LA DESTRUCCIÓN
DEL PATRIMONIO HISTÓRICO-ARTÍSTICO MONUMENTAL
Moisés
Cayetano Rosado
A raíz de
la reciente publicación de La destrucción
del patrimonio artístico español. W.R. Hearst: “el gran acaparador”, de Mª
José Martínez Ruiz y José Miguel Merino Cáceres -un denso volumen de 704
páginas editado en la colección Arte Grandes temas, de Cátedra-, vuelvo a
reflexionar sobre la destrucción del patrimonio histórico-artístico monumental
de España y por extensión de Portugal.
La obra
se centra especialmente en la época de los grandes coleccionistas extranjeros
de obras de arte, sobre todo el
estadounidense magnate periodístico y multimillonario Hearst, objeto
básico del estudio. Pero yo quisiera ahora recordar brevemente que en el
maltrato y destrucción de nuestro patrimonio hemos vivido en la Edad
Contemporánea cuatro etapas cruciales,
en la última de las cuales estamos.
Una vez
que pasamos la época de guerras en la Península, tras la invasión napoleónica y
las carlistas (miguelistas, en Portugal), llegamos a una fase de tranquilidad
en que las miradas de la población y sus representantes se posaron sobre el
patrimonio, viendo sus fortificaciones como un estorbo.
Vecinos y
autoridades locales pedían poder actuar sobre ellas para eliminar esos
“cinturones que nos asfixian”, esos corsés que impiden el desarrollo urbano
incipiente. En España se dio el “pistoletazo de salida” con la Real Orden de 22
de enero de 1859, permitiendo abandonar plazas fuertes, derribar y reutilizar
materiales http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2012/06/conferencia-y-mesa-redonda-sobre.html.
Toda la 2ª mitad del siglo XIX iba a ser un
continuo trasiego de peticiones y actuaciones en este sentido, que tuvieron en Barcelona
un desgraciado precedente, siguiendo otros como Valencia, Olivenza, Valencia de
Alcántara… http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2013/02/fortificaciones-abaluartadas-guerra.html. Y las
actuaciones no fueron mayores porque escaseaba el presupuesto para emprender
las destrucciones, como ocurrió con la Torre almohade de Espantaperros en
Badajoz http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2012/06/hoy-digital-apertura-de-brecha-en-la.html.
Una segunda acometida sería en el periodo de
entreguerras mundiales. Época de los multimillonarios coleccionistas
americanos, que compraban iglesias, conventos enteros para llevarlos piedra a
piedra a sus mansiones y ranchos, y que en buena parte vendieron a museos y
galerías tras la crisis de 1929: ahí están muchas, en el The Cloisters Museum
de Nueva York, como sus pinturas murales y arte mueble en el Metropolitan
Museum of Art, a pesar de nuestro tímido Decreto de 9 de enero de 1923,
obligando a tener autorización para enajenar obras artísticas.
Sólo la
Ley republicana de 13 de mayo de 1933 cortaría la sangría, aunque demoliciones
se siguieron haciendo, especialmente en las murallas urbanas. Al mismo tiempo,
Portugal entraría en la “fiebre medievalista”, que llevó a una reinterpretación
escenográfica de sus monumentos, adulterando su autenticidad, como ocurriría en
Guimarães, en Évora, en Elvas o en Vila Viçosa http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2012/12/autenticidad-eintegridad-en-el.html.
La tercera actuación arrasadora iba a tener
lugar con el “desarrollismo” de los años sesenta. Época de entrada de
divisas en nuestra Península a causa del auge del turismo, la remesas de
nuestros emigrantes en Europa y la inversión de capitales extranjeros en la
infraestructura “playera” y la industria incipiente. Ese “dinero fácil” esponjó
las arcas nacionales y municipales, insuflando al mismo tiempo un deseo de
“modernidad”, que como nuevos ricos empleamos en “renovar” nuestro patrimonio
urbano y expandirlo: tirar murallas, destruir edificios ruinosos cargados de
años para sustituirlo por modernas moles acristaladas y de hormigón, derribar
construcciones militares… http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2012/09/cuarteles-militares-en-las.html. Y con el abandono de la vida rural, abandono
también de ese patrimonio “preciosista” de las pequeñas iglesitas, de los
monumentales cortijos rústicos, de los caserones… http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2012/02/la-casa-destruida-cuando-pequeno-mi.html. Hasta que la crisis mundial de 1973 nos volvió a
poner en nuestro sitio y dimos un descanso al patrimonio.
Ahora, en
esta cuarta agresión al filo del siglo
XXI y primeros años del mismo, con más conocimiento del valor de nuestro
legado histórico-artístico monumental, con más leyes internacionales,
comunitarias y estatales de protección, somos como… más delicados. Dejamos que
se caiga a pedazos el patrimonio, sin adulterarlo (véase la fortaleza de
Juromenha http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2013/02/visita-lafortificacion-de-juromenha-por.html o el Convento de San Antonio de Padua de
Garrovillas), o le damos un “hachazo” a lo que consideramos innecesario
(vaciado de baluartes en Olivenza http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2012/04/atentados-institucionales-contra-el.html, edificaciones militares de los siglos XIX y XX en
el Fuerte de San Cristóbal de Badajoz http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2012/07/fuerte-de-sancristobal-continuacion-del.html), o lo travestimos como si fuera un elefante de
circo con corbata (Forte de la Praia de Guincho, al norte de Lisboa http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2012/10/la-ingrata-tarea-de-defender-el.html).
Toda una
historia contemporánea de desatinos, que continúa, pese a la concienciación y
legislación que existe a este respecto.
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