LA BANDERA DE
EXTREMADURA. CUARENTA AÑOS EN EL RECUERDO.
Moisés
Cayetano Rosado
Aunque nos parezca mentira, la bandera de
Extremadura surgió y se reivindicó como un acto de rebelión.
Surgió de una manera espontánea, popular. Como
una acción ciudadana, al margen de las instituciones que, en aquel “temprano”
1976, aún no tenían la legitimidad de las urnas, y se negaban a aceptarla.
Y se reivindicó inicialmente desde una fuerza
política minoritaria, pero muy respetada en los ambientes progresistas de
España en general y de Extremadura en particular: el Partido Socialista Popular
(PSP), liderado en nuestra región por el añorado abogado, político, escritor y
poeta Martín Rodríguez Contreras, ya desde el mismo año de 1976.
En ese tiempo, diversos grupos y asociaciones
progresistas de emigrantes extremeños, diseminados por diversos puntos de
España, en sus lugares de asentamiento y en sus poblaciones de origen cuando
venían de vacaciones, mantuvieron una incesante actividad por conseguir su
implantación, ligada a su lucha por un retorno digno, pan, trabajo y libertad
en nuestra tierra.
La verde-blanca-negra iba abriéndose camino
contra viento y marea. Y recuerdo que una dirigente política me decía: “¿Por
qué tiene que llevar el color negro, que es de luto y tristeza, cuando hay que
aspirar a un mundo solidario y de bienestar?”. Pues por eso, le dije: porque
aspiramos a ese mundo “verde” soñado, esperanzado, escribiéndolo sobre el papel
“blanco” del presente continuo, pero sin olvidar nuestras raíces, ensombrecidas
de “negro” en nuestra historia tantas veces, demasiadas veces, en los tiempos
remotos y recientes.
¡Qué ilusión la de aquellos jóvenes de
entonces, la mayoría procedentes de la emigración, colocando la bandera
“clandestinamente” en las fachadas de los ayuntamientos, en las plazas mayores,
en los múltiples actos de reivindicación contra la construcción de centrales
nucleares, en las reclamaciones de justicia y solidaridad!
¡Con cuánto cariño la llevamos al I Congreso de
Emigrantes Extremeños, que celebramos en Cáceres en agosto de 1978,
clausurándose en Badajoz, en contra de las previsiones agoreras de los
inmovilistas legendarios!
Luego todo iría “sobre ruedas”. Cuando los
“bienpensantes” vieron que era imposible detener la voluntad espontánea de la
gente, se subieron también al carro de la bandera y procuraron apropiársela
como si fuera de propia creación. Esas cosas ocurren, pero la historia, en
“negro” del recuerdo, en “verde” del futuro y en “blanco” del presente que se
escribe, está ahí para mostrarnos la pasión de una lucha que implantó un
símbolo que ahora es, para todos, seña de identidad.
yo fui uno de los emigrantes que defendio todo lo que aquella bandera representaba para los extremeños de dentro y de fuera,la bandera sigue ahi, los extremeños de fuera seguimos fuera. ya ni siquira tenemos la ilusion de volver a nuestra tierra, preferimos las costas, playas etc.y los de dentro si pueden se van fuera,donde esta esa bandera que nos unio a todos por extremadura
ResponderEliminarGracias por tu reflexión. Sí, aquella utopía que se envolvió en la nueva bandera se quedó en sueños nada más.
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