TRATAMIENTO DEL ENTORNO MONUMENTAL ABALUARTADO
Por Moisés Cayetano Rosado
Cuando se
ven desde el aire los espacios monumentales, adquieren una visión de conjunto relevante.
Se ve el bien patrimonial en sí y su relación con el entorno, que lo preserva o
lo asfixia, que lo enaltece o lo minimiza.
Así,
cuando uno monta en globo, sobrevolando la ciudad de Elvas, declarada el pasado
30 de junio Patrimonio de la Humanidad por sus fortificaciones, observa no solo
sus líneas de murallas, respetadas en su integridad y autenticidad, sino
también el tratamiento de su entorno, ese respeto por lo que constituye parte
esencial de lo que fueron las defensas: los glacis, el terreno expedito de los
alrededores.
Los
glacis forman parte del significado histórico, utilitario, estratégico de la
muralla abaluartada, pues constituyen un lugar abierto que ha de salvar el
enemigo para tomar la plaza, al tiempo que un espacio necesario para vigilar y
“hacer blanco” desde dentro. Pero, hoy, además de explicarnos el significado
global de esta maquinaria de defensa, constituye un bien artístico
complementario de primera magnitud, que embellece la monumentalidad de las
construcciones complejas de la fortificación, dándole gran perspectiva visual.
Elvas ha
sabido conservar estos entornos libres de edificaciones no solamente en sus
murallas urbanas, sino en las construcciones periféricas, como son los fuertes
y fortines. Los fuertes, ciertamente, continúan alejados espacialmente de la
voracidad urbanística, pero algunos fortines han quedado englobados dentro de
las urbanizaciones periurbanas, como es el caso del Fortim de São Pedro. Pues
bien, ni en este caso se ha sufrido la colmatación de los espacios exteriores,
de sus glacis, sino que el propio barrio se
ha anillado a él, como si las viviendas fueran las “tropas de cerco”,
guardando una distancia “de respeto”.
No es el
caso de Badajoz, ahí al lado, a catorce kilómetros de este afortunado ejemplo.
En Badajoz, no únicamente glacis, sino contraescarpas, fosos, revellines, baluarte,
han desaparecido ante el “ataque” de bloques de pisos, de urbanizaciones
pegadas a la fortificación, cuando no “sustituyendo a esa fortificación”, o
sea, destruyendo y ocupando el espacio de cortinas, Baluarte de San Juan,
cuarteles, además de fuertes y fortines. En este sentido es interesante
comparar las fotos en globo que se hicieron en 1914, con todos los elementos
preservados -como siguen en Elvas- y la visión que hoy día obtenemos por
satélite, con todo ocupado, engullido, por dentro y por fuera de las líneas
amuralladas. Fue especialmente el “desarrollismo” de los años sesenta el que se
llevó este patrimonio histórico-artístico por delante.
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