¡HA LLEGADO EL POLLO! ¡HA LLEGADO LA
VACUNA!
En la cartilla de racionamiento, en Cuba, entra -por ejemplo- pollo. Y el “compañero” va a la cola del mercado a que está asignado, dispuesto a llevarse su ración. Pero ocurre que esa vez no ha llegado pollo y tiene que irse con su frustración a casa. De pronto, alguien en la “cuadra” grita: “¡Llegó pollo, llegó pollo!”, y entonces todo son carreras para hacerse con su ración, y con suerte lo logra.
En la “cartilla” de vacunación a uno le
corresponde la vacuna, pongamos la dosis de refuerzo, para lo que ya lleva una
demora inexplicable, habiendo pasado grupos de edades inferiores a la suya.
Pero no acaban de llamarle, o sea su “cartilla de llamamiento” no está
dispuesta. Y nadie te da razón de la causa, porque nadie sabe nada, nadie se
responsabiliza de nada presencialmente, ni contestan a teléfonos prefijados
para ello y te dan largas (o no responden) en correos electrónicos habilitados
para “incidencias vacunas”.
Pero de pronto un día, o una tarde-noche, te
dicen de pronto: “¡hay vacunas en tu lugar de referencia (pongamos el ‘Centro
de Vacunación de la Universidad de Extremadura en Badajoz’)!”. Y entonces echas
a correr (¡una vez más, por cierto!) a ver si ahora hay suerte y te alcanza el
pollo, o sea la vacuna, aunque no estés en lista de ese día.
Llegas y hay 13 personas esperando a recibir
la inyección… pero no pueden lograrlo porque no es que falten pollos/vacunas en
ese momento: es que se necesitan 21 personas para abrir el paquete de viales de
“Moderna”. Entonces, te invitan a que llames a conocidos, familiares, amigos, a
quien sea, a ver si quieren ponerse en ese momento (ya noche cerrada) la
vacuna, y se logran reunir los 21 necesarios, porque si no se estropearían los
viales que no se utilicen.
Y yo que llego allí de acompañante, al
bajarme del coche me preguntan a gritos: “¿Quiere usted vacunarse?”. ¡Vaya!,
resulta que ya lo estoy, que ya tengo mi ración de pollo/vacuna completa.
Frustración en los dispensadores que siguen a la espera, con amenaza de mandar
a todos los esperantes para casa, sin dispensar el producto.
A la desesperada, llaman a algún
“responsable”, exponiéndoles la situación y ¡parece que da el visto bueno a
vacunar a los que están a la espera, con o sin cita de ese día!
Bueno, ha dado resultado la llamada. Los
“compañeros” que gritaron “¡Ha llegado el pollo/la vacuna!” nos han hecho un
favor del carajo dentro de este ambiente surrealista.
MOISÉS CAYETANO ROSADO
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