Páginas

domingo, 2 de diciembre de 2012


FORTIFICACIONES ABALUARTADAS Y GUERRA DE RESTAURAÇÃO
Olivença. Proyecto de Nicolau de Langres, donde anteriormente
trabajo Cosmander, que luego murió en su asedio.

Por Moisés Cayetano Rosado

USO DE LA PÓLVORA Y AMURALLAMIENTO ABALUARTADO.
Cuando en 1453 los turcos conquistan Constantinopla, se confirma el convencimiento de que el uso de la pólvora y la posesión de un buen armamento artillero trastocan el modelo de fortificaciones defensivas. La triple muralla de alzado vertical de la capital del Imperio Bizantino no fue suficiente freno para la ofensiva de los grandes cañones otomanos.
Se iniciaba así una nueva forma de construir las cercas defensivas, que en los siglos posteriores se irán perfeccionando y llenando de complejidad. A poco de comenzado el siglo XVI, los Reyes Católicos introducirán en sus reinos el modelo de muralla abaluartada, con paredes inclinadas, de gran anchura, profundos fosos, escasa altura de cortinas, flanqueadas por salientes poligonales para fuego cruzado (baluartes), obstáculos exteriores (revellines, medias lunas…), todo ello terraplenado y con extensos glacis, exponiéndose mínimamente al fuego enemigo.
En el Reino de Nápoles, Sicilia, Malta y Cerdeña se construirán los primeros modelos, que antes de la mitad del siglo XVI se extenderán a Barcelona, Tarragona, Rosas, Valencia, Cartagena, Ibiza, Mahón, Palma de Mallorca, Ceuta, Melilla y otras posesiones del Norte de África: o sea, toda esa “zona caliente mediterránea” que amenazan los turcos, con su potente maquinaria pirobalística.
Otra zona que será protegida por el nuevo modelo de fortificación será la de los Países Bajos, confrontado a Francia, en donde la rivalidad entre el emperador Carlos I y el rey francés Francisco I, se manifiesta en continuos conflictos.

Turín
Amberes

Pamplona
Un siglo después de la gran victoria de los turcos otomanos, tendremos ya en Europa innumerables fortificaciones abaluartadas protegiendo ciudades tan significativas como Turín, Pavía, Milán y Verona en Italia, o Amberes y Utrecht en Países Bajos, que servirán de modelo (“modelo italiano”, pues de allí proceden los grandes ingenieros proyectistas: en Pamplona tendríamos un magnífico ejemplo, inspirado en los diseños de Turín, Amberes…; un precedente importante sería el castillo artillado de Salses, al norte de Cataluña -territorio francés ahora-, de 1497, y un consecuente hoy afortunadamente íntegro, la ciudadela de Jaca). Modelo durante ese siglo y el siguiente, perfeccionado en defensas exteriores e inundación de fosos por los holandeses en el siglo XVII, y con una complejidad extraordinaria por los franceses en el siglo XVIII, sobresaliendo el genio del Marqués de Vauban.

FORTIFICACIÓN ABALUARTADA Y RAYA LUSO-ESPAÑOLA.
Sin embargo, cien años después de que el Mediterráneo esté implantando el nuevo modelo, nada se ha cambiado en la Raya luso-española. Desde 1580 ceñía ambas coronas el mismo rey de la Casa de Austria -tras una política de alianzas matrimoniales que lo propició-, lo que hacía innecesarias las precauciones de defensa entre ambos reinos. Así, las fortalezas de frontera no son otras que los castillos medievales que se alzaron durante la lucha entre cristianos y musulmanes, tan poco útiles si se daba una ofensiva bilateral.
¿Qué ocurre cuando Portugal se alza contra la dominación filipina en 1640? Pues que ante el ataque de los ejércitos artillados de Felipe IV de España tiene que organizar urgentemente la defensa de la frontera, construyendo extensas fortificaciones abaluartadas que protejan sus principales núcleos poblacionales y rutas de penetración territorial (en la costa ya sí existían fuertes modernos, casi a la par que los de las colonias americanas) para enfrentarse a la piratería.
Los años de la Guerra de Restauração (1640-1668) van a ser de gran actividad constructiva desde el norte fronterizo con Galicia hasta el sur rayano con Andalucía, sobresaliendo en el primero las fortificaciones de Valença do Minho y Monção,  completadas al oeste por los refuerzos y modificaciones en castillos como los de Vila Nova de Cerveira (con “réplica” española enfrente: fortaleza de San Lorenzo, de Tomiño) y Caminha; al este, los de Melgaço, Lindoso y Chaves (por encima, el español castillo de Monterrei también se artilló), o más al sureste el de Miranda do Douro.

En el Algarve destaca la fortificación de Castro Marim, que completaría la defensa del castillo medieval, al que se unió mediante cortina de muralla abaluartada. Y se adapta a la artillería el castillo de Alcoutim más arriba, frente a la andaluza Sanlúcar de Guadiana, que abaluartó el suyo de San Marcos. Andalucía, casi al límite con Extremadura, cuenta con otra fortaleza importante de la época: la de Paimogo, muy cerca del fronterizo río Chanza, afluente del Guadiana.

Otra línea de penetración de atención especial iba a ser la de Salamanca-Guarda, fortificándose fundamentalmente Almeida, con una obra exagonal portentosa, en una zona de importantes castillos roqueros, algunos de los cuales se adaptan a la artillería, como los de Sabugal, Sortelha y Belmonte, o más abajo Penamacor.
En el lado español será en momentos tardíos del enfrentamiento, al firmar Felipe IV la Paz de los Pirineos con Francia en 1959. La Guerra de los Treinta Años, unida a la sublevación de Cataluña, no le ha permitido atender suficientemente el problema de la separación de Portugal; al superar estos conflictos, podrá acometer el refuerzo de las defensas urbanas, fundamentalmente iniciando el complemento abaluartado en murallas medievales o nuevos enclaves de tierra, fajinas y cestones.
Castelo de Vide. Proyecto de N. de Langres, donde antes trabajó Cosmander.
ESPACIO EXTREMEÑO-ALENTEJANO.
Ahora bien, los conjuntos defensivos se van a desarrollar de manera espectacular en el espacio alentejano-extremeño, que constituye la principal línea de fricción, en la comunicación Madrid-Lisboa. Téngase en cuenta que de las seis batallas fundamentales del conflicto cinco tendrán lugar en este territorio; a saber:
“Batalla de Montijo”, de 26 de mayo de 1644, en que el portugués Matías de Alburquerque, con 7.000 soldados, se alza con la victoria frente a los 9.000 españoles comandados por el Marqués de Torrescuso.
“Batalla de Arronches”, del 8 de noviembre de 1653, en que André de Alburquerque, con un millar de soldados, vence a los mil trescientos de Bustamante.
“Batalla de Linhas de Elvas”, del 14 de enero de 1659, en que António Luis de Meneses, al mando de 11.000 hombres, derrota a los 19.000 de Luis de Haro, en una de las batallas más memorables de Portugal.
“Batalla de Ameixial”, en Estremoz, el 8 de junio de 1663, donde las tropas del Conde de Vila Flor y el Conde de Schomberg, en número de 22.000, vencen a los 26.000 españoles de Juan José de Austria.
“Batalla de Montes Claros”, entre Borba y Vila Viçosa, el 17 de junio de 1664, definitiva para la finalización del conflicto y la independencia de Portugal. Una pérdida más española, a manos de las tropas del Marqués de Marialva, con 20.500 soldados, frente a los 22.600 españoles del Marqués de Caracena.
La otra a resaltar es la “Batalla de Castelo Rodrigo”, del 7 de julio de 1664, en que Pedro Jacques de Magalhães con 3.000 hombres derrotó a los 5.000 del Duque de Osuna.
Batallas todas muy sangrientas, precedidas de saqueos, cercos y asedios a pueblos y ciudades, como los españoles de 1644 y 1659 a Elvas; de 1650 a Juromenha; de1664 a Almeida y Castelo Rodrigo, y de 1665 a Vila Viçosa, todos sin lograr la toma de las plazas. Sí lo consiguen con Évora el 22 de mayo de 1663, aunque capitulan el 24 de junio, tras la derrota de Ameixial.
Igualmente fracasan los portugueses en Alcántara (1648), o en Badajoz (1658), teniendo en todo ello mucho que ver la importancia de sus defensas fortificadas y abaluartadas, aunque sí -tras  diversos asedios- lo logran con Valencia de Alcántara en 1664, que capituló a causa del prolongado cerco y la imposibilidad de recibir los sitiados ayuda exterior.
Dos ingenieros de alta capacidad serán los principales responsables de los proyectos y realización de fortificaciones portuguesas, así como planes de asedio: primero, el jesuita oriundo de los Países Bajos Joannes Pascácio Cosmander y -a su muerte en el cerco de Olivença de1648- el francés Nicolau de Langres, que fallecerá en la ofensiva española contra Vila Viçosa (1665): ambos habían acabado “pasándose” al enemigo.
Elvas. Proyecto de Langres.
Traza del Forte de S. Luzia de Cosmander.
Uno, otro o ambos, proyectan, diseñan, perfeccionan sucesivamente, las fortalezas abaluartadas de lugares clave como Marvão, Castelo de Vide, Portalegre, Crato, Arronches, Ouguela, Campo Maior, Elvas, Barbacena, Estremoz, Vila Viçosa, Juromenha, Olivença, Évora,­­­ Monsaraz, Mourão, Moura, Beja, Serpa... Los portugueses, incluso intervendrán, tras su toma, en españolas como la gallega Salvatierra de Miño, la castellana San Felices de los Gallegos y las extremeñas Valencia de Alcántara y Villanueva del Fresno.
Vila Viçosa. Proyecto de Langres, que murió en su asedio.
OTRAS FORTIFICACIONES.
Por el lado español, aparte de éstas últimas nombradas, apenas si podemos destacar a Moraleja, Alcántara y Badajoz. También el castillo-palacio de Brozas, más un primitivo Fuerte de la Concepción en Aldea del Obispo demolido sin llegar a cumplir un año, y otras intervenciones menores, como el acondicionamiento de algunos lienzos de la muralla medieval para defensa y colocación de piezas de artillería en Ciudad Rodrigo. Todas ellas de deficientes defensas, a pesar de su vulnerabilidad. Alburquerque -de impresionante castillo roquero-, repetidamente asediado, no llegó a fortificarse “a la moderna”, como tampoco Alconchel -también de imponente castillo-, al sur de Olivenza, que sufrió frecuentes razias y estuvo en manos portuguesas de 1642 a 1661.
Asedio de Badajoz, de 1658, proyectado por Langres. Dibujo de João Nunes Tinoco.
Lo cierto es que en esta guerra Portugal pretende libertar y defender su territorio, no el “conquistar” al vecino -aunque castiga la frontera y la saquea-, por lo que ha de fortificarse; España atacaría para recuperar la unión peninsular, no “fijar frontera”, por lo que no vería tan prioritario fortificar, aparte de que sus recursos estaban agotados, por las guerras en Europa y la sublevación de Cataluña.
Así, cuando acaban los enfrentamientos en 1668, reconociéndose la independencia de Portugal, la serie de fortificaciones abaluartadas en la frontera, especialmente en Alentejo, será considerable. Fortificaciones que se irán perfeccionando y tendrán un destacado papel en las guerras posteriores de Sucesión española (1701-1712) y de Invasión francesa (1808-1814), y que hoy constituyen un patrimonio histórico-artístico monumental de primer orden, candidato a ser Patrimonio de la Humanidad, algo que ya consiguió en junio de 2012 el conjunto fortificado de la ciudad de Elvas.

4 comentarios:

  1. Si no me equivoco, el primer fuerte abaluartado como tal fue el construido en Salses, en el norte de Cataluña en 1497 ordenado por Fernando II de Aragón, también conocido como Fernando el Católico, hoy perteneciente a la localidad de Salses-le-Château, en el departamento francés de Pyrénées Orientales.

    ResponderEliminar
  2. Estimo que tiene razón. Muchas gracias por la aportación, que incluiré en la versión definitiva del trabajo, que recorrerá todo el proceso hasta mediados del siglo XIX, aunque con brevedad.
    Atentamente,
    Moisés Cayetano Rosado

    ResponderEliminar
  3. Hola Moisés
    perdona que te tutee, soy un apasionado de hace muchos años de la arquitectura abaluartada y estuve en Badajoz en el año 1999, viendo con tristeza el estado lamentable del fuerte san cristobal y de los otros elementos que por milagro se conservan. Gracias por tu trabajo, lo seguiré atentamente y tan sólo comentar que la batalla de montijo según las fuentes españolas fue una victoria y en cuanto a los historiadores portugueses siempre dijeron haber triunfado ellos, yo hice hace bastantes años un pequeño artículo en historia y vida sobre este tema, en cualquier caso algunos historiadores portugueses modernos empiezan a llamar a esta batalla "la derrota mas celebrada de la historia portuguesa", en cuanto al combate de arronches donde murió mi paisano el gallego conde de Amarante mas bien fue también un combate indeciso en mi opinión. Más importante que este combate fue el que tuvo lugar en los alrrededores de Badajoz en 1666 en el que el general de caballería principe de Parma derrotó al general portugues Joao de Silva.
    También los españoles reforzaron las defensas de la plaza de Monçao en la frontera de Galicia que conquistaron antes de recuperar Salvaterra de Miño y levantaron el fuerte de San Luis Gonzaga muy cerca de la plaza de Valença de Miño y en territorio portugués.
    Perdona estas pequeñas anotaciones, pienso volver a Badajoz cuando este terminada la obra de San Cristobal si bien no me gusta el proyecto.

    Carlos Olbés, gallego y enamorado de Extremadura.

    ResponderEliminar