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domingo, 21 de marzo de 2021

LA DIGNIDAD DE UN PUEBLO

Tenía yo un buen amigo en Alburquerque, que después se convirtió en alcalde. Un alcalde abrumadoramente votado por sus paisanos, lo que festejé con mucha alegría. Y le acompañé en fiestas; en recorrido por el propio Ayuntamiento; en mítines, compartiendo escenario. Después  experimenté un alejamiento que comenzó por sus decisiones sobre el patrimonio fortificado de la población, sobre el que ejerció una acción irreverente, destructiva, en lo que se vio respaldado por el partido por el que fichó tras largo tiempo de caminada con grupo propio: el PSOE. Algo traumático para mí; al principio no entendía la oposición de gente tan luchadora como Esteban Santos o Francis Negrete, a los que luego he tenido que dar la razón, y no solamente en esto sino en el gravísimo problema persistente del maltrato laboral a los funcionarios y trabajadores municipales.

Ahora, tras la huelga de hambre de uno de los funcionarios, policía municipal, así como la protesta de parte de los trabajadores que llevan sin obrar más de cuatro meses, me siento golpeado. Golpeado por aquel en quien creí y que ahora es el “asesor” de la alcaldesa incondicional a sus decisiones (él no puede seguir con el “bastón de mando” por inhabilitación judicial). Pero también golpeado por los dirigentes el partido que lo sustenta (PSOE) y que no toma la decisión necesaria de expulsarlos a ambos de su protección de manera pública y contundente.

El pueblo de Alburquerque, esta admirable población que desde muy pequeño vi como el “hermano mayor” del entorno (soy de la comarca, de La Roca de la Sierra), tan hermoso, monumental, lleno de historia, de arte y de naturaleza, maravilloso todo ello, merece otro destino, otra dirección, otra manera de tratar a sus propios habitantes y sus trabajadores.

Aún espero de la alcaldesa y de Ángel Vadillo una explicación de sus actitudes y decisiones; explicación al pueblo, a la sociedad en general, porque la situación es totalmente insostenible, y ya resulta absolutamente inaguantable, tras aquella huelga de hambre, las protestas cotidianas de trabajadores en la puerta del Ayuntamiento, y los actos de repulsa que se vienen sucediendo cada sábado en la plaza principal de la localidad.

Moisés Cayetano Rosado

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