PERVERSA ACTUACIÓN EN EL INTERIOR DEL FUERTE DE SAN
CRISTÓBAL DE BADAJOZ
Tenemos,
por lo general, mala suerte en las rehabilitaciones de nuestro patrimonio
histórico monumental en la ciudad de Badajoz. Especialmente en el abaluartado,
que pretende la clasificación de Patrimonio de la Humanidad, dentro de la Red
Hispano-Lusa.
Actúan
sobre el Baluarte de Trinidad -uno de los más monumentales y de crucial
significación histórica desde el siglo XVII hasta incluso la Guerra Civil de
1936-39-, y se derrumba con las aguas del invierno: aún sigue la brecha del
“enemigo lluvia” dándonos una lección contundente de estrategia bélica.
Actúan
sobre el Revellín de San Roque, amplio como un fuerte, y pasan los años sin
darle uso alguno, comido de hierbajos por fuera (camino cubierto -sin
rehabilitar- y fosos) y por dentro (lo que debía ser un albergue juvenil, según
lo planificado).
Actúan
sobre el Hornabeque de la cabeza exterior del Puente de Palmas y pasan los
meses contemplando el creciente jardín florido espontáneo de explanadas y
escaleras, que quebrarán un interior ahora vallado para que no nos acerquemos.
Y
actúan -y esto sí que es grave, dañino, irreversible- en el Fuerte de San
Cristóbal (la “joya de la corona” de nuestra fortificación abaluartada,
magnífica maquinaria defensiva del siglo XVII, completada en momentos
posteriores con edificaciones interiores que estuvieron en uso militar hasta
mediados del siglo XX), entrando como elefante en una cacharrería: arrasando el
contenido, como si el monumento fuera solo el continente, la cáscara
(extraordinaria) exterior. Como si su interior no formase parte de su
autenticidad histórica, de su integridad como conjunto militar dinámico en
función durante trescientos años, que le situaba privilegiadamente ante una de
las exigencias cruciales de la UNESCO para ser Patrimonio de la Humanidad, su
apartado IV: Ofrecer un ejemplo eminente de un tipo de edificio, conjunto
arquitectónico o tecnológico o paisaje, que ilustre una etapa significativa de
la historia humana.
Esa etapa significativa viene dada por la
historia de unas luchas comenzadas en la Guerra
de Restauração (1640-1668), continuadas en la Guerra de Sucesión a la Corona española (1701-1714) y en las Guerra Peninsulares contra la Invasión francesa
(1808-1814), para culminar en uso de
acuartelamiento y prisión militar hasta la mitad del siglo XX.
Lectura histórica que se pierde al cortar,
desmochar, arrasar edificaciones interiores, de tejados a una y dos aguas,
exentos, transformándolos en unas “cómodas” terrazas, techumbres planas para el
paseo y los cocteles, como si el edificio defensivo militar se transfigurase en
elevado salón palaciego de vistas exteriores sin obstáculos en la línea de tiro
del “enemigo”. Véanse las argumentaciones
precisas en:
La salvaje
actuación está a punto de culminarse. Ya solo falta la vegetación de esta
terraza “versallesca” y cateta. Teniendo a no más de 15 kilómetros ese fuerte
ejemplarmente respetado, restaurado y en uso museístico como es el Forte de Santa Luzia de Elvas, y
previéndose para el otro gran fuerte de la ciudad vecina (Patrimonio de la
Humanidad por este patrimonio fortificado), el Forte da Graça, una actuación y uso parecido, el contraste resulta
aún más descarado y humillante para los que pretendemos para Badajoz un destino
mejor que el que le han dado y siguen dando sus responsable oficiales.
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