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miércoles, 19 de febrero de 2020


BEJA, SERPA, MOURA
Moisés Cayetano Rosado
Beja tiene uno de los castillos más imponentes de Portugal (de casi 40 metros de altura), con cierto parecido al de Estremoz, pero de visita más sustanciosa y rica en contenidos históricos: desde su fundación bajo el mandato de Julio César hasta la Edad Moderna, pasando por la dominación musulmana y cristiana; desde lo alto, las vistas son extraordinarias. Sus numerosos museos (destacando el Museu Regional), el caserío de sabor medieval, las plazas y rincones, peleourinho, murallas exteriores, arco romano… forman un conjunto de visita imprescindible. Comer en esta capital del Bajo Alentejo es una delicia, especialmente en sus tascas (casas de pasto).
Las “cinco cartas de amor de Sor Mariana de Alcoforado a un joven oficial francés de servicio en Beja durante la Guerra de Restauração” (jovencísima monja “a la fuerza” en Beja) constituyen una de las leyendas más curiosas de esta ciudad (http://cai.sg.inter.edu/reveduc$/prdocs/V42A06.pdf), junto a la del propio escudo de su bandera local: una vaca que, envenenándola, sirvió para matar a una serpiente asesina, el mayor problema de la población.
Serpa posee un castillo de origen musulmán, reconstruido por el rey Don Dinis en el siglo XIII, muy afectado por los bombardeos de guerras sucesivas, pero actualmente muy bien rehabilitado. También destaca un espectacular acueducto del siglo XVII, con grandes arcos,  construido para abastecer el palacio de los condes de Ficalho. De Serpa es muy apreciado el queso de oveja, especie de torta para untar, de los mejores del mundo. El restaurante O Alentejano -siempre lleno- es uno de los lugares “de culto” para comer cocina autóctona, sin olvidar otros como Arrocinho de Feijão, en una entrada de la población.
El nombre de ciudad, plasmado en su escudo, hace referencia a una “serpiente-dragón”, muy común en la heráldica portuguesa,
Moura conserva restos rehabilitados del castillo medieval, reconstruido en el siglo XVI, junto a un magnífico jardín romántico de agradabilísimo recorrido. Su barrio morisco, muy bien encalado, adornado con macetas y de muy cuidado empedrado, es uno de los más admirables de Alentejo. Su Iglesia Matriz es monumental en su interior, y la fachada manuelina es una de las más bellas de Portugal. Delante, presenta un airoso pelourinho.
Una leyenda trágica se simboliza en su escudo, con una princesa mora muerta a los pies del castillo, al creer que a su amado lo habían asesinado los cristianos, que entraron en la población disfrazados con las ropas de su prometido y séquito, conquistándola tras serle abiertas las puertas, por el engaño.

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