VISIÓN DE LA
LUNA DEL 10 DE AGOSTO EN LA RAIA/RAYA
La luna del 10 de agosto -la más grande del año
a nuestra vista- aparece por el este al tiempo que el sol va despidiéndose por
el oeste. Queda Badajoz a un lado de la primera, y el segundo se oculta entre
los olivares de la Gudinha, entre Elvas y Campo Maior, incendiado, enrojecido
todavía, contrastando con la palidez del satélite, que apenas se adivina.
Pero muy poco a poco la luna va ascendiendo,
dejando abajo el amarillo de los campos de trigo recién recolectados, con las
alpacas aún por las lomas suaves, algunas envueltas en un plástico blanco,
preservadas.
Ya acercándonos a la corriente de agua -la
“levada”- que viene del barragem do Caia a todos estos campos de la Raia/Raya
de Elvas/Campo Maior, la luna que era blanca va encendiéndose de un amarillo
anaranjado. Resalta por encima de la máquina de riego, y los campos se vuelven
cenicientos sin la ayuda de la luz solar.
El agua abunda aquí de manera envidiable.
Badajoz queda enfrente, apenas auxiliado por el río Guadiana, cuyas aguas están
retenidas en los pantanos del este de la provincia; pero en este lado de la
Raia/Raya fluye por embalses y canales, que al salvar desniveles forman
pequeñas, ruidosas cataratas.
Y ya, acercándonos al límite, a la línea de
separación entre las dos naciones, una luna contundente y blanquísima ilumina
la vía del tren Badajoz-Elvas, por donde cada día pasa (mañana y tarde) un tren
de mercancías, con múltiples vagones. Lamentablemente, ninguno de viajeros.
A esta hora de recogida, con bandadas de aves
buscando su acomodo, ya solo queda la luna viajando por el espacio de frontera,
saltando de un lado al otro lado, brillante y grande, vigía de la noche, faro
de la frontera diluida.
Moisés Cayetano Rosado
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