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martes, 27 de enero de 2015

FORTALEZA DE OUTÃO: LA SERENA GRANDEZA
 
Moisés Cayetano Rosado

Resguardando la entrada al estuario del Sado por el oeste, frente a la lengua de arena que forma la península de Troia, se encuentra la magnífica Fortaleza de Santiago do Outão, garantizando la tranquilidad de Setúbal.
Ya en 1390 se construyó en el lugar una torre de vigilancia por orden de D.João I, que se mejora en el reinado de D. Manuel, al comenzar el siglo XV. Pero será a finales del XVI  y mediados del XVII cuando adquiera el porte impresionante que en la actualidad conserva.
A partir de 1572, se inicia la construcción de una cerca abaluartada, siguiendo el modelo italiano de defensa frente a los ataques de la artillería pirobalística de la época: tendría su “bautismo de fuego” defendiendo la independencia frente al Duque de Alba, en 1580, cuando se realiza la Unión Peninsular. Después, entre 1643 y 1657 -en la primera parte de la Guerra de Restauração- se ampliará, reconformándose al modelo que hemos heredado.
La fortaleza sería residencia veraniega de D. Carlos y Dña. Amelia en la última década del siglo XIX, e iniciado el XX pasó a adaptarse como sanatorio de tuberculosos, con lo que se levantan edificios apropiados para los enfermos y se remodela el interior. Otra década más tarde, será convertido en lo que hoy día sigue siendo: Hospital Ortopédico, dadas las buenas condiciones del lugar para dolencias óseas, por la influencia marítima y de la barrera inmediata de la Serra da Arrábida.
Desde entonces, se han efectuado diversas intervenciones de consolidación, especialmente en los años cincuenta, ochenta y noventa del siglo XX, en cuanto a las instalaciones interiores, cuidando con esmero el “cinturón” abaluartado, así como su singular capilla de la segunda mitad del siglo XVII, donde destacan valiosos paneles de azulejos y el retablo frontal.
Pasear hoy día por sus dos baluartes laterales (al este y al oeste), contemplando el mar, entrar en sus garitas cilíndricas, recorrer  el borde siguiendo la línea de los parapetos, en tanto oímos el azote del mar y vemos la lengua estrecha, larga y dorada de la península de Troia, el caserío de Setúbal y las playas recortadas del noroeste, es una experiencia grata, relajante, balsámica.
Observar la grandeza vertical de su cuerpo central desde la terraza principal, con el mar a nuestras espaldas y la Serra da Arrábida de frente, al fondo, resulta sobrecogedor, por su grandeza y armonía.
Entrar en la Capilla, dedicada a Santiago, con escenas de su vida en azulejería llena de movimiento, profundidad y detallismo, y extraordinario retablo dorado de fondo, nos envuelve en paz serena, pese a las escenas de luchas que allí contemplamos, en las que el insuperable virtuosismo artístico se sobrepone a la narración bélica, compensada también por escenas piadosas y tranquilas.
En la muralla central que da al mar podemos leer (con dificultad) una inscripción que resume los primeros momentos de la fortaleza: "A torre desta fortaleza de Santiago do Outão foi edificada por El Rei Dom João o Primeiro e depois cercada de muro por El Rei D. Sebastião e o sereníssimo D. João IV, libertador da pátria, mandou acrescentar a fortaleza para a parte do mar e terra com magnificência e grandeza que hoje se vê. D. Fernando de Menezes, conde da Ericeira, lhe lançou a primeira pedra em XXV de Julho de MDCILIII e sendo governador dela Manuel da Silva Mascarenhas e das armas de Setúbal e sua comarca e superintendente da fortificação João de Saldanha mandou pôr aqui esta memória ano de MDCILIX".
En plano de João Tomás Correia, de principios del siglo XVIII, vemos la estructura de la  fortificación: planta que apenas difiere de la que hoy disfrutamos. Solo cambia, claro, el alzado interior, que también nos muestra Correia en su estado de principios del siglo XVIII, por lo que al cuerpo central (principal) se refiere; pero la disposición de hoy nos evoca en gran parte la que contemplamos en el plano, aunque falta la ermita exterior y las escaleras que conducen a la planta superior, todo ello a la izquierda. Lo demás, apenas si difiere.

¡Gran lugar para ver ponerse el sol y oír batir las olas, con ligera playa a nuestros pies, donde los pescadores acaban la tarde echando sus cañas como siglos atrás se echaba el fuego de las potentes baterías contra los invasores de este tesoro que resguarda a Setúbal y sus alrededores!

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