En CUADERNO DE BANCO. BADAJOZ.
ANOCHECER EN BADAJOZ
La tarde fue llenándose
de pinceladas grises,
como si fuera el cielo
un gran manto nevado de cenizas.
El sol se abría camino
languideciendo en su fatiga,
sin acertar a destacarse
entre el boscaje oscuro.
Pero de pronto, en un temblor final,
abrió sus venas, derramando
su belleza postrera por el río,
por la suave silueta de la ciudad vecina.
El cotidiano espectáculo
iba paralizando a caminantes
del diario paseo por entre puentes,
mientras los cormoranes se esforzaban
en buscar a la luna y su refugio.
Un silencio de alas desplegadas
se apoderó del agua enrojecida,
y apenas nos dio tiempo
de eliminar resuellos,
cuando definitivamente
la noche bajó el telón del espectáculo.
Moisés Cayetano Rosado
LATERAL DE LA
PUERTA DEL AYUNTAMIENTO
Ahí, en los
soportales,
he visto muchas
veces el llanto, la tristeza.
Y aunque
también el rebullir
de fiestas,
cohetería, confetis, vocerío
mezclados con
canciones y gritos de alegría,
abajo queda el
poso de la urgencia,
el nerviosismo
del que busca
alguna solución
para seguir
acarreando el fardo de la vida.
¿Qué turno
espera cada uno?
¿Acaso el
banco, donde por un momento
se sientan a
coger
resuello, les
sirve de reposo y esperanza?
Todos cifran
-rampa arriba-
su apuesta en
una leve frase
que sirva para
abrir
la espita de
una luz.
A veces la
llamada se produce
y el color de
los pétalos inunda
el gris pulido
del granito
donde se paran,
pausados, a esperar.
Moisés Cayetano
Rosado
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