VISITA A LA ILHA
TERCEIRA (y III)
Moisés Cayetano Rosado
UN BREVE PASEO POR LA ISLA.
La Ilha Terceira es un paraíso para
los caminantes.
Recorridos por los “Mistérios Negros” al
centro-oeste (cinco kilómetros de agua, verdor, montes volcánicos y
praderas), por las “Baías de Agualva” al
norte(tres kilómetros y medio de empinadas bajadas y subidas, con vistas
magníficas al mar) o por el “Monte
Brasil” (siete kilómetros y medio alrededor de este cono volcánico, que ha
formado una elevada península de lava basáltica al suroeste de Angra do
Heroísmo, con cráter de un kilómetro de diámetro y elevado a más de 200 metros
sobre el mar que lo rodea), son un reto agradable de afrontar.
En la
primera se encuentra, además, la “Gruta
do Natal” (llamada así por la misa organizada por el grupo “Os
Montanheiros” el 25 de diciembre de 1969). Un tubo de lava con 607 metros de longitud, de fácil y admirable
recorrido -excavado por las erupciones
volcánicas del Pico Gaspar, hace unos 12.000 años, en sucesivas
explosiones, calentamientos y enfriamientos-, que parecen como una gigantesca galería
de minas/contraminas de fortificaciones artilleras.
Muy
cerca de allí, otros dos atractivos geológicos nos esperan: el “Algar do
Carvão” y las “Furnas do Enxofre”.
El “Algar do Carvão” es un sobrecogedor cono
volcánico, por el que podemos descender, como en un viaje al centro de la
Tierra. Tiene su origen en diversas explosiones volcánicas, que fueron
abriéndose camino en sentido vertical, pero describiendo curvan, aberturas
horizontales e inclinadas, según la dureza de las rocas originales superiores.
La cavidad tiene una profundidad de 100 metros aproximadamente, pudiéndose
bajar hasta la “piscina” de aguda inferior, que a veces se seca y en otras
ocasiones puede alcanzar una profundidad de 15 metros. En los techos basálticos
serpenteantes de la cavidad pueden distinguirse varias concentraciones de
estalactitas de silicato y diversas clases de musgos, así como varias especies
de invertebrados, especialmente arañas.
Las “Furnas do Enxofre” constituyen una cavidad ligera, con diversas salidas de
gases volcánicos a temperaturas que rondan los 100º, formados esencialmente
por dióxido de carbono (95%), además de gases sulfídrico y sulfuroso, metano,
hidrógeno y otros. Hay habilitado un paseo vallado alrededor, para
contemplarlas en todo su alrededor, viendo las salidas de humo blanco,
percibiendo su olor sulfuroso, la piedra calcinada… y los alrededores de
verdor.
Por
último, resaltemos de nuevo el “Monte
Brasil”, con su notable caldera, conformada en tres sucesivas erupciones,
la primera submarina, la segunda suaérea y la tercera exterior, que han dado
origen a sucesivos levantamientos y montes separados dentro del armónico
conjunto. Un nuevo paseo, bien trazado y señalizado -ahora de nueve
kilómetros-, nos permite reconocerlo casi al completo, disfrutando de vistas
espléndidas hacia el interior y hacia el mar.
Al norte y este del Monte está todo
el complejo fortificado constituido por el Castillo de S. Filipe y diversos
baluartes, fuertes y reductos que protegen la bahía de Angra; al oeste, nuevos fuertes y reductos que refuerzan la protección de
los lugares más vulnerables, y al sur
los restos del Forte da Quebrada, de difícil acceso por vereda muy
inclinada, pero al que merece acercarse para contemplar el espectáculo de las
vistas hacia el mar. Regresando a la ciudad, aún en lo alto del Monte, tenemos diversas piezas antiaéreas colocadas
durante la II Guerra Mundial, con polvorines, garitas, central de tiro y
otros elementos de baterías artilleras que nos confirman la importancia
estratégica de la isla a lo largo de la historia.
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