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viernes, 12 de abril de 2013


LOS NOMBRES DEL AMOR
¿Es posible ver una película más desenfadada, divertida, sensual, rompedora y al mismo tiempo crítica, incisiva, reflexiva, conmovedora, como Los nombres del amor, del francés Michel Leclerc, que en 2010 se alzó con dos Premios Cesar (por guión original y actriz -Sara Forestier, la protagonista principal-)?
Desbaratando mitos, clichés, convencionalismos, tabúes, prejuicios y barreras, esta comedia romántica es un firme alegato contra el racismo y la xenofobia. Una denuncia incisiva del terrible Holocausto (que eliminó a los padres judíos de la madre del protagonista -hombre templado y convencional-, dejando a ella traumatizada de por vida), del Colonialismo (padecido en Argelia por los familiares de la chica desenvuelta, militante ecologista, progresista a rabiar, que interpreta Forestier).
Es también un canto al amor, a la alegría de vivir, a la esperanza, a la desenvoltura natural, al compromiso personal que no ha de detenerse ante barrera alguna. Al triunfo de la sinceridad.
Dinámico, variado, lleno de frescura, el largometraje nos atrapa desde el principio hasta el final. No nos da un respiro en medio de las situaciones divertidas que nos hacen reír continuamente, pero también meditar, llevándonos al terreno sano, disparatado de una pareja que parten de concepciones vitales divergentes y que confluyen como dos ríos distintos en un mismo mar abierto, limpio, serenado.
Moisés Cayetano Rosado

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