EFECTOS DEVASTADORES DE LA GUERRA DE LA
INDEPENDENCIA EN EXTREMADURA
Autor: Manuel Márquez Martín.
Edita: Foro para el Estudio de la Historia Militar de España. Navarra, 2013,
264 pgs.
Manuel
Márquez Martín es un paciente y riguroso investigador de la Guerra de la
Independencia en Extremadura, centrando en su vertiente socio-económica. El
Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Badajoz sacaba a la luz en 2011
el libro de Manuel Márquez Martín “La Junta Suprema de Extremadura en su
Comisión de Hacienda”, y poco después -en el mismo año- la Revista
transfronteriza “O Pelourinho” publicaba un amplio resumen del mismo, escrito
por su autor.
En aquella
ocasión escribía: “La Comisión de Hacienda se ocupó muy pronto en adoptar
medidas en orden a la obtención de fondos con los que atender las apremiantes
necesidades a las que se enfrentaba, y, en este sentido, una de ellas fue la de
establecer una contribución pagadera por los grandes propietarios forasteros,
los dueños de Encomiendas y los Señores jurisdiccionales y otra consistente en
la décima parte de todas las rentas producidas por la riqueza territorial”.
Ahora,
profundiza en este tema tan crucial de la provisión de fondos durante la
terrible Guerra de la Independencia, que “cogía” a Extremadura en el peor de
los escenarios: en la puerta del corredor Madrid-Lisboa, que en épocas de
confrontaciones siempre ha sido “teatro de guerra”. Éste es el sentido de su
investigación, que da a la luz bajo el significativo título de “Efectos
devastadores de la Guerra de la Independencia en Extremadura”.
Mucho es
lo que se ha investigado, publicado, divulgado, correspondiente a los
escenarios bélicos, a las confrontaciones, a los asedios de poblaciones de la
raya durante los años cruciales de la invasión napoleónica y la sublevación
peninsular contra los franceses. Sus generales, sus ejércitos, sus estrategias
respectivas, los avances y retrocesos de los millares de soldados que a partir
de 1808 invadieron nuestro territorio, señoreándolo hasta 1814. También las
actuaciones de la Junta de Extremadura. Y la aportación de los diputados
extremeños en las Cortes de Cádiz, donde tantos brillaron y lograron
relevancia. Pero las cuestiones socio-económicas de base han quedado siempre
como en un segundo plano, no obteniendo la justa atención que los aspectos
políticos y militares sí alcanzaron.
De ahí
que las pacientes, detalladas, documentadas investigaciones de Manuel Márquez
Martín sean no solamente oportunas sino necesarias para cubrir un vacío
historiográfico, necesario para obtener una visión de conjunto de lo que
significó para nosotros la Guerra de la Independencia.
¿Y qué es
lo que significó esta Guerra? En principio hemos de decir que… lo que
significan todas las guerras: sufrimiento, destrucción, miseria; enormes costes
sociales, económicos; devastación que compromete no ya el presente sino el
futuro de la tierra afectada. Y, como llovía ya sobre mojado, pues supuso un
golpe mortal para el progreso de este territorio, Extremadura, que fue
escenario principal en la Guerra de Restauração de la Corona portuguesa
(1640-1668), en la Guerra de Sucesión de la Corona española (1701-1714) y no
fue ajena a la Guerra de los Siete Años (1756-1763).
Manuel
Márquez va desgranando a lo largo del libro los aspectos fundamentales de esa
“devastación” que sangró la economía regional a base de impuestos, requisas,
apropiaciones, con base en la legislación emanada de las autoridades del
momento; pero también nos presenta los abusos que sobre el terreno hacían con
sus depredaciones y latrocinios los ejércitos no sólo invasores sino también
“defensores”.
Nos
muestra enseguida a Alcántara como adelantada en la lucha contra el invasor, y
a continuación los tumultos de primera hora, que llevaría el descontrol y
asesinatos en Badajoz, ya desde 1808, para después centrarse en el objeto
básico de su estudio: los efectos devastadores de la Guerra.
A las
Mesas Maestrales y Encomiendas se recurrirá por parte de los mandos militares
para proveerse de los fondos económicos y recursos materiales para su
mantenimiento en el territorio de ocupación, con exigencias cada vez más
gravosas de productos agrícolas y ganaderos. Minuciosamente, el autor va
haciendo un recorrido documental volcado y comentado en estas páginas sobre las
diferentes Mesas Maestrales de la región y Encomiendas de la Corona, de los
Infantes de España y Órdenes Militares. Secuestros, confiscaciones, con
violencia y saqueo hacia los administradores que se resistían o dificultaban
las requisas. Los bienes retenidos a los propietarios que habitaban en
territorios ocupados por el enemigo, a los que “tutelaba” la Junta Provincial,
apropiándoselos. Recaudaciones de las rentas del Voto de Santiago. Saqueos por
el enemigo de monasterios, conventos e iglesias, llegándose al asesinato con
ensañamiento incluso del obispo de Coria. Problemas de cobro y subsistencia de
hospitales, administradores, etc. Todo un rosario, en fin, de “luchas en la
retaguardia” por lograr recursos de supervivencia o de obtener beneficios en
las aguas revueltas de la Guerra.
El
resultado final de todo ello, con la combinación de enfrentamientos, batallas,
destrucciones directas e indirectas, dificultades para un desarrollo productivo
normalizado de la tierra, gravamen de los miles de soldados deambulando y…
depredando a su antojo, dio lugar a esa devastación que acabó de sumir en la
miseria a una región ya largamente castigada por estos conflictos de una
convulsa Edad Moderna, recién acabada, especialmente dura en la frontera. La
inauguración del siglo XIX no podía ser más catastrófica, y la miseria se
generalizaría por toda Extremadura, una vez más condenada al subdesarrollo y la
subsistencia extrema, a un saqueo que la contemporaneidad no se iba a encargar
de remediar.
La
aportación documental de esta nueva entrega de Manuel Márquez Martín es
abrumadora, contundente, explicativa hasta el detalle minucioso de esta
devastación que tanto se ha preocupado de mostrar y demostrar, obsesionado casi
en hacernos llegar esa otra cara de las guerras: la trastienda, la provisión de
recursos para sostenerla, que siempre recae -al final- en el pueblo sufrido que
padece en su suelo el estallido de los enfrentamientos a que en el fondo son casi
siempre ajenos.
MOISÉS
CAYETANO ROSADO
No hay comentarios:
Publicar un comentario