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jueves, 8 de marzo de 2018


FORTIFICACIONES ABALUARTADAS. EL PAPEL DE OLIVENZA EN LA CANDIDATURA A PATRIMONIO MUNDIAL
El próximo 17 de marzo celebramos en Olivenza una “Jornada sobre Fortificaciones Abaluartadas y el papel de Olivenza en el sistema luso-español”.
De todos es sabido el protagonismo de las principales poblaciones de la Raia/Raya luso-española en los enfrentamientos que desde la misma creación del Reino de Portugal se han vivido y sufrido, hasta ya entrado el siglo XIX, con las invasiones napoleónicas. Las incursiones del primer rey portugués Afonso Henriques a principios del siglo XII; los enfrentamientos de D. Dinis con María de Molina -tutora de Fernando IV de Castilla, en su minoría de edad-, que desembocan en el Tratado de Alcañices (1297); las Guerras Fernandinas del siglo XIV (desde 1369 a 1382, con intermitencias, entre tres contiendas básicas); la de Restauração del XVII (1640-1668); la de Sucesión española (1701-1714); la llamada Guerra Fantástica (1762-1763); la de las Naranjas (1801), y las de Invasión francesa (1808-1813)… han ido configurando una frontera fortificada, con sus precedentes en los asentamientos medievales musulmanes y sus consecuentes en el “acorazamiento” de las fortificaciones abaluartadas en la etapa de los asedios napoleónicos.
A pesar de los desmantelamientos y destrucciones desde mediados del siglo XIX hasta fechas recientes (y la desidia actual en muchos casos, cuando no desaciertos), este ambiente bélico nos ha dejado un legado patrimonial fortificado de alto valor universal, significación histórica, excepcionalidad, coherencia en red de actuaciones, que -con mucho acierto- Portugal ha colocado en su Lista Indicativa a Patrimonio Mundial. Algo que partió de los municipios -de extraordinarias fortificaciones- de Valença do Minho, Almeida, Marvão y Elvas, y que en el “XI Seminário Internacional de Arquitectura Militar de Almeida” -celebrado a finales de agosto pasado- apoyó con entusiasmo el Presidente de la República portuguesa, que allí mismo se comprometió a interceder para que en la parte española también lo respalde el Rey de España.
Municipios portugueses como Vila Viçosa también ha mostrado su intención de unirse a la propuesta. Y españoles, como Alcántara y Olivenza, se están volcando igualmente en la misma tarea. Precisamente por eso, ahora, se va a celebrar esta Jornada significativa en Olivenza, plaza tan especial, por su significado histórico para ambos países.
Allí estaremos estudiosos comprometidos desde hace ya mucho tiempo en ese proyecto, cual es el caso de Fernando Pacero, militar que coordinó hace dos años el “I Curso de Fortificación y Poliorcética”, organizado por el Aula Militar de Cultura Palacio de Capitanía de Badajoz; Julián García Blanco, historiador, ponente en diversas Jornadas de Fortificaciones Abaluartadas organizadas por la Revista transfronteriza “O Pelourinho” y uno de los mayores especialistas en fortificaciones de la Raya; Ramón García Gómez, profesor de la Universidad de Salamanca, asiduo en los Seminários Internacionales de Almeida y las Jornadas de “O Pelourinho”, otro especialista de primera línea en la Raya; Juan Manuel Vázquez Ferrera, investigador oliventino, también colaborador de “O Pelourinho” y excelente experto en las fortificaciones de Olivenza; João Campos, doctor arquitecto, consultor de la Praça Forte de Almeida, coordinador de los Seminários de esa población, asiduo en las Jornadas de “O Pelourinho”  y uno de los mayores expertos mundiales en fortificaciones, y el que esto escribe -Moisés Cayetano Rosado-, director de la Revista “O Pelourino” y asiduo a los Seminários de Almeida.
De ahí deberá surgir un renovado impulso a la candidatura a Patrimonio Mundial, y la presencia en la clausura del Presidente de la Junta de Extremadura es un paso más en el compromiso “de este otro lado de la Raia/Raya”, de España, una vez que Portugal está totalmente volcado en ello. Queda que se sigan sumando municipios con legado patrimonial fortificado en la Raya, y queda que se continúe apostando por el reacondicionamiento respetuoso de este “tesoro”, fruto de nuestros desencuentros, como muestra de nuestro fructífero encuentro actual, hermanamiento, que debemos seguir cultivando sin cesar.

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