mínimo asidero por el que vivir.
En el mismo sentido va Cidade de Deus, film brasileño de 2002, donde la supervivencia difícil en las favelas de Río tiene una amplia base real, desgarradora.
El tigre de Santa Julia, mexicana, también de 2002, encuadrada en la épica popular, me ofreció una tregua en medio de la tragedia de los adolescentes callejeros: el “justicialismo” personal y grupal, tipo de la española “José María El Tempranillo” (1964), ofrece una oportunidad “heroica” a los más desfavorecidos.
Pero con la argentina Memoria del saqueo (2004) vuelvo a la temática de la peruana mencionada antes, esta vez más globalizada la represión sobre el pueblo desde los poderes gubernamentales, con una tensión dramática en modelo documental, apabulladora. En Argentina se está produciendo un cine extraordinario.
De 2005 es la venezolana -coproducción con España- Maroa, nuevamente enclavada en el suburbio y los sueños adolescentes por buscar un mundo mejor, saliendo de la miseria y la desesperanza generalizada.
La hamaca paraguaya (2006), del país de donde lleva el nombre, me trajo al recuerdo la versión cinematográfica de “El coronel no tiene quien le escriba” (1999). Pero con más lentitud en la filmación, planos fijos, largos, y con tanta riqueza literaria en los monólogos y escuetos diálogos del matrimonio anciano protagonista, que esperan la vuelta imposible de su hijo muerto en la guerra del Chaco, entre Paraguay y Bolivia. ¡Cuánto desvalimiento y cuanta dulzura en los protagonistas!
Del mismo año vi Qué tan lejos (2006), hermoso y nostálgico recorrido por Ecuador, donde el amor juvenil frustrado se entremezcla con la problemática de la subsistencia en un país complejo y hermoso.
De 2007 es El baño del Papa, producción uruguaya, entre la comedia y el drama. Comedia por las situaciones y drama por el desenlace previsible, llena de colorido, dinamismo, y con una capacidad extraordinaria paras denunciarnos las dificultades de la sobrevivencia en la gente sencilla, con rasgos de humor y distensión.
La vida de los peces, chilena, de 2010, trata del desarraigo de la emigración, la dificultad del regreso, la imposibilidad de retomar amistades dejadas, el desencuentro con nuestro propio pasado. Largometraje intimista en medio de una producción nacional muy marcada por la dictadura de Pinochet.
La Yuma, nicaragüense, igualmente de 2010, trata el tema de la lucha por la vida, del batallar por salir de la miseria del suburbio, esta vez a base de “golpes de boxeo”, con una protagonista que ha de cargar con sus problemas y los de sus familiares, en medio de la violencia del entorno familiar y social.
Por último, reseño Habanastation, cubana de 2011, donde nos presentan el tema de las desigualdades sociales manifestadas en dos críos (de suburbio deprimente uno y de barrio acomodado otro), que van descubriendo así los fallos de una Revolución que no logró la igualdad proclamada, aunque recurriendo a veces a maniqueísmos excesivos y presentación de situaciones contradictorias no bien elaboradas, cayendo en tópicos facilones.
En fin, toda una riqueza cinematográfica de la que he pretendido presentar una pequeña y telegráfica muestra, donde hay un poco de todo, dentro del buen cine y de unas temáticas variadas, con contenido humano para recapacitar.

viernes, 4 de enero de 2013

VISIÓN EN MARRAKECH
En una entrada de la Plaza de Djemaa El Fna, Marrakech.
Moisés Cayetano Rosado
          Hablaremos reposadamente de Marrakech y sus alrededores, desde donde escribo estas líneas. Ciudad de Medina extraordinaria, Patrimonio de la Humanidad, con sus murallas de barro rojo; sus palacios, cuyo encanto nos recuerda a los de Granada  o los Reales Alcázares de Sevilla, así como sus numerosas torres de mezquitas a la Giralda de ésta última; sus zocos interminables; el caserío laberíntico del corazón urbano, el secretos de sus tumbas imperiales...

          Esa Plaza de Djemaa El Fna, Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, donde se mezclan olores, sabores, cantos, música, gritos, movimiento de todo tipo; encantadores de serpientes, aguadores, saltimbanquis, tatuadoras, pedigüeños; tiendas, tenderetes, puestos de comidas, bebidas, regalos variopintos; multitudes paradas, caminantes, peatones, motociclistas, motoristas, conductores de carros tirados por caballos, por burros...

          Tampoco está demás realizar una visita a sus barrios extramuros. La parte europea de Gueliz; la zona residencial de Hivernage. El conjunto impresionante de palmeras, extensiones enormes de frondosos olivos, que abrazan la ciudad.

          Toda una mezcolanza de occidentalismo y tradición musulmana y bereber en convivencia armónica, adobada por un caos circulatorio que se autorregula como por mano invisible y milagrosa. Serpenteando las motocicletas (eso sí, bastante silenciosas) entre los coches, autobuses, peatones... con un ritmo frenético que a nadie detiene, vaya sobre ruedas o a pie. Y una presencia humana permanente en las calles, alegre, respetuosa y vitalista, que invita a la salida noche y día, mantenida en actividad por el impulso de sus tiendas multicolores, frutales, humeantes de asados y cocidos, donde el borrego, el pollo y la ternera son los reyes sacrificados a nuestro apetito.

          Visita recomendable para todos, con una oportunidad magnífica para acercarse un día a la Cordillera del Atlas, grandiosa, nevada en sus alturas de más de 4.000 metros, con pueblos bereberes que apenas se destacan de la tierra rojiza donde se ubican sus muros de igual color. U otra escapada a la costa, a la ciudad de Essaouira, también Patrimonio de la Humanidad, cuya fortaleza la edificaron los portugueses durante su ocupación.

          Todo un lujo al alcance de la mano. Ni lejos ni caro. Turístico, pero sin abuso para el bolsillo del viajero.