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miércoles, 13 de diciembre de 2017

MEMÓRIAS ESQUECIDAS. A VIDA DO CAPITÃO ANTÓNIO BRAZ.
Moisés Cayetano Rosado

Chiado Editora publicaba en 2014 un extenso volumen (523 páginas), de Isabel Braz, biznieta del militar elvense António Braz, al que he accedido ahora en que preparo unas intervenciones sobre Portugal y la I Guerra Mundial, y que está a la venta pública en el Forte da Graça de Elvas, bajo un módico precio.
Se trata de un auténtico tesoro como documento histórico general de casi todo un siglo (de finales del XIX a mediados del XX). Y en especial desde las intervenciones portuguesas en la ocupación de los territorios mozambicanos y angoleños -dentro de la “carrera” colonial europea-, hasta los momentos finales del salazarismo, pasando por las iniciales guerras coloniales, la Primera Guerra Mundial, la I República y el Estado Novo en Portugal, así como la Guerra Civil española.
Pero también es un importante apunte socio-económico sobre el desenvolvimiento de Portugal, de sus colonias y de los países vecinos en esa conflictiva etapa de luchas internacionales, en la que el pueblo participó como “fuerza de choque”, desde su pobreza, su ignorancia y el escaso provecho que sacaba de unos conflictos que a unos pocos enriquecía y a ellos quedaba en la miseria.
Y, por añadidura, estamos ante una obra magníficamente escrita, ejemplarmente narrada, de un alto valor literario, que engrandece lo documental.
Está dividida en cuatro partes, más una breve necrológica de la muerte de António Braz a los 91 años -publicada por el director del “Jornal de Elvas”, el 11 de abril de 1968-, una útil cronología de su vida, relación de “Premios, condecoraciones y alabanzas” y extensa bibliografía. Esos grandes bloques son los siguientes:
Parte 1 - Forte de Murrupula, en que se relata su primera misión en África -concretamente en Mozambique-, donde iría destinado con diecinueve años de edad, y con el grado de 2º sargento, bajo las órdenes del mítico Mouzinho de Alburquerque. Sorprende el grado de observación respecto a la tropa que llevaban, su bajísima formación y desprotección, porque os jóvens pertencentes às familias aristócratas e burguesas, em troca de pagamento de uma quantia em dinheiro, livravam-se do cumprimento de servir a Pátria -pág. 13- (como ocurría en España); sus recuerdos de niñez, la vida en las poblaciones interiores de Portugal, la dureza de la vida campesina, su discurrir infantil por Elvas; la importancia de las colonias para un país en bancarrota…
Relata las difíciles campañas en Mozambique, sus enemigos variados: indígenas, potencias europeas en competencia, sede e calor (pág. 46). La vida de los primeros colonos portugueses, gente pobre e degradados (pág. 54), en una emigración desorganizada. El avance hacia el interior, construyendo fuertes de ocupación y defensa. La irremediable presencia de la malária, cólera e disentería (pág. 93), que afectaba a nativos y ocupantes, en tanto aquellas tierras iban siendo consideradas plenamente portuguesas, y por ello destino sistematizado de civiles y militares, que se sostendría en el tiempo.
Parte 2 – Forte de Nana-Candundo. Aquí continua su pormenorizada narración de la presencia del ya alférez y luego teniente António Braz por Angola y Mozambique, en este juego literario de recreación de memorias, conversaciones y relatos que tan bien conjuga Isabel Braz, haciéndonos revivir las tremendas dificultades, penalidades, carencias materiales, hambre, sed, peligros naturales y enfrentamientos que jalonan la vida de estos jóvenes militares en medio de la selva. Y así se llega a los momentos iniciales del conflicto mundial, en 1914, con la ameaça das tropas alemãs na África Ocidental e Oriental pues os exércitos coloniais alemães iniciaram avanços tácticos em direcção aos territórios de Angola e Moçambique (pág. 211), que además fomentaban rebeliões indígeneas (pág. 222).
Ahora se extremarán las necesidad, siendo la sed de los militares en campaña tan extrema que chegaram a armazenar a urina nos cantis que já não tinham agua para beber mais tarde (pág. 228). Los enfrentamientos con los indígenas -armados y entrenados por los alemanes- eran continuos, al tiempo que el hambre y la sed se extremaban para nativos, combatientes, animales de carga y pastoreo, que morían en masa, abandonados, regresando del horror el 3 de febrero de 1916, a un país también abatido por la crisis, y a punto de entrar abiertamente en la Guerra.
El teniente António Braz, promovido a capitán durante el conflicto, cambiará su batallar en África por otro nuevo en Francia, que no le va a ser ni mucho menos mejor.
Parte 3 – Fortaleza de Lille. Nos lleva ahora Isabel Braz, en su relato apasionante, detallado, riguroso e impecable, al escenario europeo, en los momentos más duros de la I Guerra Mundial, con Portugal ya como participante directo en el conflicto, y con su bisabuelo envuelto en los combates, dentro del Corpo Expedicionário Portugués, al que en Lisboa traduziram C.E.P. por “Carneiros de Exportação Portuguesa” (pág. 262).
El relato de las nuevas dificultades es pormenorizado. Unas tropas acostumbradas la batalla abierta han de transformarse en un cuerpo de resistencia en trincheras, acosados por una potente artillería enemiga y por gases venenosos que, a pesar de las máscaras antigás, les afectará con más gravedad que la metralla.
Ahora, además, el problema adicional vendrá del frío: O frio era cruel para nós e quando as temperaturas desciam abaixo de zero, o tormento era indescritível (pág. 272), y al tiempo as feridas das granadas formavam crateras nos corpos dos soldados que gritavam de dor. A carne soltava-se do corpo (pág. 273). Mal alimentados, pésimamente asistidos en cuanto a condiciones sanitarias, vivíamos com os ratos e como ratos (pág. 276).
Y el 9 de abril de 1918 se daría la famosa y trágica Batalha de La Lys, una masacre para los portugueses, que Isabel Braz nos relata, acompañando las vivencias de su bisabuelo, de una manera impactante. Así, a terra tremía entre a trovada e as granadas que continuavam no ar. Cai sobre nós um furioso ataque de gás (pág. 290), muriendo de su batallón de 30 oficiales y 780 plazas, 24 de los primeros y 637 de los segundos, pasando los demás a ser apresados en campos de concentración (relacionados en la pág. 292).
En el Campo de Rastatt -indicaría António Braz- comença verdadeiramente o nosso martírio, mil vezes pior do que o bombardeamento das trincheiras (pág. 296). Y a partir de ahí se extiende en el relato escalofriante del cautiverio, los maltratos alemanes, las enfermedades, el hambre terrible, la falta de atención del Gobierno portugués para con sus militares detenidos, algo que contrasta con los acuerdos de los aliados con los alemanes para facilitar un cautiverio humanizado, acorde con los convenios internacionales. Así, denuncia: Ninguém dos aliados entendía este abandono tão portugués, que chegaram a clasificar de absurdo (pág. 338), y se lamenta: : tinhamos mais fé que seriam os Aliados a conseguirem tirar-nos dali, do que as nossas autoridades que nos deixaram sempre ao abandono (pág. 359).
Cuando finalmente llega la liberación, el 28 de diciembre de 1918, Isabel Braz hace balance a través de su abuelo: Portugal movilizou mais de 100.000 homens e deixa nos campos de batalha mais de oito mil mortos. Depois de assinada a paz, foram devolvidos a Portugal pela Alemanha 6.767 prisioneiros. Lamento os 233 homens que não conseguiram aguentar-se e morreram em cativeiro (pág. 385).
Parte 4 – Forte da Graça. Regresado a su tierra natal, el capitão António Braz obtiene como destino la dirección del Forte da Graça en Elvas: Gobernador do Forte da Graça e Comandante do Depósito Disciplinar (pág. 391), donde desempeñará una actuación extraordinaria a la hora de rehabilitar el monumento y dignificar las condiciones de vida de los militares y civiles que redimían penas en el Fuerte.
Es admirable esta mentalidad tan abierta en cuanto a la actitud ante los presos, políticos, militares y comunes, tan comprensiva y humana. Como admirable es su visión de la monumentalidad del Fuerte, la necesidad de su preservación, así como de las murallas de Elvas, en tanto la tendencia generalizada es de derribos indiscriminados; sus propuestas para rehabilitación y uso de la fortaleza de la ciudad, sus dos fuertes y sus fortines son de un rigor irrebatible.
Van alternándose ahora el relato de las tareas oficiales en el trabajo con el discurrir de la vida familiar (que siempre han tenido una atención emotiva en todos los anteriores apartados, como hilo humanizante de la vida, con sus penas y alegrías; esperanzas y abatimientos; compensaciones y tragedias, especialmente por la muerte de una hija y un hijo del capitán).
Aquí se explica la decisión de António Braz de escribir su libro “Como os Prisioneiros Portugueses foram Tratados em Alemanha” (edición del autor, de 1936), para contradecir la versión oficial alemana de su actuación pretendidamente impecable; libro que disgustará a esas autoridades germanas, que hacen todo lo posible para silenciar la publicación, lo que en parte consiguen -con la colaboración del gobierno portugués- al coartar su divulgación mediante reseñas y críticas.
Muy interesante resulta la visión de la Guerra Civil española y la relación con los refugiados republicanos en Portugal, tan horrible también: Os espanhois até a comida dos cães chegavam a roubar… (pág. 458), dado su estado famélico. Y aporta el conocimiento de conductas emotivas: Havia quem chegasse a fazer pão para lhes dar, mas ninguém podia saber por causa da nossa polícia que estava sempre atenta para os denunciar (pág. 458), referenciando para ello Isabel Braz el libro de Rodrígues Ferreria “Guerra Civil de Espanha – Na Memória de Barrancos”, así como apasionantes experiencias familiares del momento.
Retirado de su actividad laboral en 1936, el capitán António Braz mantendrá una interesante actividad como articulista -ya iniciada unos años antes-, fundamentalmente en el Jornal de Elvas, el Correio Elvense y Linhas de Elvas, sobre su vida militar, experiencias en África, Francia y Alemania, así como defendiendo el patrimonio histórico de la ciudad (págs. 506 y 515-517).
Son también de interés, en las últimas páginas del libro, sus reflexiones sobre el salazarismo, lamentándose del Triste País este que se amarrou a um homem que já nada lhe pode oferecer (pág. 482).

Y finaliza con los años de la vejez, que siente como una muerte anunciada, un deseo de descanso, muy emotivo en las palabras finales: Sei que me vou juntar à mina velhinha e descansar finalmente. Descansar sí, de una vida agitada, difícil, sacrificada, pero plena y fructífera, admirable y ejemplar.

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