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viernes, 24 de mayo de 2013


Elvas, Patrimonio Mundial
Por MOISÉS CAYETANO ROSADO
“La Guarnición fronteriza y fortificaciones de la ciudad de Elvas” fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad durante la 36ª reunión del Comité del Patrimonio Mundial celebrada en San Petersburgo, Rusia, entre el 24 de junio y 6 de julio de 2012.
Ello incluye las tres murallas medievales, la muralla y el Forte de Santa Luzia del siglo XVII, el Forte da Graça del siglo XVIII, los tres fortines del siglo XIX (S. Mamede, S. Pedro y S. Domingos), el Acueducto de Amoreira y también el Centro Histórico.
Proceso de la declaración de Patrimonio Mundial.
Esto constituye la culminación de un largo proceso, que tuvo un antecedente decisivo cuando en 2004 las fortificaciones elvenses fueron propuestas en la Lista Indicativa de Bienes Portugueses a Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de la UNESCO por la Comisión Nacional de Portugal. Para ello se hizo valer que constituyen el mayor conjunto de fortificaciones abaluartadas terrestres del mundo, con una extensión de 8 a 10 kilómetros, aparte de sus enormes explanadas, sus glacis, y la ligazón entre el Forte de Santa Luzia, el Forte da Graça, los tres fortines, así como el acueducto de Amoreira, infraestructura de gran trascendencia logística.
Si el acueducto, construido entre 1537 y 1622, con más de 8 kilómetros de longitud (y otros varios de ramales subsidiarios y acopios subterráneos), constituye una de las obras de ingeniería más impresionantes del Portugal renacentista (con directores de obra tan señalados como Francisco de Arruda), la fortificación abaluartada sería la construcción culminante del genio artístico, técnico, logístico y militar de la Edad Moderna. Iniciada por el jesuita João Pascacio Cosmander en 1642 a instancias de D. João IV durante la Guerra de Restauração, sería continuada por Gilot, Lassart y Nicolau Langres, culminando en el siglo XVIII, en el Forte de Nossa Senhora da Graça, bajo las propuestas del mariscal conde Lippe y la dirección de los ingenieros Valleré y Étienne. Posteriormente, se reforzaría el conjunto con los fortines, dos flanqueando al Forte de S. Luzia y el otro al lado del acueducto, donde se inicia el profundo desnivel del valle que lleva a la Porta da Esquina.
Castillo y cercas medievales.
Pero la importancia de las fortificaciones de Elvas se remonta a tiempos anteriores. Así, su imponente Castillo medieval data del reinado de D. Sancho II, asentándose sobre una estructura musulmana con antecedentes en la Edad del Hierro, de la que aún se conservan parte de las murallas. La ciudad fue tomada a los moros -allí asentados desde el año 714- brevemente por D. Afonso Henríques en 1166 y, tras nueva conquista musulmana, la asedia Sancho I en 1200. Su castillo -y población- no se tomaría definitivamente hasta el reinado de D. Sancho II, culminándose su reedificación en 1228.
Torreones y matacanes del castillo se introdujeron en el reinado de D. Dinis, y ya en los mandatos de D. João II y D. Manuel I (finales del siglo XV y principios del XVI) se adaptó para la defensa artillera, al tiempo que adquiría un carácter más residencial, integrándose en el conjunto abaluartado seiscentista, como elemento de transición entre lo medieval y lo moderno.
A este legado monumental hay que unir la importancia de sus recintos amurallados del medievo. Se conservan vestigios aún de las dos cercas musulmanas que sucesivamente se construyeron a medida que se expandía la ciudad desde lo alto del castillo. D. Fernando (1367-1383) la dotó de una tercera cintura amurallada, reforzada por torres. Así, al iniciarse el siglo XVI, ostentaba triple amurallamiento, veinte dos torres, once puertas y barbacana, como podemos ver en el “Livro das Fortalezas” (1509) de Duarte de Armas.
Legado de la Edad Moderna.
Con los conflictos peninsulares de la Edad Moderna, el nuevo amurallamiento, que une aportaciones holandeses y propiamente de las escuelas portuguesas de ingenieros militares, adquirirá esa monumentalidad que hoy contemplamos. No solo la Guerra de Restauração (1640-1668) ya mencionada, sino la de Sucesión a la Corona española (1701-1714), la Guerra de las Naranjas (1801) y las Guerras de la Invasión Napoleónica (1808-1814), llevarán a un continuo perfeccionamiento y reforzamiento de lienzos, baluartes, medios baluartes, obra coronada, revellines, fosos, glacis, defensas exteriores… que forman ese impresionante conjunto monumental que afortunadamente hoy se puede contemplar.
Pero esta actividad bélica generó también una actividad constructiva interior extraordinaria ligada a las necesidades militares. Cuarteles de alojamiento de tropa, caballerizas, polvorines, almacenes de intendencia, cisternas, hospitales… serán construidos a lo largo de los siglos XVIII y XIX para dar servicio a una guarnición que en muchas ocasiones doblaba en número a la población civil, llegando a estar compuesta de más de 15.000 efectivos. De ello queda un importante legado, que casi nos ha llegado íntegro, y del que destacan el actual Museu Militar, antiguo cuartel que ocupó el Convento de Santo Domingos; el Quartel do Trem, hoy Escuela Superior Agraria; la Casa das Barcas, ahora Mercado Municipal, o el Hospital Militar, en la actualidad hotel de cuatro estrellas.
Patrimonio religioso.
A este patrimonio militar hay que unirle un extraordinario legado artístico monumental religioso, con sus veinte iglesias y seis conventos, que tiene sus hitos fundamentales en:
La Iglesia de Santa María de Alcáçova, templo construido en el siglo XIII a partir de una antigua mezquita musulmana, por debajo del castillo.
La Iglesia das Domínicas, junto a la primera cerca islámica, obra del siglo XVI, de planta octogonal, completamente revestida de azulejos del siglo XVII, frescos renacentistas y talla dorada.
La Iglesia de São Pedro, de 1227, edificada sobre parte de la segunda cerca musulmana, con portal románico-gótico muy singular y poco frecuente en el sur de la Península.
La Iglesia del convento de Santo Domingos, en el borde interior de la muralla fernandina, con fachada barroca, valiosas tablas de la escuela portuguesa del siglo XVI  y azulejería del XVIII; cabecera de gótico purísimo y excelente traza.
La Iglesia de Nostra Senhora da Assunção, ubicada “presidiendo” la Praça da República (antigua Praça Real, construida a partir de 1517). Iniciada ese año -en estilo manuelino- por Francisco de Arruda, sería Sé entre 1570 y 1881. Posee extraordinarios altares barrocos de mármol y portentoso órgano del siglo XVIII.
Otras más, como la Iglesia de S. Salvador, S. Juan de la Corujeira, la de la Orden Terceira de S. Francisco, la de S. Lourenço, S. Martinho, Misericordia, etc. completa el patrimonio, sobre el que se ha hecho en los últimos años un gran esfuerzo de rehabilitación.
Otros elementos.
Con ello no acaba el rico patrimonio de esta histórica ciudad rayana, marcada por los acontecimientos fronterizos, y a la postre enriquecida por ellos, como legado de ese pasado convulso.
Y así, cuenta con una Picota (Pelourinho) manuelina. Situada en la plazoleta de Santa Clara, delante de la Iglesia de las Domínicas y al lado de la Porta do Templo, del periodo almohade.
Cuatro arcos en sus cercas medievales: Miradero, de Nostra Senhora da Encarnação, del Reloj y del Obispo.
Espléndida Torre Fernandina, construida en el siglo XIV sobre la segunda cerca islámica, musealizada.
Enorme sinagoga, con tres naves, cuatro tramos y cobertura soportada por pilares octogonales, que pasó después a ser la Iglesia del Salvador y posteriormente Açougue Público, manteniéndola ahora la Câmara Municipal como almacén, que habría de poner en su valor original.
Interesante Cementerio de los Ingleses, al lado del mirador del castillo medieval, donde yacen militares ingleses caídos en las batallas contra la invasión napoleónica.
Un portentoso Coliseo, pabellón multiusos para 6.500 lugares sentados, donde se celebran acontecimientos multitudinarios, desde “touradas” a actuaciones musicales y pista de hielo. Una bien dotada Biblioteca Pública, abierta a múltiples actos culturales. Museo Municipal de Fotografía. Museo de Arte Contemporáneo. Diversas pistas de atletismo y campos de fútbol. Fuentes urbanas ornamentales. Espaciosos jardines. Santuarios exteriores… Sin olvidar su oferta comercial y gastronómica, que siempre han sido un reclamo importante en su entorno y para los españoles de la vecina Extremadura.
En fin, todo un tesoro multiforme que convierte a esta ciudad, justamente llamada “Chave do Reino” durante la Guerra de Restauração, en “Cofre de tesoros monumentales” que todos debemos descubrir.

2 comentarios:

  1. Excelente trabajo Moisés, y documentado, como tu presentación en el Congreso de Almeida,

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    1. Muchas gracias, mi querido amigo. Espero que no tardemos en volvernos a ver.
      Un abrazo.
      Moisés.

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