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jueves, 5 de julio de 2018


OLIVENZA. FRONTERA DE GUERRA, FRONTERA DE PAZ.
Moisés Cayetano Rosado
Doctor en Geografía e Historia
Director de la I Jornada de Fortificaciones de Olivenza

El inmenso campo de batalla que a lo largo de la historia siempre fue la Península ibérica, tiene una sistemática línea de fricción en la frontera occidental desde la formación del reino portugués.
Cuando el primer rey de Portugal -don Afonso Henriques- inicia su expansión desde Guimarães en 1128, llegando hasta el sur de Extremadura, va reforzando los castillos conquistados a los musulmanes, para resistir ante ellos y marcar la frontera con León-Castilla. Labor que continuarán sus sucesores, destacando don Dinis, que parecen acabar las disputas al firmar con la regente castellana doña María de Molina (en nombre de su hijo menor de edad Fernando IV) el Tratado de Alcañices en  1297. Tratado en que Portugal recibe, entre otras plazas, la de Olivenza.
Sin embargo, las rivalidades continúan, siendo especialmente frecuentes en el reinado del portugués don Fernando (1367-1383). Por ello, las poblaciones de frontera van a reforzar sus defensas, modernizando castillos y amurallando ciudades con nuevas cercas, dadas las progresiones de los espacios urbanos fronterizos.
Bajo el reinado de don Manuel I de Portugal (1495-1521), yerno de los Reyes Católicos, su escudero Duarte de Armas recibe el encargo de hacer un levantamiento de las fortificaciones de la frontera con Castilla. Realizará el encargo en 1509, dejándonos el valioso documento iconográfico, donde nos muestra el “cosido de la raya”, en que ya se revela el estado de adecuación a las nuevas armas, al uso de la pólvora en la defensa de las poblaciones y en el ataque mediante la artillería.
Con la muerte del rey don Sebastián sin descendencia, así como de su sucesor y tío, el cardenal don Henrique, el trono de Portugal pasa al rey de España Felipe II, que reinaría el territorio luso con el nombre de Filipe I a partir de 1580, si bien en 1640 se inicia una guerra de separación que llevaría a la independencia de Portugal en 1668, bajo la dinastía de Bragança. Esta “Guerra da Restauração” portuguesa llevaría a un enorme esfuerzo económico, militar y constructivo en ambos lados de la Raia/Raya, empleando nuevas técnicas de fortificación en las ciudades fronterizas: modelo abaluartado, de gran complejidad, adaptado a la potencia de la artillería.
La “Frontera de Guerra” adquiere mayor dimensión y el modelo se perfeccionará con el tiempo, ya que la Guerra de Sucesión española (1701-1713) nos lleva a nuevas batallas, que tendrán el espacio extremeño-alentejano como protagonista principal, dada su situación en la línea directa Madrid-Lisboa, los espacios sin obstáculos geográficos para la incursión de la pesada artillería y los fértiles campos de promisión para los ejércitos (soldados y caballería).
Dentro de esta “Línea de incursión” entre ambas capitales, el principal escudo de defensa portugués lo formará la tenaza Campo Maior-Elvas-Olivenza, frente al empuje invasivo de Badajoz. Escudo y flecha de incursión que continuarán teniendo un protagonismo bélico de primera dimensión durante las invasiones napoleónicas, ante las que una vez más se refuerzan y perfeccionan nuestras defensas.
Habrá que esperar a mediados del siglo XIX para que toda esta maquinaria deje de tener esta función cruenta, quedando como testigo de tantos siglos de enfrentamientos y levantamientos defensivos, que ahora constituyen un patrimonio monumental de dimensiones colosales, sin par por su extensión, concebido como sistema territorial y muestra del ingenio técnico humano.
Por ello, en mayo de 2016 entró esta Raia/Raya fortificada en la Lista Indicativa a Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, bajo iniciativa de Valença do Minho, Almeida, Marvão y Elvas. Y por esto, se celebró en Olivenza -en marzo de este año- una Jornada de Fortificaciones, en que se resaltó el valor del conjunto, y el papel de esta población (alentejana hasta 1801, y extremeña desde entonces, a raíz de la Guerra de las Naranjas) en el sistema luso-español.
Y lo que podría ser un obstáculo diplomático y de sentimientos encontrados -el papel de Olivenza en el conjunto y en la propuesta de Candidatura Patrimonial-, debe ser una oferta singular por su papel en lo que fuera “Frontera de Guerra” y hoy “Frontera de Paz”.
En la Revista del “Centro de Estudos de Arquitectura Militar de Almeida” -que será presentada a finales de agosto en el “XII Seminário Internacional sobre Arquitectura Militar”, a desarrollar en Almeida, donde también se presentarán las Actas de la Jornada de Olivenza-, va un certero trabajo del arquitecto portugués Rui Ramos Loza, en el que dice: “este territorio debe elegir-se como patrimonio de Paz. Esse pode ser o destino histórico de Olivença, cidade patrimonial do mundo como símbolo desta raia desmilitarizada”. Y propone de cara a la Candidatura a Patrimonio Mundial: “Um órgão de Gestão conjunto, com sede em Olivença”, sustentado materialmente por los Gobiernos de España y Portugal.
Reto apasionante, que los mejores especialistas en historia y patrimonio avalan, como también el Gobierno portugués y el Presidente de la República. En las Actas de la Jornada de Olivenza, Presidente de la Junta de Extremadura, de la Diputación de Badajoz y Alcalde de Olivenza, respaldan la Candidatura y el papel de Olivenza. Es cuestión ahora de continuar el trabajo ya iniciado.

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