PIPAS PARA
PENSAR
MOISÉS
CAYETANO ROSADO
Veo el cortometraje Pipas http://www.youtube.com/watch?v=H1v-bCyeIR4,
de Manuela Moreno, por recomendación de mi amigo el periodista Julián Leal. Son
tres minutos y medio de una sencillez y a la vez complejidad extraordinarias.
Dos chicas comen pipas -escupiendo las cáscaras
al suelo-, sentadas indolentemente en unas escalerillas, en tanto hablan del
novio de una de ellas, que se la está pegando. Está muy segura
de esta infidelidad porque tras hacer el amor la llama Pi. Y “Pi” es la primera
sílaba del nombre de su más que segura amante, no una sucesión hasta el
infinito como el amor que le dispensa, que dice “justificándose” el
muy subnormal.
El chico, panadero, está haciendo… la ESO o
como se llame y además estudia inglés. Ya ves, pa’ qué si va
a seguí siendo panadero toa la vida, reprocha la despechada.
El chico la llama insistentemente y ella corta
las llamadas sin atenderlas en su “móvil última generación”. Y no entiende un
mensaje que le envía donde le indica que “pi” es “3’1416…”. “Pi”, esa grafía
que además lleva estampada en su sudadera porque le flipan las letras
japonesas; a ella y a su amiga.
Bueno… ¡seguro que el panadero está liado con
la profesora, porque el muchacho ofrece que ésta le explique el misterio de la
“Pi”! Así lo acuerdan las dos comedoras de pipas, magníficamente interpretadas
por Marta Martín y Saida Benzal.
Y esto es lo que hay. Un gran número de jóvenes
representados en estas dos actrices que lo bordan. Un número… creciente de
jóvenes cuya preparación intelectual es más que pésima y su actitud indolente
más que manifiesta.
En los cuarenta años que he dado clases a
chicos y adolescentes, he ido comprobando cómo una minoría cada vez está más
preparada, pero una inmensa mayoría se hunde en la ignorancia y la apatía.
No son de extrañar los datos del Informe PISA
sobre adultos de entre 16 y 65 años, que nos sitúa en la cola en cuanto a
“Comprensión lectora” y “Matemáticas”, rivalizando en ello con Italia dentro
del conjunto de la OCDE.
El cortometraje, tan breve como intenso, tan
distendido como incisivo, es un aldabonazo, un “educado grito” a las
conciencias de todos: a la de esos mismos jóvenes, a la de los padres, a la de
los profesores, a la de la sociedad, advirtiendo que estamos errando en el camino.
Que no podemos adormecernos en un presente negativo y un futuro entumecido, en
el que desde cualquier país de Europa y del entorno Occidental van a “devorarnos
por los pies”, como sigamos así: comiendo pipas y solazándonos en una
ignorancia que además se luce con arrogancia y con frescura.
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