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viernes, 30 de noviembre de 2012


JOHNNY GUITAR
Por Moisés Cayetano Rosado
Anoche repusieron el TVE1 la película “Johnny Guitar”. ¿Cuántas veces he visto el film? ¿En cuántas ocasiones he oído su banda musical? Esta película de 1954 es de las que nunca envejecen y hay que volver a ella para recrearse en la calidad literaria de sus diálogos; en los hermosos primeros planos de sus personajes; en el sonido acompasado e insistente del trotar de los caballos -que constituyen uno de los aciertos más difíciles-; en su música inolvidable.
El argumento es simple, y podría resultar folletinesco en manos inexpertas. Pero el director, Nicholas Ray, sabe darle la vuelta para mostrarnos una película de amor y desamor en lo que sus cuatro personajes principales bordan la interpretación: Johnny Logan -luego Guitar-, el pistolero legendario que quiere encauzar su vida pacíficamente como guitarrista; Vienna, la dueña del cabaret que ha luchado duramente para labrarse un porvenir próspero; Emma Small, la rica ganadera, frustrada y llena de odio por un amor no correspondido, pues Scott se decanta por Vienna (la que a su vez sigue enamorada de Johnny, viejo conocido y ahora a su servicio), y Scott Brady, buscador de oro, que crea involuntariamente el conflicto entre las dos mujeres.
Pienso que lo más meritorio es la armonía entre todos los recursos que se exhiben. La tensión contenida en el cabaret. El movimiento de los personajes en las escenas interiores; en las partidas a caballo, presionadas  bajo la frustración y el odio de Emma, cuyos ojos son chispas de furor. Las correrías nocturnas en busca de venganza. La desenvoltura firme de Vienna, cuyos gestos de reto y de desplante nos llevan del cine al drama de teatro. La infantilizada actitud indecisa de Johnny. Los celos engallados de Scott. Y esa música de fondo, tan suave, tan envolvente, tan nostálgica, de Víctor Young, elegante como pocas, emotiva en extremo.
Los demás intervinientes: ayudantes de Vienna, gente del pueblo manipulados por la ira de Emma, compañeros de fortuna de Scott, con sus ambiciones, lealtades y traiciones… son un elenco coral muy acertadamente puesto en escena. Y le  dan ese matiz de western que queda en el conjunto en un plano secundario, pero que contribuye eficazmente al atractivo total esta película, que es un gozo volver a repasar.

jueves, 29 de noviembre de 2012


3º CENTENÁRIO DO SÍTIO DE 1712

Coordinador: Francisco Galego.
Edita: Municipio de Campo Maior, 2012.

El 3 de noviembre de 2012, se celebró en el Centro Cultural de Campo Maior la conmemoración del Tercer Centenario del Sitio de 1712, con diversas conferencias y la entrega a los asistentes de un documentado y valioso estudio: 3º Centenário do Sítio de 1712, coordinado por el historiador de la localidad Francisco Galego, y editado por el Municipio de Campo Maior.
El libro consta de una introducción del coordinador, trece recopilaciones de diversos autores contemporáneos de los hechos narrados y posteriores, una cronología sucinta de los sucesos fundamentales de nuestra Guerra de Sucesión (1703-1713), relación de documentos y bibliografía, y -por último- diversos grabados de libros de la Edad Moderna y de la fortificación de Campo Maior.
Las recopilaciones constituyen la parte fundamental del trabajo y son una aportación extraordinaria para conocer no solo el cerco que sufrió Campo Maior desde el 28 de septiembre al 2 de noviembre de 1712 por parte de las tropas españolas -a las órdenes del Marqués de Bay, responsable de las fuerzas franco-españolas en Extremadura-, sino para entender los avatares de la Guerra en toda la región alentejana y la extremeña.
Desde la extensa antología de la “Relação dos sucesos da Guerra da Liga” -escrito por Afonso da Gama Palha, natural de Elvas, donde nació en 1645-, hasta los “Comentarios de la Guerra de España” -escritos por Vicente Bacallar a instancias de Felipe V, a poco de terminar la Guerra-, el coordinador del volumen va presentando sucesivamente testimonios narrados por militares participantes en los sucesos, civiles que los padecieron y que se involucraron en ellos, e historiadores de los años y siglos inmediatos, cuya visión trasciende lo local, para ofrecernos una panorámica de lo acontecido en ambas regiones -Alentejo y Extremadura-, con referencias muchas veces al resto de la Península.
Cercos de ciudades (como Castelo de Vide, Marvão, Elvas, Campo Maior, Moura, Serpa; Alcántara, Valencia de Alcántara, Alburquerque, Badajoz, Alconchel, Jerez de los Caballeros, Barcarrota…), batallas en campo abierto, destrucciones, saqueos, padecimientos de las poblaciones, hambre, miseria, muerte… van desfilando por las ciento sesenta páginas del libro en una imparable sucesión a la que volvemos una y otra vez, pues cada autor va ofreciendo sus testimonios, sus perspectivas, sus reflexiones.
Una vez que Portugal decide entrar en la Alianza austro-británica-holandesa, a favor del archiduque Carlos,  y enfrentarse a los franco-españoles de Felipe de Anjou, nuestro territorio será un lugar de permanente y trágicos “encuentros”, al estar en la línea Madrid-Lisboa, y ser “escudos” de sus respectivos países.
Carlos de Austria llegó a Lisboa a finales de marzo de 1704 y el 4 de mayo Felipe V ya había concentrado en Alcántara un ejército de veinte mil infantes y de cuatro a cinco mil efectivos de caballería, llegando pocos días después hasta Castelo Branco. A partir de ahí, todo van a ser ofensivas y contraofensivas.
No se cesará en los enfrentamientos hasta el cerco de Campo Maior, que -como dice Francisco Galego- sería ya de carácter meramente peninsular, pues no podemos hablar en esas fechas de la internacionalización europea del conflicto, al haberse retirado los ejércitos de los demás países, pues estaban muy avanzadas las conversaciones de paz.
Después de octubre de 1712 tendremos que hablar de una “guerra civil” dentro de España, por la sublevación contra Felipe V de la Corona de Aragón, pero eso ya es otra historia, lejana a estos territorios, que con tanta pasión y objetividad supieron ver los autores que en este volumen se presentan. Recuerdan, por su validez y entusiasmo, a la obra clásica “Guerra de Extremadura y sitios de Badajoz (1705)”, de Alejandro de Silva Barreto, vecino de Badajoz en los asedios sufridos por la plaza en 1705, y que anotó y publicó en 1945 el historiador Lino Duarte Insúa. O la apasionante  “History of the Irish Brigades in the Service of France”, de John Cornelius O’Callaghan, con múltiples referencias a la Batalla de la Gudiña, en sus cercanías, de 1709.
Trabajo, por tanto, valioso para conocer nuestra historia, los conflictos de nuestra frontera, tan frecuentes, sangrientos y de terriblemente negativas consecuencias para sus habitantes y el futuro de nuestros pueblos.
MOISÉS CAYETANO ROSADO

domingo, 25 de noviembre de 2012


SEPARACIÓN ACORDADA O A INSTANCIA  DE PARTE
 
Por Moisés Cayetano Rosado
Un hogar donde el matrimonio no se entiende, estando a disgusto en la coexistencia o en confrontación, recurre al divorcio, a la separación, de mutuo acuerdo o a instancia de una parte.
Si ese hogar es un territorio, y los que lo conforman no se entienden, están a disgusto o en confrontación, ¿pueden recurrir a la separación, de mutuo acuerdo o a instancia de parte, si solamente es uno el que se empeña en distanciarse?
Este es el caso catalán, o al menos de algunos ciudadanos catalanes, que vienen proclamando su deseo de constituirse en nación independiente, como en el caso primero podría ser el de uno de los miembros del matrimonio, que desea irse por su lado, tal vez de buenas maneras al principio y por las bravas si así no lo consigue.
España es un conjunto de pueblos diferentes unidos en el solar peninsular, del que algunas veces formamos una entidad unida: la Hispania romana, por ejemplo, o en gran parte el musulmán Al-Ándalus. En otros momentos, muchos territorios diferenciados, que reconquistaban espacios definidos, y fueron conformando modelos idiomáticos distintos, aunque intercambiando raíces, estructuras, vocablos (gallego, portugués, catalán, castellano… con múltiples variaciones interiores), excepto en el caso peculiar del vascuence, más antiguo.
¿Podemos convivir todos en un mismo Estado? Por supuesto… si queremos. ¿Puede alguno, algunos, diseñar un destino independiente?
La pregunta la retrotraigo a lo expuesto al principio: ¿forzamos la permanente unión de un matrimonio en que al menos uno de los miembros no quiere vivir forzado en esa unión? Habría que considerar la “instancia de parte”, constatar, comprobar que ello es así (para un colectivo, eso se llama “referéndum”), establecer legalmente las condiciones específicas de la disolución y proceder en consecuencia. Otra decisión sería un empeño a la tremenda que empañaría aún más la coexistencia.
Si la consulta colectiva no diera ese resultado de pretendida secesión, no habría “instancia de parte” suficiente, y el resultado debería ser reconducir civilizadamente la convivencia. Pero hay que dar voz y participación a los protagonistas, pues es su vida y la nuestra, el destino de futuro lo que se pone en juego.

miércoles, 21 de noviembre de 2012


GUERRA Y REPRESIÓN EN EL SUR DE ESPAÑA
Por Moisés Cayetano Rosado
El escritor argentino-chileno Ariel Dorfman escribía en su libro “Rumbo al Sur, deseando el Norte”, publicado por la editorial Planeta en 1998: “El golpe del general Pinochet se había llevado a cabo fundamentalmente para devolver el poder económico y político a quienes lo habían ejercido durante siglos. Pero también tenía claro que la contrarrevolución estaba pensada como una lección, una admonición. Pinochet estaba tratando de que millones de personas se arrepintieran del acto mismo de rebelarse, el hecho de que se hubieran atrevido a soñar una humanidad alternativa, un sendero diferente del que la vida anónima les había marcado desde antes de que nacieran” (pg. 354).
No encuentro palabras mejores que las de esta larga cita para indicar el sentido del libro que acaba de publicar el historiador Francisco Espinosa Maestre, del que es sobradamente conocida su actividad investigadora y divulgadora, destacando trabajos como La guerra civil en Huelva (1996), La justicia de Queipo de Llano (2000), La columna de la muerte (2003) o Callar al mensajero (2010). Control del poder por una minoría oligárquica y aleccionamiento a la mayoría popular para que comprenda que su destino es el de obedecer, imponiendo severos castigos que disuadan incluso de pensar en una alternativa diferente.
Así, con Guerra y represión en el Sur de España, publicado por la Universitat de València, vuelve a darnos un toque de atención sobre lo que es su obsesión de historiador comprometido y riguroso con los sucesos que acabaron con la II República española, las consecuencias del golpe militar de julio de 1936 y el duro batallar por conseguir investigar las consecuencias que sobre los vencidos tuvo la guerra y el triunfo de los golpistas, así como los pactos de silencio de los políticos de casi todos los signos a lo largo de nuestra democracia. Obra, por tanto, de muestra y síntesis de sus principales preocupaciones y líneas fundamentales de trabajo.
Dividida en tres partes, la primera  trata de “La destrucción de la II República”, con cinco aportaciones breves y otra de mayor extensión -53 páginas-: “Una historia común: Lepe, 1936”, sobre las represiones, depuraciones, condenas a muerte, ejecuciones en una población que confió en el Frente Popular con entusiasmo y que una vez tomada Sevilla por los golpistas será ocupada por una columna del militar y marqués Ramón Carranza Gómez, formada fundamentalmente por  guardias civiles. Nadie había huido y ninguna resistencia se ofreció, pero las represalias fueron brutales y las razones para las condenas a muerte que se dictaron, de lo más nimias y absurdas: “intervino en los destrozos de la iglesia”, “haber puesto un cigarro de papel en la boca de una imagen”, “asaltar una tienda”, “destrozar cirios”, o facinerosas: ser “teniente de alcalde socialista” (pg. 56).
Guardia civil, como brazo ejecutor,  e iglesia como instigación, aparecen también en otros trabajos de este apartado, donde el problema de la tierra y la reforma agraria subyacen como cuestiones de fondo en los enfrentamientos. Ambas instituciones eran la barrera protectora de unos propietarios indiferentes a la miseria de los pueblos del sur, hambrientos de pan y de trabajo. En este sentido, la gestión de los alcaldes republicanos es resaltada por Espinosa, siendo el último capítulo -referido a Jesús Yuste, alcalde republicano de Villafranca- especialmente conmovedor, por su actuación social y las persecuciones y calvario de que sería objeto.
La segunda parte, bajo el epígrafe de “Las consecuencias del 18 de julio en el Sur de España”, contiene igualmente seis trabajos, breves, siendo el de mayor extensión “La leyenda de Queipo”. De él se ocupa también en el que lo precede y el que sigue, donde queda patente el doble objetivo: golpe militar y plan de exterminio, que guiarán su actuación de “represión salvaje” hasta febrero de 1937 (pg. 171) y sistematización de la depuración de elementos hostiles y no adeptos.
Los otros tres trabajos de esta parte lo constituyen una interesante crónica comentada del coronel Puigdengolas, del 25 de julio al 5 de agosto, en Badajoz, con sus luces y sus sombras, y dos testimonios personales, siendo especialmente conmovedores los apuntes manuscritos de Manuel Carcela, con vivencias y recuerdos del terror.
La última parte, “El poder y la memoria”, también consta de seis breves apartados, donde Espinosa vuelve a dejar sentado de un lado lo que significó el 18 de julio: acción militar y calculado exterminio, además de su contribución al fascismo, pues  “el terror jugó un papel fundamental” (pg. 217) y “fue objeto de especial atención por los Pinochet y Videlas de todo el mundo” (pg. 219). De otro, insiste reiteradamente en las dificultades que en democracia (antes, ni pensarlo) han tenido los investigadores para acceder a los documentos y las cortapisas a los familiares de las víctimas asesinadas para proceder a su localización física y documental; al mismo tiempo, es muy crítico con  “la política del olvido (1977-1981) y la suspensión de la memoria (1982-1996)” (pg. 221) de la mayoría de las fuerzas políticas, el “no mirar atrás”, recordándoles que “la dictadura franquista, con el respaldo absoluto de esa misma Iglesia que sigue con sus beatificaciones, sí promovió políticas de memorias para los suyos” (pg. 262).
Expone una dura crítica a los “historiadores” revisionistas, encabezados por Pío Moa, que criminalizan la República y sentencian que en realidad “la guerra civil la inició la izquierda en octubre del 34” (pg. 239), al tiempo que se niegan a reconocer la sistematización duradera de la represión. Tampoco historiadores “liberales y posmodernos” (pg. 241) escapan a sus críticas.
Para finalizar, antes de reivindicar con insistencia justicia, exige que se dé “a las víctimas del genocidio franquista la consideración que merecen y de ofrecer a sus descendientes la información, el trato y los derechos que hasta ahora les han sido negados, dejando claro que, incluso así, nunca igualarán lo que el Estado hizo entonces por las víctimas de los vencedores y por sus descendientes” (pg. 263).
Todo un alarde de investigación y compromiso a lo que el historiador Francisco Espinosa Maestre nos tiene acostumbrados.

martes, 20 de noviembre de 2012



Martes, 20 noviembre 2012

Periódico hoy
OPINIÓN

POR MOISÉS CAYETANO ROSADO

"Si a una persona le reducen significativamente el salario y peor, si pierde el empleo, todas las previsiones se trastocan, incluso las de comer; ¿diríamos, entonces, que el que tenga hambre que se aguante, que hubiera conservado el estómago repleto de comida?"

María Antonia Trujillo -exministra de Vivienda, en el gobierno español de Rodríguez Zapatero, y exconsejera de Vivienda, Urbanismo y Transporte, en el gobierno extremeño de Rodríguez Ibarra-  ha escrito contundentemente que “el que tenga deudas, que las pague; que no se hubiera endeudado”.
El momento no puede ser más delicado para hacer estas afirmaciones lapidarias. Porque, al caernos encima una crisis económica de dimensiones aún mayores que la de 1973, y puede que hasta más profunda que la de 1929 -que hundieron en la miseria a tantas personas y colectivos-, todas las previsiones saltaron por los aires.
Una persona, una familia, que cuenta con unos ingresos más o menos regulares y suficientes, adquiere unos compromisos de pago aplazado (deuda) a los que responde con lo que sabe que puede ahorrar un mes tras otro. Si le reducen significativamente el salario, y peor si pierde el empleo o se le viene abajo su negocio, todas las previsiones se trastocan. Incluso las previsiones de comer regularmente cada día; ¿diríamos, entonces, que el que tenga hambre que se aguante, que hubiera conservado el estómago repleto de comida?
Cuando en una etapa económica normalizada alguien adquiere una vivienda, da una entrada en dinero y solicita un préstamo hipotecario. El banco le requiere unas garantías para hacer frente a los pagos periódicos: sueldo, bienes… y le tasa el valor de esa vivienda, para prestarle lo que estima razonable, que siempre ha de ser inferior al valor de ese bien que se adquiere.
¿Qué pasa cuando por esta intensa y galopante crisis pierde el endeudado sus ingresos regulares? ¡Pues que no puede hacer frente a los pagos aplazados, que siempre han de ser menores a la tasación bancaria del bien! Así, si uno se compró una vivienda de 200.000 euros y pagó de entrada 50.000, le quedan por saldar 150.000; el banco, al valorar el inmueble por medio de personal especializado no podrá estimarlo en precio superior, entregándole como mucho el 80% de su valor, con lo cual le habrá prestado unos 160.000 euros. Así, cuando al que padece la situación de insolvencia le llega esta desgracia tendrá una deuda siempre inferior a esos 160.000 euros, a lo que responde con ese bien de valor superior.
Pero, ¿qué ocurre con esta crisis que comenzó con la “burbuja inmobiliaria”? Pues al menos dos cosas: una, que los inmuebles estaban sobrevalorados por la especulación salvaje de los años de bonanza; dos: que los bancos estaban ganando dinero “a espuertas” con los créditos a sustancioso interés y no tenían empacho en prestar más de lo que el valor real del bien sujeto a la hipoteca significaba, alentando incluso a pedir créditos suplementario para otros gastos suntuarios.
Al quedar descolgada una persona, una familia, de la cadena consumista,  por haber perdido su empleo, sus ingresos de autónomo o de empresario golpeado por la crisis, no puede hacer frente a esas deudas, que avalaban sus ingresos y el bien hipotecado. Destruidos los primeros, queda solamente el bien para responder a los pagos.
¿No es éste suficiente? ¿Y entonces para qué se hizo una valoración del mismo por técnicos especializados al servicio del banco? ¡Claro! El mercado especulativo ha hecho descender el valor de los inmuebles en porcentajes a veces de escándalo, y aquello que valía 200.000 ahora no sube de 100.000 en muchos casos. Y si nos atenemos al ejemplo puesto más arriba, y el banco prestó 160.000, pues quedándose con el bien aún reclama 60.000 más al propietario desposeído de ingresos y de ese bien inmueble “efímero”.
También expone María Antonia Trujillo: “Yo solo me endeudo en lo que puedo pagar”. ¿Y eso cómo se calcula, si los ingresos no son absolutamente blindados ante las “inclemencias” del tiempo en que vivimos.  ¿Exigiendo “exitosamente” que no nos despidan del empleo, que los clientes continúen acudiendo a nuestro negocio, que nuestra pequeña empresa siga teniendo la demanda acostumbrada?
Los accionistas de los bancos, que han ganado dinero a sacos en los años de euforia, ¡sí que quieren tener blindados sus ingresos incluso en épocas de crisis! Y no solo lo están consiguiendo sino que muchos multiplican sus ganancias, aprovechando las “rebajas” de ventas por necesidad y el ruborizante juego de la Bolsa.
Pero, ¿cuál es el riesgo, entonces, de estos poderosos del dinero, si se quedan con el bien hipotecado y además hay que saldar la deuda hasta el último céntimo de una valoración “subida”, de la que ellos son los responsables al hipotecar?
En estos tiempos de crisis, todos perdemos. Muchos, la casa que compraron y de la cual ya han hecho pagos iniciales, y encima se les quiere penar con mayor carga, porque disminuyó el valor de los inmuebles, sin que tengan las víctimas la más mínima culpa. Todos perdemos, menos la banca… la banca siempre gana, como en las películas del oeste, ¿recuerdan? Y si el “forastero” no puede pagar, ¡pues ya se las verá con los “empleados” en la puerta del saloon!

domingo, 18 de noviembre de 2012


TRATAMIENTO DEL ENTORNO MONUMENTAL ABALUARTADO

Por Moisés Cayetano Rosado

Cuando se ven desde el aire los espacios monumentales, adquieren una visión de conjunto relevante. Se ve el bien patrimonial en sí y su relación con el entorno, que lo preserva o lo asfixia, que lo enaltece o lo minimiza.
Así, cuando uno monta en globo, sobrevolando la ciudad de Elvas, declarada el pasado 30 de junio Patrimonio de la Humanidad por sus fortificaciones, observa no solo sus líneas de murallas, respetadas en su integridad y autenticidad, sino también el tratamiento de su entorno, ese respeto por lo que constituye parte esencial de lo que fueron las defensas: los glacis, el terreno expedito de los alrededores.
Los glacis forman parte del significado histórico, utilitario, estratégico de la muralla abaluartada, pues constituyen un lugar abierto que ha de salvar el enemigo para tomar la plaza, al tiempo que un espacio necesario para vigilar y “hacer blanco” desde dentro. Pero, hoy, además de explicarnos el significado global de esta maquinaria de defensa, constituye un bien artístico complementario de primera magnitud, que embellece la monumentalidad de las construcciones complejas de la fortificación, dándole gran perspectiva visual.
Elvas ha sabido conservar estos entornos libres de edificaciones no solamente en sus murallas urbanas, sino en las construcciones periféricas, como son los fuertes y fortines. Los fuertes, ciertamente, continúan alejados espacialmente de la voracidad urbanística, pero algunos fortines han quedado englobados dentro de las urbanizaciones periurbanas, como es el caso del Fortim de São Pedro. Pues bien, ni en este caso se ha sufrido la colmatación de los espacios exteriores, de sus glacis, sino que el propio barrio se  ha anillado a él, como si las viviendas fueran las “tropas de cerco”, guardando una distancia “de respeto”.
No es el caso de Badajoz, ahí al lado, a catorce kilómetros de este afortunado ejemplo. En Badajoz, no únicamente glacis, sino contraescarpas, fosos, revellines, baluarte, han desaparecido ante el “ataque” de bloques de pisos, de urbanizaciones pegadas a la fortificación, cuando no “sustituyendo a esa fortificación”, o sea, destruyendo y ocupando el espacio de cortinas, Baluarte de San Juan, cuarteles, además de fuertes y fortines. En este sentido es interesante comparar las fotos en globo que se hicieron en 1914, con todos los elementos preservados -como siguen en Elvas- y la visión que hoy día obtenemos por satélite, con todo ocupado, engullido, por dentro y por fuera de las líneas amuralladas. Fue especialmente el “desarrollismo” de los años sesenta el que se llevó este patrimonio histórico-artístico por delante.
Hoy solo nos queda lamentarnos… y tomar lección de los atropellos y destrozos para no volver a cometerlos. Se suele decir que el que no conoce la historia está condenado a repetir los errores perpetrados en el pasado; ¿seguiremos repitiéndolos, aun conociendo las tropelías perpetradas?

jueves, 15 de noviembre de 2012


ELVAS DESDE EL AIRE
Por Moisés Cayetano Rosado
Elvas es una ciudad hermosa. Blanca; derramada desde lo alto de un cerro de mediano tamaño hasta un ligero valle que ve llegar la falda de otros montículos, formando como un papel de aluminio blanco y verde que se arruga suavemente. El verde de los campos que le rodean, de los glacis de su formidable fortaleza que la hizo invencible en todas la convulsa Edad Moderna y el siglo XIX. Y el azul de sus cielos que en el otoño completa la visión como una bandera muy particular: franja celeste al norte; verdosa hacia los lados y abajo; blanco de coronas rojas en el centro, bordeado por el granito y la caliza -pardo- de los cinturones de amurallamiento.
Vista desde  al nivel del suelo, es desde fuera una sorpresa conforme uno se acerca: de los glacis de tierra se llega a la contraescarpa, que se precipita en unos fosos portentosos. Y allí los caminos cubiertos, revellines, mediaslunas, las escarpas de cortinas, baluartes, dobles puertas… Por dentro el callejero laberíntico, los restos de las murallas fernandina y árabe; el castillo portentoso en la cima, tras ver antes iglesias, conventos, edificaciones militares, plazas, plazuelas… de una belleza que sorprende. Y sorprende por su propia concepción y por la meritoria conservación, preservación, autenticidad e integridad de tantos bienes que en numerosas poblaciones hemos visto esfumados a manos de la especulación, arrasados sin contemplaciones.
Pero si tenemos la oportunidad de ver todo este patrimonio, serenamente, despacio, a media altura, como ocurre cuando se hace desde un “balão de ar quente”, desde un globo aerostático, entonces la belleza del conjunto y lo asombroso de cada detalle cobran un valor que supera todas las previsiones.
Es desde el aire como se ve enteramente la grandeza del conjunto. Lo espectacular de una conjugación tan acertada de urbanismo popular (el caserío antiguo) con las nuevas trazas periurbanas que en modo alguno desentonan, pese a inevitables descuidos tan difíciles de prever. Los “cosidos” de la historia, por medio de murallas, torreones, delimitando en arcos de circunferencia espacios de las laderas a medida que va creciendo el número de habitantes. Los hitos memorables de plazas, plazoletas, palacetes, iglesias y cuarteles; la cintura definitiva de la muralla abaluartada con sus glacis tan afortunadamente preservados.
 Desde el aire, el acueducto, los fuertes, los fortines, son de por sí todo un espectáculo, hacia los que apuntan las flechas de los baluartes agudos de la “praça”. Y alrededor, el campo verde y alomado, los barrios periféricos, la arboleda, las huertas que milagrosamente sobreviven en una tierra que tuvo en ellas señal de identidad, pero que muchas poblaciones de estas comarcas rayanas han perdido.

Elvas, desde el aire, reafirma lo acertado de la distinción de la UNESCO al declararla Patrimonio de la Humanidad el pasado 30 de junio: es un legado ejemplar; testimonio excepcional de una civilización convulsa, conflictiva, llena de enfrentamientos en las luchas territoriales y de religión de la Edad Media, así como confrontaciones por anexiones, liberaciones y alianzas de la Edad Moderna. Un ejemplo sobresaliente como conjunto arquitectónico que ilustra esas etapas significativas de la historia europea. Una obra maestra del genio creativo humano, capaz de concebir y levantar tan gigantescas defensas, preservarlas en su autenticidad y legarlas en su integridad.
Una gran mayoría podemos acudir un día u otro día -y repetir- al reclamo de Elvas para un disfrute a pie, en un largo paseo que a mí nunca me cansa. Pero saborearla desde el aire puede que sean muy pocos los que consigan tener semejante oportunidad, tal privilegio. ¡Ojalá! que la experiencia sirva para que se institucionalice y sea convocatoria frecuente -al menos semestral, en las estaciones intermedias-, este Festival de “balões de ar quente”. Muchos pagaríamos con gusto por tener, repetir la experiencia. Y sería un reclamo cultural y turístico para la ciudad y la zona, que unir a sus propios atractivos y a esa distinción mundial obtenida con toda justicia por la ciudad.

miércoles, 14 de noviembre de 2012


DERECHO A LA HUELGA Y SINDICATOS
Horacio Guarany y Mercedes Sosa
Dicen buen número de los detractores de las huelgas que se “conculcan los derechos de los que quieren trabajar”, antecedido casi siempre de una acusación a “los sindicatos”, como perturbadores de los mismos.
Olvidan añadir que tácitamente lo que está de continuo “conculcado” es el derecho a protestar mediante la huelga, pues pesa sobre muchos trabajadores la espada de Damocles del despido, de las listas negras, de la represalia sostenida en el tiempo por los que tienen el poder (empresas, administraciones…). Y que lo ajustado de muchos salarios impide permitirse una detracción a un buen número que sí desearía ejercer este recurso de protesta.
Demonizar a los sindicatos, por otra parte, resulta un eficaz medio de propaganda a favor de los responsables de las crisis. Vuelven el dedo acusador hacia el lado del contrario, sin que a ellos les toque ni siquiera de pasada, con lo que refuerzan su poder, al quedar debilitados ante las mayorías (asalariados) los que deben organizarlas, defenderlas, representarlas.
¡Claro que hay un derecho a trabajar inalienable, respetable! Por supuesto, también para los cinco millones de parados que España tiene. Para los cientos de miles que hay en Portugal, Grecia, tantos países. Y -claro también- los sindicatos deben correr con la responsabilidad de convocarlos a las protestas, encauzarlas, velar para que no se pisoteen los derechos de la “masa salarial”, que están retrocediendo en los últimos años más que en todos los cincuenta precedentes, lo que nunca ocurrió en toda la Edad Contemporánea.
“Qué ha de ser de la vida si el que canta/ no levanta su voz en las tribunas”, escribía el cantautor Horacio Guarany. Y el que canta, el que levanta su voz en las tribunas -en lo que nos ocupa-, ha de ser el representante de la vida laboral de los trabajadores, los mismos trabajadores encarnados en él: ese colectivo llamado sindicato. Si el cantor no sirve, se busca otro, pero cantor ha de haber siempre, porque “si se calla el cantor/ calla la vida”: ¿no lo han oído nunca en la voz ejemplar y desgarrada de Mercedes Sosa?
Moisés Cayetano Rosado

sábado, 10 de noviembre de 2012


JORNADAS INTERNACIONALES SOBRE LA FRONTERA HISPANO-PORTUGUESA Y SUS FORTIFICACIONES

Durante los días 8, 9 y 10 de noviembre de 2012 se han celebrado en el salón de actos de la Facultad de Biblioteconomía, en Badajoz, las “I Jornadas Internacionales sobre la Frontera Hispano-Portuguesa y sus Fortificaciones”. Las “primeras” que organiza el Ayuntamiento de Badajoz, pues -como se encargó de señalar en la primera ponencia el catedrático de Geografía Urbana y Regional de la UEX Antonio J. Campesino- aquí se llevan más de 30 años organizando jornadas, encuentros, debates, etc. sobre la frontera y sus fortificaciones, organizadas por la propia Universidad, por la Junta de Extremadura, la Diputación de Badajoz y asociaciones y grupos ciudadanos preocupados por la valorización, restauración y buen uso coordinado de nuestro patrimonio fortificado rayano.
¿Qué resaltar de las múltiples intervenciones distribuidas en una intervención inicial de la Presidenta del ICOFORT y cinco ponencias, con sus respectivos coordinadores, sus integrantes en mesas redondas, sus debates? Pues lo que venimos repitiendo una y otra vez desde los foros científicos y de divulgación: hay que preservar la integridad y la autenticidad (que ya desde el principio indicó la portorriqueña Milagros Flores, Presidenta del ICOFORT) del patrimonio histórico-artístico monumental, como aconsejan los distintos acuerdos internacionales, desde la Carta de Atenas de 1931, y como obligan las leyes de patrimonio de prácticamente todas las naciones, con las nuestras (España y Portugal) a la cabeza.
Por eso, en las ponencias, las comunicaciones y los debates se subrayó reiteradamente que hay que evitar la “reutilización economicista de mal gusto”, las “malas actuaciones sin estudios precisos arqueológicos, documentales, históricos, geológicos del terreno, geográficos del entorno” -que  señalaba Belén Rodríguez, del Instituto de Patrimonio Cultural de España-, señalando la “necesidad de una buena adecuación, planificación, gestión y conservación”, y llegando a decir que “hay que actuar menos y pensar más”.
En esa línea, Amador Ruibal -vicepresidente de la Asociación Española de Amigos de los Castillos- insistió en que se debe “consolidar más que restaurar”, mostrándose en contra de la implantación de hoteles y restaurantes en las fortificaciones, que al final alteran el monumento, atentando contra la autenticidad e integridad del mismo: por cierto, dos conceptos imprescindibles para quien opte a la calificación de Patrimonio de la Humanidad, como es el caso de estas fortificaciones de la Raya hispano-portuguesa.
Presentación del sugerente proyecto de Centro de Interpretación para las fortificaciones
de la Raya en el Fuerte de San Marcos, de Sanlúcar de Guadiana.
De otra parte, quedó clarificado que es el conjunto el que da significado a cada uno de los elementos, especialmente en nuestras fortificaciones abaluartadas, pues “del concepto de puntos de defensa se pasó al de líneas de defensa”, en que insistiría el catedrático de Historia Moderna de la UEX Miguel Ángel Melón. Y es que no se explica una fortificación “rayana” sin el enfrentamiento al otro lado de la frontera con su “oponente”, y sin el auxilio de las otras en la línea norte-sur, de penetración y obstáculos a esa penetración.
El arquitecto y consultor de la Câmara Municipal de Almeida, João Campos, llegaba aún a más, abogando por una candidatura por ciclos y en serie a Patrimonio de la Humanidad -en base a la coherencia histórica, por su continuidad, ejemplaridad e interinfluencia, y a su carácter excepcional-, incluyendo fortificaciones de la comunidad ibero-americana.
Para Ana Paula Amendoeira,  Presidenta del ICOMOS de Portugal, “este patrimonio de la frontera más antigua de Europa, con un valor universal excepcional incuestionable, debe aprovechar el hecho de haber un primer bien inscrito en la lista de Patrimonio de la Humanidad (Elvas) para reimpulsar la candidatura a Patrimonio Mundial de la UNESCO”.
Todo ello, asumido sin objeciones por la inmensa mayoría de los técnicos, expertos y público asistente a las Jornadas, pero reconociendo en buena parte que las “malas prácticas” de algunos ayuntamientos, câmaras municipales y otros agentes públicos y privados propietarios de los bienes a clasificar pueden poner en peligro la nominación. Y lo que es peor: pueden echar a perder la propia supervivencia digna de unos monumentos portentosos, que nuestras confrontaciones de la Edad Moderna y principios de la Contemporánea hicieron necesarios y cada vez más grandiosos, como máquinas defensivas de extraordinario poder y belleza.
Cada vez sabemos más de nuestro patrimonio y mejor cómo protegerlo, restaurarlo y revitalizarlo. Otra cosa es que los que tienen el poder de decisión tengan la necesaria sensibilidad para actuar en consecuencia o, por el contra, se dejen guiar por las prácticas nocivas de las que aquí se ha alertado.
Moisés Cayetano Rosado

viernes, 9 de noviembre de 2012




OPINIÓN
POR MOISÉS CAYETANO rosado, DOCTOR EN GEOGRAFÍA E HISTORIA
"No es castellanizar, no es españolizar lo que debemos, sino engrandecernos con la diversidad, ya que tenemos la fortuna de haberla recibido como un legado, sagrado, de caminos distintos en nuestro colectivo batallar por la existencia"


Viernes, 9 noviembre 2012



Los Decretos de Nueva Planta (1707-1715) tuvieron por finalidad castigar a los que se habían alineado en contra del candidato francés Felipe de Anjou y a favor del Archiduque austríaco Carlos en la Guerra de Sucesión al Trono español, aludiendo al "derecho de conquista". Este es el caso de la Corona de Aragón, que ya se había sublevado en 1640, ante la política centralista del conde-duque de Olivares.
Fueron abolidos casi todos los antiguos fueros de los reinos y condados aragoneses, implantando Felipe V una nueva organización político-administrativa basada en la de Castilla para todas sus posesiones, obligando al uso del idioma castellano como lengua administrativa a casi todas las instituciones que no la usaban.
El 20 de febrero  de 1712 se dictaron instrucciones secretas a los corregidores del territorio catalán: “Pondrá el mayor cuidado en introducir la lengua castellana, a cuyo fin dará las providencias más templadas y disimuladas para que se consiga el efecto, sin que se note el cuidado”.
Esta estrategia continuará durante los dos siglos inmediatos. Merece la pena detenerse en una larga cita de la Revista “Ejército y Armada”, de 1906: "Hay que castellanizar a Cataluña... Hay que pensar en español, hablar en español y conducirse como español, y esto de grado o por fuerza. El soldado y el marinero catalán deben ir a servir a otras regiones de España para frecuentar otro trato y adquirir otros hábitos y costumbres. De brusco, insubordinado, soez y grosero como es en general el catalán se volverá amable, transigente con las ideas de los demás y educado. El día 1º de febrero no debe haber un solo soldado en la región catalana siendo substituidos por los de las demás provincias españolas, llevando allí la mayor guarnición posible y manteniendo el estado de guerra".
En 1971, viviendo en Barcelona, conocí al escritor Joaquim Horta. Mantenía viva la imagen de la humillación infligida a su madre cuando un “salvador de la Patria”, al oírla hablar en catalán dirigiéndose a él -muy pequeño y en inminente peligro al correr por las vías del “metro”-, le dijo: “Hable en el idioma del Imperio”, en tanto la maltrataba empujándola.
Por ese tiempo, entrevisté al poeta Salvador Espriu para el periódico HOY de Extremadura. Había leído aquellos versos suyos tan impactantes, del libro “Le pell de brau” (“La piel de toro”, referida a España: Sepharad, en hebreo):
Recorda sempre això, Sepharad.
Fes que siguin segurs els ponts del diàleg
i mira de comprendre i estimar
les raons i le parles diverses dels teus fills.

Sí, los puentes del diálogo, la comprensión de las razones y las hablas diversas de los hijos de España… Espriu era una persona de extraordinaria sensibilidad, muy dolido por el maltrato que “los castellanos” -me decía- dispensaban a su tierra. Yo, que provenía de la zarandeada, errabunda Extremadura, ni me identificaba con maltratador alguno, ni tampoco me sentía “castellano”. Pero le comprendía en su desolación, desde el desamparo y el padecer de siglos: no fue el pueblo castellano, el andaluz, el extremeño…, el que infringió el maltrato. Hay que profundizar en los manejos de los protagonistas del timón de la historia…
El caso es que hemos sido enfrentados. Y hemos sido manipulados. Y hemos sido mil veces puestos en el disparadero.
Ahora, el Ministro de Educación, José Ignacio Wert, quiere “españolizar a los niños catalanes”. Le recuerdo los versos de la gallega María Elvira Lacaci:
Quería adivinar
quienes eran “España”
entre aquellas personas con que me cruzaba.
(…) Pero no. Cada cual
un amor, una lágrima,
un rencor que no cesa.
Una perenne lucha. En su existencia.

Hagamos caso por una vez al gran poeta catalán Espriu, respetando las razones y las hablas que tanto a todos pueden enriquecernos. Y la no menos grande, la gallega Lacaci, buscando una España que no sea una lágrima, un rencor que no cesa, una perenne lucha entre nosotros. Nunca será mucho el diálogo y la negociación.
No es castellanizar, no es españolizar lo que debemos, sino engrandecernos con la diversidad, ya que tenemos la fortuna de haberla recibido como un legado, sagrado, de caminos distintos en nuestro colectivo batallar por la existencia.

lunes, 5 de noviembre de 2012


LA SOLIDARIDAD DEL PUEBLO PORTUGUÉS PARA CON LOS ESPAÑOLES
Por Moisés Cayetano Rosado
Cuando visitamos los pueblos de la Raya luso-española, siempre nos salta la sangre derramada que se encargan de recordárnosla sus fortificaciones. Amurallamientos medievales con sabor a lucha entre musulmanes y cristianos; entre leoneses, castellanos, portugueses. Y fortalezas abaluartadas de la Edad Moderna que nos sitúan en los siglos difíciles de la Guerra de Restauração de la Corona portuguesa (1640-1668), de Sucesión española (1701-1714), la Guerra de las Naranjas (1801) y la Invasión francesa (1808-1815).
De todo ello nos ha quedado un patrimonio histórico-artístico de una monumentalidad extraordinaria, que nos enorgullece, pero también el testimonio del dolor. De un pueblo sometido a continuos cercos, saqueos, violaciones y muertes; a permanentes hambrunas, a la miseria extrema. Enfrentamiento entre vecinos que en épocas de paz han sabido complementarse y hermanarse como pocos.
Y en este sentido, quiero traer aquí uno de los ejemplos más emotivos de esa compenetración, de esa solidaridad entre vecinos tan unidos, tras las múltiples desavenencias en que los envolvieron los poderosos, los que dictan destinos, honras, vidas de masas indefensas ante sus múltiples desmanes.
Me refiero a la acogida que el pueblo portugués rayano brindó a los refugiados de la Guerra Civil española de 1936-1939, y la larga posguerra de delaciones, persecuciones y suplicios.
Maria Dulce Antunes Simões lo relató admirablemente en su libro Barrancos na encruzilhada da Guerra Civil de Espanha, publicado por ese municipio ejemplar en 2007, traducido y editado por la Editora Regional de Extremadura un año después. A base de memorias y testimonios de los protagonistas, descendientes de ellos, reflexiones propias y la colaboración del historiador Francisco Espinosa Maestre, Maria Dulce nos presenta la valentía de un pueblo y unos mandos y guardias de frontera, salvando la vida de cientos, más de mil refugiados llegados de las provincias de Huelva y Badajoz a esta población fronteriza de Barrancos, que dio acogida, protección y comida a esos perseguidos, condenados a una segura muerte.
Barrancos recibiría la Medalla de Extremadura en 2009 por esta ejemplar e impagable contribución, que borra las diferencias y nos une en lo más entrañable de los seres humanos: la solidaridad.
¡Cuántos ejemplos emotivos conozco en otras poblaciones de frontera! En mis vecinas Elvas y Campo Maior, a donde huyeron despavoridos republicanos españoles procedentes de esas otras cercanas, como Alburquerque o Badajoz: nombres tan ligados a los enfrentamientos más encarnizados de los siglos precedentes, en acciones que arrasaron con las pocas pertenencias de subsistencia de la gente sencilla, envileciendo en muchos casos sus comportamientos tantísimas veces fraternales.
Nutridos han sido los testimonios que he podido recoger de ancianos que eran jóvenes cuando la horrible guerra y oscurísimos tiempos de posguerra en España: ¡a cuantos se le han llenado los ojos de lágrimas cincuenta, sesenta, setenta años después, recordando el dolor, el hambre, el frío, el desamparo extremo de mis paisanos, llegados a sus pueblos envueltos en la mayor desolación!
Ahora, cuando visitamos con tanta frecuencia el patrimonio fortificado de un lado y otro de la Raya, rememoramos nuestras terribles luchas, nuestras devastaciones; pero también debemos recordar que esos muros, esas enormes fortalezas, han visto llegar hace setenta y seis años, setenta, sesenta… muchas centenas de españoles que salvaron la vida, a pesar de la persecución oficial que el salazarismo dispuso sobre ellos y el peligro que la ayuda significaba para los portugueses de la Raya, que les abrieron solidariamente sus puertas.