ÉXODO
JUVENIL
En los años sesenta del siglo XX, una juventud
agraria, rural, marchaba desde la cuenca mediterránea a Centroeuropa, donde
industria, minería, hotelería y
construcción civil necesitaban mano de obra no cualificada para su
cadena productiva.
Finalizado el proceso, en 1976, había casi 6.000.000
de trabajadores mediterráneos en la Europa desarrollista. Jóvenes de entre 18 y
35 años, mayormente.
Desde esta cuenca mediterránea inundada por la
crisis, de nuevo se mira a los “países de promisión”. Y no son jóvenes
campesinos sino universitarios, estudiantes de secundaria y ciclos
profesionales de todos los pelajes formativos o trabajadores del espejismo de
la prosperidad que se desmoronó.
Antes, desde el desamparo rozando la
indigencia. Ahora, desde la protección familiar, que también se quiebra, por la
precariedad laboral generalizada.
Entonces, con la maleta de madera y el vagón de
tercera. Hoy, con pertrechos y transporte de mayor comodidad y calidad. Pero el
futuro es tan negro como el café que los despejará en las inciertas estaciones
de llegada.
MOISÉS CAYETANO ROSADO
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