REALIDADES Y FRUSTRACIONES
Acabo de enterarme del fallecimiento de Otelo Saraiva de Carvalho, uno de los símbolos más importantes de la Revolução dos Cravos. Un personaje extraordinario, que conocí y con el que tuve la oportunidad de hablar en Badajoz y en Cáceres, hace ya algunos años. En mi libro "Salgueiro Maia, das Guerras em África à Revolução dos Cravos" lo cito reiteradamente, tanto por su protagonismo en la Revolução, como por sus escritos sobre las guerras coloniales, el proceso revolucionario y su posterior desenvolvimiento. Hombre, militar imprescindible en aquellos años cruciales, sufrió posteriormente de persecución que le llevó a la cárcel y la marginación, para después verse engrandecida su figura, que con el tiempo seguirá cobrando valor, como ocurre con Salgueiro Maia y otros valerosos "Capitães de Abril. ¡Cuánto siento su pérdida! Precisamente, estábamos planteándonos volver a contar con él en nuevas actividades, que ahora quedan definitivamente descartadas.¡Que descanse en Paz quien tanto luchó por conseguirla!
A
continuación reproduzco el resumen que de su intervención en la CRÓNICA ÁGORA.
EL DEBATE PENINSULAR, organizado por la Junta de Extremadura en el año 2000,
hice por encargo de la Junta: ver CRÓNICA completa en el Documento 116 de mi
enlace: http://moisescayetanorosado.blogspot.com/p/paginaprueba.html
Otelo recordó cómo entre el 1 y 3 de junio de 1973 hubo un “Congreso de Combatientes de Ultramar” organizado por conocidos elementos de la extrema derecha que era un artificio de Marcelo Caetano para obtener apoyo público en su política de guerra colonial, lo que contó con el boicot de los militares profesionales, de los que no acudió ninguno. “Sólo en Guinea -afirmó- fueron recogidas 400 firmas de protesta”.
El
29 de junio de 1973 se promulgaría un decreto, publicado el 12 de julio, y
seguido por otro en agosto que perjudicaban claramente a los oficiales de
carrera, dando paso en el escalafón a jóvenes que hacían el servicio militar en
milicias. Esto dio pie al “Movimento dos Capitães” para enviar un escrito de
protesta desde Guinea al Presidente de la República, al Presidente el Consejo
de Gobierno, a los ministros de Defensa, del Ejército y de Educación y al
Subsecretario de Estado del Ejército.
El
9 de septiembre se reúnen en Évora 136 capitanes, que también firman el
documento de repulsa. Las protestas fructificaron, revocándose los decretos a
finales de octubre. Fue una victoria de los capitanes que, lejos de acallarlos,
les dio fuerza para continuar en una línea que ya estaba trazada: acabar con la
injusta situación colonial. Se extiende la organización a otros oficiales y
cuadros del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, pasando a denominarse
“Movimento de Oficiais das Forças Armadas” (MOFA) desde el 1 de diciembre de
1973, que a principios de 1974 se extiende a cuadros subalternos y tropa, con
lo que adquiere el nombre definitivo de “Movimento das Forças Armadas” (MFA).
El
5 de marzo de 1974 se reúnen en Cascáis 197 oficiales y subalternos, firmando
un documento programático del MFA 111 de ellos, que llevan además la
representación de otros 602 compañeros. Este documento se posicionaba contra la
guerra colonial y a favor de la independencia de los pueblos de África. Y
mientras esto ocurre, el 15 de marzo, los generales Costa Gomes y Spínola, Jefe
y Vice-Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, fueron apartados de sus
funciones, al no contar con la confianza de Marcelo Caetano. Éste, a pesar del
malestar en el ejército, queda relativamente tranquilizado con esta maniobra y,
sobre todo, al abortar una intentona de golpe de estado surgida en Caldas da
Rainha el 16 de marzo.
No
obstante, “el 15 de abril -señala Otelo- yo tenía finalmente elaborada en más
de veinte páginas la Orden de Operaciones, conteniendo el estudio de situación,
una idea de maniobras, un plan general de operaciones, las misiones para las unidades,
la logística y las órdenes”. Vitor Alves y Melo Antúnes se encargaron de la
parte política, que fue presentada a Spínola, para que él hiciera sus
enmiendas. Precisamente va a ser Spínola, dice Otelo, quien proponga la
transformación de la denominación MOFA por la más generalizadora de MFA.
Otelo
distribuye las misiones personalmente y, cuenta, el único que le hace preguntas
es Salgueiro Maia: “¿Tenemos programa político?”, es la primera, y “¿tenemos
generales al mando?”, la segunda, a lo que le contesta afirmativamente, aunque
lo último no era cierto ya que Spínola se mantenía fuera de compromisos de
mando, quedando a la expectativa de lo que ocurriera, pero temía que Salgueiro
se volviera atrás.
Sólo
el 22 de abril se decidió la fecha del golpe, que para despistar a los
servicios secretos del régimen se había lanzado el rumor de que se iba a
efectuar después del 1 de mayo. Y a los ayudantes de Spínola no se le comunicó
hasta las nueve de la noche del día 24: “Manténganse atentos durante la madrugada
a las emisiones de radio”, le dijeron lacónicamente.
“El Movimiento -indica con orgullo Otelo-, en diecisiete horas derrumbó de hecho al régimen fascista. Democratizar, descolonizar y desenvolver el país son los grandes objetivos del MFA”.
No
obstante, Otelo reconoce las dificultades surgidas durante el período
revolucionario, las tensiones, el peligro de guerra civil que muchos sintieron.
“Mis camaradas Vasco Lourenço y Vitor Alves –reprochó- dicen que yo fui
instrumentalizado por la extrema izquierda y yo creo que ellos fueron
perfectamente instrumentalizados por el Partido Socialista, que sí pretendió
integrarme a mí, lo que yo rechacé siempre”. Añadiendo: “No fui
instrumentalizado por la izquierda revolucionaria, simplemente me adherí a
ella. Y una frustración que tengo es no haber aprovechado la gran oportunidad
que el MFA tuvo por miedo al comunismo; aprovechar para crear un modelo nuevo
de régimen político, en que la democracia directa exija la participación
efectiva de los ciudadanos en la vida política del país”. No obstante,
reconoció la alegría de la conquista de las libertades, la descolonización y la
consecución fundamental del poder municipal.
Otelo
acabó distendidamente su intervención afirmando: “Mi pena es que de hecho
nosotros no pudimos hacer el 25 de Abril contra Salazar. Que el dictador
muriera en la cama lo tengo atravesado aquí, en la garganta. ¡Sin que lo
hubiéramos derrumbado, para probar que él no era invencible, pá!”.
Moisés Cayetano Rosado
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