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jueves, 4 de mayo de 2017

LA ESCUELA DANDO EJEMPLO
¡Cuántas veces la Escuela, en medio de tanta miseria y miserables, nos viene dando ejemplo! La Escuela, con sus alumnos y profesores afanados en la cultura cálida y de calidad, profunda y solidaria, artística y creativa, investigando en todas nuestras potencialidades humanas y buscando en los rastros de la historia la explicación de un presente que hemos de mejorar para el futuro.
Y así, asistimos el 3 de mayo, gozándolo, a un espectáculo de extraordinario valor por lo que supone de esfuerzo colectivo, de ilusión compartida, de trabajo que universaliza todas las habilidades físicas e intelectuales, con resultados de verdadera garra formativa. Asistimos, sí, en el Teatro Romano de Mérida a una representación multicoral del “Mito del Vellocino de Oro” enredado con la situación actual  de refugiados y emigrantes que buscan en Europa el pan y la paz.
¿Y quiénes son los protagonistas de este espectáculo lleno de dinamismo, danzas asombrosas, música oportuna, discursos sobrecogedores, paralelismos convincentes? Pues decenas, centenares de alumnas y alumnos de Educación Primaria de distintos Centros Educativos de Mérida, dirigidos extraordinariamente por su profesorado, con colaboración entusiasmada y eficaz de sus familias, y coordinados por Manuela Honrado, que ha escrito la adaptación y dirigido el espectáculo con un acierto encomiable.
Una hora que se pasó volando, que no tuvo ni siquiera un minuto de bajón. Siempre arriba en tensión, exaltación, lucha, alegría de vivir, que las niñas y niños transmitían de forma sumamente emotiva y convincente. ¡Cuánto artista de la palabra, la danza, el movimiento, la expresión verbal y corporal, la luz y la alegría!
¡Ah! ¿Y el vestuario variado, tan lleno de formas y colores, lujoso, brillante, electrizante? Pues abrumadoramente de materiales reciclados, en especial papel, cartón y plásticos ingeniosamente combinados.
Gran lección de trabajo compartido, lleno de contenido de y concienciación, altamente educativo para los que lo protagonizaron y para los padres, abuelos (ese es mi caso, con mi nieta Sara en el escenario y mi otra nieta, Alicia, en las gradas), amigos, compañeros, vecinos de esta ciudad acogedora y entrañable que resulta ser, siempre, Mérida.

Moisés Cayetano Rosado

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