SAN PETERSBURGO-MOSCÚ: LIMPIEZA Y URBANIDAD RODEANDO EL ESPLENDOR
(I)
LA BRILLANTEZ DE SAN PETERSBURGO
Moisés Cayetano Rosado
Lo primero que me sorprende al callejear por San Petersburbo, entrar en sus palacios, museos, iglesias, hoteles, caserío, patios
interiores… es su limpieza. Los
suelos impolutos, a pesar de los
tropeles de turistas en sus espacios monumentales, los miles de turistas
que se agolpan (especialmente chinos, que nos “acompañarán” en todos los
circuitos, sobre todo en Moscú, donde pienso que suben al 90% del total, como
un 10% más que en los otros lugares).
Lo de los chinos tiene su explicación,
entre otras cosas, en los acuerdos favorables intergubernamentales, las rebajas
en las entradas a cualquier lugar visitable de pago, y a que la presencia
hotelera de sus lugares de origen es muy notable. Lo del resto de los turistas,
porque la belleza incomparable de su
legado artístico, la variedad del mismo y lo accesible de todo ello, sin
mucho trajín de separaciones entre dichos “tesoros”, hacen de estas dos macro
poblaciones y sus alrededores un destino irresistible.
Empezamos la visita por la fortaleza de San Pedro y San Pablo,
origen de San Petersburgo, de 1703, de Domenico Trecini, enclavada en un islote
al que rodea el río Neva. Acoge los restos de varios zares, destacando entre
ellos Pedro el Grande, fundador de la ciudad. Su óvalo fortificado con seis baluartes y rediente defensivo exterior,
es por dentro una miniciudad, que ya en sí nos da una idea de la grandeza de
toda la urbe.
El patrimonio
eclesiástico es abrumador en el centro histórico, destacando la Catedral de San Isaac, un templo neoclásico, con
tintes barrocos, de comienzos del siglo XIX. De fantástica cúpula y linterna
recubiertas por unos 100 kilogramos de oro, con interior de mármoles rusos,
italianos y franceses, zócalo de granito y columnas del retablo cubiertas de
lapislázuli y malaquita. Ello sin dejar
atrás la Catedral de Nuestra Señora de Kazán -igualmente neoclásica y
grandiosa-, consagrada a la Virgen más venerada de Rusia, siempre con largas
colas de fieles esperando a rezar ante su icono.
Pero tal vez la más “rusa” de las iglesias sea la de San Salvador sobre la
Sangre Derramada, que conmemora el asesinato en 1881 del emperador
reformador Alejandro II. Más tardía en su
construcción, sus cúpulas bulbosas, policromadas y doradas, así como la
profusión ornamental, modernista, de la fachada, hacen de ella un monumento
excepcional. Actualmente es museo estatal, donde destacan los mosaicos del
interior, que cubren sus paredes, columnas y cúpulas.
No menos importante que esta profusión arquitectónica es la escultórica, entre la que deberemos destacar el “Jinete de Bronce”, escultura ecuestre de Pedro I, realizada por
Étienne Maurice Falconet, sobre enorme roca (“La Piedra del Trueno”), a orillas
del río Neva. El gran poeta ruso Aleksandr Pushkin, escribiría un famoso
poema-leyenda sobre el mismo, recorriendo su grandeza y la arriesgada situación
de esta ciudad que fundó en zona pantanosa e inundable.
Pero quizás lo más conocido de San Petersburgo sea el Museo Hermitage, uno de
los más importantes del mundo, con más de tres millones de obras de arte, de
todas las épocas, distribuidas en diversos palacios, entre los que sobresale el Palacio de Invierno
(residencia de los antiguos zares), de inigualable grandeza. Podemos seguir
desde él la historia del arte occidental y asiático, recorriendo sus lujosas
salas, profusamente decoradas con pinturas, mosaicos, bajorrelieves, etc. y
dotadas de lujoso mobiliario, lámparas, espejos…
Pero San Petersburgo también son sus calles y canales; sus avenidas
(destacando la Nevsky) que atesoran edificaciones monumentales, librerías excepcionales, tiendas de todo tipo, más y más iglesias,
palacetes, edificios con patios interiores accesibles, que conservan sabor
decimonónico…, y el rio Neva,
canales navegables (excepto en el invierno, que se hielan), desde donde admirar
la ciudad y el Crucero Aurora, que
participó en diversas guerras (Ruso-Japonesa, II Guerra Mundial) y donde se
desenvolvió uno de los primeros incidentes de la Revolución de Octubre.
En las cercanías, no podemos dejar de visitar el Palacio de Peterhof, a 30
kilómetros, en el sur del Golfo de Finlandia, que forma parte del “Centro
Histórico de San Petersburgo y conjuntos monumentales anexos”, calificados como
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1990.
Tildado como el “Versalles Ruso”, era la residencia principal de verano
de los zares, y en su parque existen 150 fuentes y tres
cascadas, gran número de estatuas, jardines, arboledas, láminas de agua con
espectaculares chorros que se ponen en funcionamiento en diversos momentos del
día, atrayendo a los curiosos por sus juegos espectaculares.
No hay comentarios:
Publicar un comentario