EL PATIO
“ENDURECIDO” DEL PALÁCIO DOS MARQUESES DE
PRAIA E MONFORTE, DE ESTREMOZ
Aparece
en la foto -antes de la actuación reformadora- con fuente de amplia base
receptora octogonal, fuste ligeramente troncocónico, plato de recogida circular
y boca vertical, todo de mármol blanco. Amplia vegetación detrás, trepando por
el muro, blanco también como el resto de las paredes, menos la generosa arcada
roja de la derecha, que da paso a un atrio abovedado, en el que se abre una
puerta; arriba, una ligera azotea y un cuarto recoleto a su izquierda. El suelo
del patio es de losetas, en combate con la vegetación espontánea, verde y fácil
de vencer.
“Depois”,
la fuente ha dejado de existir (o ha sido llevada sabe dios a dónde). El
escenario es todo blanco, menos en el ribete que indica la puerta que hubo a la
derecha, amarillento; acristalados los ventanales que sustituyen a la azotea y
cuartito de al lado; una escalera suspendida recorre el muro de la izquierda,
donde estuvo la pared forrada de vegetación. El suelo es una plataforma
continua, blanca, como una pista de patinaje donde el hielo es el mármol
abundante de la zona.
El patio
romántico ha sido transformado en una aséptica estancia abierta como de
hospital, de donde ha huido el alma y la vida de los genios que habitaron la
fuente, el verdor de las enredaderas y la hierba. Pasear por él, más que un
ejercicio tranquilizante que invita al ensueño como indica la foto del “Antes”,
es un sofoco aséptico y arterioesclerotizado, que inquieta e insta a
atravesarlo cuanto antes.
Son los
misterios de algunas “rehabilitaciones”, que además se exhiben como ejemplares,
mostrando fotos en sus fachadas de lo que fue y ahora es. Fotos que a algunos
nos hacen pensar lo peligroso que resulta en ciertas manos de “inspirados
artistas” la actuación que -nos parece- bastaba con unos retoques en la
jardinería, una paleta discreta de albañil y un par de manos de pintura.
Moisés
Cayetano Rosado
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