LA NUEVA TEMPORADA DE CINE
A
punto de comenzar la nueva temporada de cine, me vienen tres imágenes a la
memoria: el anuncio de “Cinema Paradiso”, esa película de la infancia, el
tiempo que se va y no volverá nunca en su inocencia dulce e infinita; las salas
de las Ramblas de Barcelona, donde hace cuatro décadas veía sesiones dobles de
películas “de miedo” entre la noche y madrugada, y esas otras salas tan cutres
y abarrotadas como las anteriores de los barrios periféricos de Las Palmas de
Gran Canaria, donde combatía el tedio de los fines de semana cuando hacía el
servicio militar obligatorio, tragándome también sesiones dobles de vaqueros y
paquetes de pipas de girasol.
Luego,
tras otros años más de películas de cine-club, que no siempre entendía, pero a
las que iba toda la “progresía” de Badajoz, pasé muchos años sin volver al
cine: tenía niños pequeños y eso era una barrera de obligaciones casi
infranqueable. Después, por esto o por aquello, apenas si alguna vez visitaba
alguna sala de proyecciones, alternada con las sesiones en televisión y luego
los vídeos “Beta”, a los que siguieron los VHS, para pasar a los CDs, pero ya
alternados con la vuelta a las salas específicas, que es donde me gusta ver el
cine. Pero eso sí, sin compañeros de viaje comiendo palomitas, sorbiendo
coca-cola y comentando las escenas, que es lugar común en el llamado “cine
comercial”.
Ahora,
tras los paréntesis de verano, vuelvo cada temporada a mi cita con las
películas del Cine-Club y de la Filmoteca. A sus reposiciones de cine de los
grandes maestros, los ciclos temáticos, de autores y actores que siempre nos
han acompañado, y la radiante actualidad del nuevo cine, entre el que siempre
prefiero el de próximo y medio oriente: de tonos tan serenos y profundos;
hermosos en la fotografía; sublimes en las puestas en escena, de largos
paisajes empolvados; desolados en sus temáticas dolientes, y tan dignos… O el
cine japonés, de una elegancia incomparable, llena de gestos y miradas
expresivas en los primeros planos que nada necesitan para complementarlos. Sin
despreciar el cine lationoamericano, donde a veces se encuentran perlas impagables,
alineadas en lo social y de denuncia.
Sí,
estamos a punto de comenzar la nueva temporada. Y al volver, me irán
acompañando las tres imágenes citadas. No volverán, no obstante, los cines de
las Ramblas o los de Gran Canaria, que han ido siendo devorados por las nuevas
industrias de la comida rápida en su gran mayoría; pero me quedará el “Cinema
Paradiso” para acompañarme en las nuevas sesiones, como un talismán, compendio
del tiempo que pasó y de todo el que queda por venir.
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