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domingo, 4 de enero de 2015

EL IMPARABLE MIEDO A PODEMOS


Moisés Cayetano Rosado
Como nos vamos acercando irremisiblemente a la casita de la abuela en este bosque tenebroso del proceso electoral, el miedo a ese lobo que se llama Podemos -el partido “bolivariano” de los comentaristas televisivos que le están haciendo una campaña impagable- se acentúa hasta el pánico absoluto.
¿Y qué es lo que pensábamos? ¿Que el látigo de la crisis pagada por los más inocentes del proceso derrochador inmobiliario, bancario, especulativo, irreflexivo y depredador de recursos naturales iba a tener a las víctimas por siempre inmovilizadas? ¿Que los políticos profesionales, abusadores de privilegios, sueldos, recursos increíbles a su disposición, implantados por ellos y para ellos, pasarían sobre el lomo de los que soportan las cargas colectivas sin que sus dardos les revolvieran el estómago? ¿Que tanta corrupción en las esferas políticas, empresariales, sindicales… serían rumor en el desierto que no llega a los oídos de los que estamos en la selva del sálvese quien pueda?
¿Por qué creemos que se han impuesto los regímenes populistas en Latinoamérica -que tanto le gusta invocar a los voceros del orden y del bien-, sino por la conjunción de todas las podredumbres anteriores? Incluso, aunque la comparación pueda suponer un disparate, ¿cómo estimamos que se hizo Hitler con el poder en Alemania, sino a causa de la desesperación de un pueblo que veía negrísimo el futuro y un “Guía” se lo mostró glorioso en contra de todo lo establecido?
Muchos votarán Podemos no porque crean en soluciones mágicas (que, por cierto, muchas también las han prometido políticos en el poder, mintiendo como bellacos), sino porque quieren echar a patadas a los que consideran culpables de tantos males como nos afligen. Y porque tal vez, a pesar de todo, confían en que otros, nuevos, distintos, rompedores, pueden darle un cambio a la tortilla y poner a freírse en el infierno del fondo del recipiente a los que de una u otra manera han propiciado que la desesperación haya llegado al abismo profundo en que se encuentran.

El “imparable miedo a Podemos” puede ser la fiesta de los desesperados, regocijados por ese temblequeo de los que temen quedarse sin calzones desde sus trajes de seda y oropel.

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