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jueves, 13 de abril de 2023

 CINCUENTENARIO DEL PROCESO REVOLUCIONARIO DE PORTUGAL


MOISÉS CAYETANO ROSADO

Aunque el cincuentenario de la Revolução dos Cravos tendrá lugar en Abril de 2024, es ahora, un año antes, cuando maduran las condiciones para realizar el Golpe de Estado del 25 de Abril, que acabaría con el Imperio Colonial portugués y con su larga Dictadura de medio siglo de existencia.

Los jóvenes militares comprendieron su propia equivocación al mantener que Portugal era un “todo” desde “O Minho até Timor”, una nación de naciones universal, y que había que acabar con la sangría que desde 1961 estaba llenando de luto al país y a sus colonias, cuando la independencia de los territorios sojuzgados era un hecho en todo el mundo occidental.

El Golpe contra el régimen totalitario empeñado en mantener bajo su mando los territorios dominados en África y Asia se fragua en Guinea-Bissau, bajo el liderazgo de jóvenes capitanes. Comprenden que la guerra sostenida por los grupos independentistas goza del favor popular nativo, y que estos pueblos africanos sometidos tienen derecho a su propia independencia, como un día la tuvo Portugal con respecto al Reino leonés y a los musulmanes. Entienden su lucha y se sienten ocupantes desasistidos del propio derecho internacional, pues las condenas de la ONU son continuas, como lo son la ayuda internacional de distinto signo para las organizaciones político-militares nativas.

Las reuniones de estos militares se suceden en 1973 (especialmente la de los oficiales profesionales, a partir del Decreto 373/73 que primaba la promoción de oficiales no profesionales ante la escasez de militares de carrera para hacer frente a las guerras en África), pasando de las reivindicaciones corporativas a las políticas bajo el lema de “las tres D”: Descolonización, Democratización y Desenvolvimiento. Desde comienzos de 1974 las asambleas se suceden por todo el país, haciendo del Movimento dos Capitães una fuerza anti-régimen imparable, que desemboca en el Movimento das Forças Armadas, concordante con las reivindicaciones de la oposición política, hechas públicas en el 3º Congresso da Oposição Democrática de Aveiro, del 4 al 8 de abril de 1973.

António de Oliveira Salazar había sufrido un accidente inutilizador en 1968 y su sucesor, Marcelo Caetano, no respondió a las expectativas de diálogo democrático y negociación con las poderosas fuerzas independentistas de Angola, Guinea-Bissau y Mozambique, que se le presuponían. Al contrario, mantuvo la “huída hacia adelante” que llevaría a un callejón sin salida, de mayor acción guerrillera en África y creciente actividad opositora en la metrópolis, especialmente del poderoso Partido Comunista, a pesar de la crueldad de la policía política para con unos y con otros.

Así, el Golpe Militar del 25 de Abril constituyó un triunfo fulminante en la misma noche de efectuarse. Y lo fue no solamente por la pericia de los militares implicados sino por el masivo apoyo popular desde el primer instante de la sublevación. El pueblo de Lisboa, nada más comenzar los enfrentamientos en la Praça do Comerço esa noche, se lanzó a la calle, a pesar de las consignas de los propios sublevados de que se mantuvieran en sus casas por el peligro de un desenlace armado de gran potencia artillera.

Las masas populares acompañaron a los sublevados por toda la Baixa de Lisboa y por el Barrio Alto, aún cuando las consignas de retirada a sus casas seguían siendo insistentes. Y ya en el Largo do Carmo, frente al Cuartel de la GNR (Guardia Nacional Republicana), donde se había refugiado Marcelo Caetano, los balcones, tejados, acerados, árboles, la propia plaza en toda su extensión, ¡la carrocería de las tanquetas! quedaron abarrotadas de un impresionante gentío que gritaba consignas en contra de la dictadura y a favor de la democracia y la libertad.

Después vendrían tiempos difíciles. Las negociaciones de pacificación e independencia en las antiguas colonias, que se prolongarían por un año, con inevitables tensiones; los acuerdos y desacuerdos en los gobiernos provisionales; la acción revolucionaria de las nacionalizaciones de industrias y servicios; la Reforma Agraria, con la ocupación contundente de propiedades rústicas; los choques entre formaciones políticas. Nadie renunciaría al “sueño” de “las tres D”, aunque con fórmulas distintas, pensamientos y acciones muchas veces encontrados…, sobresaltos y tensiones que fueron amainando hasta desembocar en un régimen democrático equiparable al del resto de Europa Occidental, en un proceso que llevaría más de 12 años de tensiones.

Ahora siguen, claro, los modelos políticos de diferencias manifiestas, como ocurre en cualquier país de nuestro entorno. Pero, salvo escasas minorías, todos concuerdan, concordamos, en la hazaña protagonizada hace medio siglo en un país que ha de servir de ejemplo a los demás.

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