¿GUERRA DE SEPARACIÓN, DE RESTAURACIÓN O DE SECESIÓN?
Moisés
Cayetano Rosado
Visito de
nuevo la remodelación del Baluarte de la
Trinidad en Badajoz. Ese bodrio infamante que contraviene todo lo convenido
desde la Carta de Atenas de 1931 hasta el Plan Nacional de Arquitectura
Defensiva del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (2015), pasando por
documentos tan emblemáticos como la Carta de Venecia (1964) o la Carta de Nara
(1994), y que haría removerse en su tumba al viajero Antonio Ponz, a tenor de
lo que escribió en su Viaje de España (1784).
Me reafirmo en su feísmo, en el desacertado tratamiento de recuperación
de un Patrimonio Histórico-Artístico, Cultural, donde se encuentran restos
arqueológicos de la Cerca Vieja medieval, y se alza un baluarte del siglo XVII,
con el nombre del convento que motivó ese trazado para preservarlo: el de la
Trinidad, cuya cimentación debe estar ahí debajo, aunque no se ha tenido en
cuenta en la reciente actuación de devastación y transfiguración.
Pero, en
fin, ahora no quería llegar al
sofoco que ya en otras ocasiones manifesté… Mas sí llamar la atención sobre una curiosa cartelería explicativa, donde
nos ilustran sobre “La Cerca Vieja y la
Puerta Medieval de la Trinidad”.
Expuesto
en español, portugués e inglés, nos hablan de que entre 1640 y 1668 se reforzó
con algunos baluartes. Y aquí viene lo curioso: en la redacción española, a ese periodo lo
llama la Guerra de Separación de
Portugal (así
exactamente en el cartel); en la inglesa the Portuguese Restoration (así exactamente), y el escrito en portugués a guerra de secessão (exactamente así en el cartel).
¡Qué cosa
esto de las traducciones! Pero el caso es que en Portugal se le llama siempre
Guerra
de Restauração (¡y con mayúsculas!, que aquí han sido olvidadas, aunque
en los otros dos idiomas no). Restaurção-Restoration, como
respetan en la exposición en inglés. Y sí, los españoles procuramos, a veces,
ponerle ese nombre de Separación… pero hacerle ese feo a
nuestros hermanos portugueses en esta cartelería… Yo creo que ya que la
desgracia del bodrio es difícilmente reparable, al menos que lo sea lo de la
grafía del cartel, por rigor expresivo y comprensivo.