¿HASTA CUÁNDO LA CRISIS?
El grupo
decisorio es un manojo solo de grandes potentados, que podrían ser barridos con
un soplo, de no ser por la red clientelar de la que siempre saben rodearse.
Señores y mesnadas forman un buen equipo, que todo lo manejan.
Ahora
toca otra crisis nuevamente, para poner las cosas en su sitio. Ha sido así de siempre, rasgando los velos de
la historia. Y entre las más recientes, recordemos la de 1929, que venía a dar
al traste con los “felices años veinte”, en los que parecía que había llegado
para siempre la prosperidad y que terminaría universalizando el bienestar. O
más cercanamente, la de 1973, que rebotó con más fuerza todavía en 1979. ¡Ya
está bien -dirían los forajidos encumbrados- de tanto boom desarrollista! Que
aunque era desigual y movilizó a tanta población camino del éxodo migratorio,
llevó la esperanza a gran número de hogares.
Tras unos
años de escarmiento, retornaría la bonanza, con nuevos avances decisivos… pero
siempre estaba ahí la tremenda guadaña de los fuertes, sin miramientos, sin
escrúpulos. Y ahora, con el final de siglo parecía que el estado social y de
derecho se asentaba (en la franja de lo que llamamos “Mundo desarrollado”), lo
cual les resultó a la postre más que peligroso: educación generalizada y
gratuita; cultura accesible para todos; universalización de los servicios
sanitarios en la vanguardia de occidente; vivienda al alcance de cada vez más
manos; seguridad de subsidio en la vejez; popularización de los viajes de placer
y del turismo; suavización de las jornadas laborales, acortadas, al tiempo que
se extendían las vacaciones; empleo razonablemente estable; sueldos tendiendo a
suficientes; fortaleza de formaciones políticas y sindicales que apostaban
–moderadamente- por la dignidad de los trabajadores, de las personas todas…
Demasiadas “conquista” que había que laminar.
Y llega
así la nueva crisis, a poco de comenzar el siglo XXI, renovando escarmientos y
volviendo a colocar las cosas en su sitio: reforma laboral, conformando otra
vez el necesario ejército de parados; medidas económicas, para meter mano en
los bolsillos de las masas ya desprevenidas; recortes sanitarios, educativos,
culturales, sociales, ciudadanos… colocando a millones de personas en la
miseria de la que se “atrevieron” a salir, pidiendo derechos humanos, dignidad,
tal como afirman los acuerdos mundiales, hechos para leer, que no para
cumplirlos.
Sí, como
en cada crisis, lección para dejar sentado que quien manda son ellos: los sin
escrúpulos, los sin conciencia, los jugadores de vidas y haciendas de los
otros, con su especulación bursátil, sus inversiones fraudulentas, sus acuerdos
ficticios, sus gigantescos movimientos virtuales de capital, sus bancos
usureros conniventes con políticos de grandes tragaderas, sus “primas de
riesgo”, su manipulación, su heladora crueldad, ese sadismo que solo se
tranquiliza ante el sometimiento.
¿Hasta
cuándo la crisis? Pues hasta cuando ese grupo malvado -que desde sus despachos sin
patria maneja las finanzas y el discurrir del mundo- se quede convencido de que
han llenado el campo de batalla de sangre, de sudor y de lágrimas, y toque otra
vez levantarse pacientemente -humilde, resignadamente, para su gusto- desde el
yermo de la desolación y las cenizas. Luego, cuando la mayoría vaya tomando
“carrerilla”, de nuevo abrirán un socavón en el que hinquemos la cabeza: otra
vez, el ciclo de la historia volverá a repetirse a su placer.
MOISÉS
CAYETANO ROSADO
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