LA CIUDADELA DE
ST. JEAN-PIED-DE-PORT: DE LA EFICAZ RESISTENCIA A LA UTILIDAD ACOGEDORA
Moisés Cayetano
Rosado
St. Jean-Pied-de-Port es una atractiva
población francesa situada en la entrada de Roncesvalles, que por su situación
geoestratégica ha sido lugar codiciado por unos
y otros reinos a ambos lados de los Pirineos.
Fortificada por los reyes de Navarra en el
siglo XII, fue ocupada por Fernando el Católico en 1512, pasando
intermitentemente de un reino al otro.
En 1620, Luis XIII de Francia une las coronas
de Francia y Navarra, construyendo -en lo alto del montículo en que se asienta
St. Jean- una Ciudadela para su defensa de las intromisiones del sur. En 1680,
Luis XIV encarga su modificación y reforma al ingeniero militar Sebastien le
Prestre de Vauban, adquiriendo el porte soberbio que hoy día conserva.
Ya en 1728 se realizan durante dos años nuevas
reformas y prolongación de las murallas de la población, que va a desempeñar un
relevante papel durante la Revolución francesa y el Imperio napoleónico. En
1814 resiste ante el sitio a que fue sometida, gracias a su amurallamiento.
En 1920 se desclasifica como obra militar, algo
que la experiencia en general nos enseña que es un momento de peligro para los
monumentos militares, por el afán de arrasar con ellos.
Pero, afortunadamente, buena parte de las
murallas medievales -adaptadas en sus merlones a la defensa artillera-, se
mantiene en pie, con sus cuatro puertas de acceso (la de Santiago, por donde
entraban los peregrinos del Camino de Santiago; la de Notre-Dame, que conducía
al barrio español, en línea opuesta a la anterior, camino de España; la de
Navarra -o del mercado- y la de Francia).
En cuanto a su Ciudadela -desde donde se divisa
el amplio valle de los alrededores y las montañas que lo circundan-, se conserva
en un estado óptimo. Y lo que es muy importante: también de uso, pues en su
interior contiene las instalaciones de un colegio público. Dentro y fuera de la
fortificación, se oye el trajinar de los niños y sus profesores, y en los fosos
de las murallas los vemos jugar al balón en discretas instalaciones que no
perturban la armonía del conjunto.
Así, lo que fue sede de una eficaz guarnición a
medio camino entre Pamplona (al Suroeste) y Bayona (al noroeste), es hoy acogedor
centro educativo, aunque no está permitida la entrada de personas ajenas al recinto
interior para no interrumpir la marcha de las clases.
Bueno sería que se facilitaran visitas en fines
de semana. En tanto, el recorrido por el exterior, con vistazo consentido al interior,
nos compensa y completa una visita más que recomendable a esta población donde
sigue el continuo trajinar de peregrinos y turistas, que le dan vida y
actividad, dentro de lo apacible, tranquilo, armonioso y bello del conjunto
urbano.
(Ver vídeo
grabado desde su Ciudadela: http://www.youtube.com/watch?v=79sbabthT6k&feature=youtu.be)
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