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martes, 18 de diciembre de 2018


LA SERENA NOSTALGIA DE RUFINO FÉLIX MORILLÓN

MOISÉS CAYETANO ROSADO

Autor: Rufino Félix Morillón.
Edita: Beturia Ediciones. Madrid, 2018. 61 páginas.

De Rufino Félix Morillón he hablado y escrito tanto que cualquier añadido a lo expresado no podrá ser más que repetir. Repetir mi asombro por lo mucho que es capaz de producir su inabarcable sensibilidad poética; repetir mi convencimiento de que estamos ante una de las voces literarias más lúcidas, precisas, pulcras en la palabra, redondas en la metáfora, elegantes en la expresión, que ha producido Extremadura en la contemporanidad. Y al decir Extremadura hay que hacerlo extensivo a la universalidad de las letras, pues nuestra región ha dado en los últimos años escritores de talla extraordinaria, que no quedan por debajo de los que han ido produciendo otras latitudes.
Ahora nos enriquece con un nuevo libro de poemas: Y el alba no vendrá, que publica Ediciones Beturia, asociación cultural fundamentalmente de extremeños residentes en Madrid, con largo recorrido editorial de calidad.
Abre el poemario con un “guiño” a los versos de William Wordsworth en “Esplendor en la hierba”, que ya nos resume el contenido, sintetizado aún más en el título de la obra: La hierba tuvo su hora del deslumbre./ Fue cuando la belleza de las flores/ irisaba los ojos, como pedrería/ fulgente en la mirada/. Pero el paso del tiempo/ agostó la hermosura, el lozano verdor (pág. 9).
El poeta lleva ya décadas obsesionado con el paso del tiempo, que desgrana, persigue, se le escapa en libros sucesivos, dando lugar a una letanía nostálgica, llena de belleza y una tenue amargura remansada, testimoniando el paso del tiempo que También son la alegría/ de poder dar al aire mis palabras/ que pugnan por no ser atardecidas (pág. 12)
Y esas palabras le llevan  a contemplar la vida, los paisajes, el paisanaje que contiene y que contuvo, los grandes poetas que le acompañan siempre, como Ezra Pound, Leopoldo Panero, Luis Cernuda… (págs. 22, 23, 25)
Siente sus ausencias, como sombras inquietas, viejas sombras, que le hacen retroceder años, décadas, y así: Busco afanosamente: las estancias/ sólo son viejas sombras de mi infancia./ Cuánto dolor hiriendo la mirada/ con esta visión turbia que me sangra (pág. 37).
Todo el libro está impregnado de ese leve dolor de la pérdida que la propia vida y su paso nunca detenido nos depara, por lo que no faltan las alusiones repetidas a las “sombras” (pág. 37, 43), al vacío existencial (págs. 38-39), al abandono (pág. 42), los lutos (pág. 44), las pérdidas irreparables (págs. 50, 52, 55), hasta llegar al desgarrado final, en el poema “Epitafio posible”, donde aguardo el reencuentro, tras testimoniar que Me acompañó el amor./ Mi vida fue feliz,/ aunque en los días oscuros padeciera/ congoja por la ausencia (pág.61).
Este “dulce amargo” de Rufino Félix Morillón -hombre alegre en el trato y tan profundo en el verso desgarrado- nos invita a reflexionar sobre la vida y sus batallas, a serenar impulsos y embestidas, y a disfrutar de la magia de unos versos donde triunfa la belleza, “el esplendor en la hierba y la gloria en las flores”.

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