LA
RAYA. UNA HISTORIA DE CONTRABANDO.
Autor: Fran Serrano.
Edita: Editorial Intemperie. Badajoz, 2021. 210 páginas.
Había decidido dejar para más adelante la lectura de la
novela La Raya. Una historia de
contrabando porque tenía varios compromisos “lectores” atrasados. Pero
decidí, antes de poner el libro en la pila de volúmenes pendientes de abordar,
echarle un vistazo rápido, por la curiosidad de un tema que me es especialmente
interesante, como a todo “rayano”.
Y una vez comenzado la lectura, ya no pude dejar la
narración, aparcando todo lo demás. Estaba ante una obra digna de abordar sin
demora y proseguirla hasta el final.
Las primeras páginas me hicieron recordar El fulgor y la sangre, de Ignacio
Aldecoa. Ese tremendo “aguafuerte” situado en la misma década en cuanto a su
desenvolvimiento y que de forma tremenda nos presenta la cruda realidad de los
cuarteles de la Guardia Civil en las localidades olvidadas de la mano de dios y
de los hombres, con todas sus brutalidades y miserias.
A medida que me adentraba en esta enmarañada historia de los
hombres “amarrados” al contrabando del café en las zonas rayanas de la Baja
Extremadura, me hacía recordar la tal vez olvidada novela de Antonio
Ballesteros Doncel, Los mochileros, editada
en 1971, pero que recrea situaciones y personajes parecidos, a los que daría
continuidad en La última mochila, de
2003.
Son muchos los autores que se han acercado a este mundo
difícil, sacrificado, lleno de temor, sufrimiento, persecuciones e insoportables durezas, que es el que rodea
a los pueblos donde tantos de sus habitantes necesitados recurrieron al
contrabando de café y otras utilidades domésticas para sobrevivir. Tanto desde
el punto de vista creativo, como en la investigación histórica, sociológica,
económica. Por eso, es muy atrevido embarcarse en la publicación de alguna
historia referente a esta problemática sin redundar en lo suficientemente
conocido y narrado.
Pero Fran Serrano, experimentado poeta, psicólogo y conocedor
de lo que narra por pertenecer “de nacimiento y vida” al mundo de la Raya
luso-española, ha sabido encontrar una voz propia y un mensaje atractivo, donde
la intriga, la lucha por la vida, los sentimientos encontrados entre el amor
(familias tan carentes de lo más necesario, unidas en su desdicha) y el odio
(perseguidores y perseguidos), la necesidad de buscar un resquicio para
sobrevivir, se agolpan en una narrativa serena, rica en recursos literarios,
poética muchas veces, tremendista otras.
Estamos ante una obra de realismo crítico, de retratos fieles
de una sociedad de posguerra llena de miedos y penurias, de sobrevivencia a
base de jugarse la piel en cada correría, en esas noches de miedo y sobresaltos
que eran el discurrir cotidiano de los contrabandistas.
Muy bien localizada en la “Raya/Raia Sur” de
Extremadura/Alentejo, entre Oliva de la Frontera y Barrancos, míticas
poblaciones de latifundios, señoritos poderosos, guardias al servicio de un
“orden” que les favorecía, en tanto doblegaban a los de abajo, jornaleros sin
tierra y tantas veces sin jornal.
Fran Serrano no hace concesiones a la sensiblería. Y tampoco
nos ofrece unos personajes, un personaje central, que se doblegue. La rabia
ante tanto atropello se resuelve con determinación, incluso tal vez con
tremendismo; pero es que las situaciones que nos presenta no dan para menos:
rebelión ya que no organizada, sí individual del que se siente acorralado ante
el volcánico destino de infortunios del que nada tiene y le pretenden quitar la
mínima libertad de sobrevivir.
Recuerdo que hace ya muchos años, en esa Oliva de la Frontera
que está claramente dibujada en la novela, un hombre comedido y justo como era
el escritor Francisco Lebrato Fuentes me hablaba de las dificultades de los
braceros sin trabajo, de sus rebuscas en el campo, sus furtivos apaños de
bellotas para tener al menos algo que comer, y cómo la Guardia Civil de
aquellos tiempos los atrapaban y atormentaban física y psicológicamente sin
compasión. Igual esos mochileros, este contrabandista, Diego, protagonista de La Raya. Una historia de contrabando. La
sangre finalmente derramada, múltiplemente derramada, no es más que el
desembocar de un río impetuoso que vomita su irremediable destino trágico en el
mar embravecido de la vida.
¡Buena obra para leer con el placer de lo bien escrito, bien narrado,
y al mismo tiempo bien concebido como testimonio de unos tiempos de postguerra
que no deberán volverse a repetir!
MOISÉS CAYETANO
ROSADO
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