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miércoles, 3 de septiembre de 2014

Como un adiós de seda
Autor: Rufino Félix Morillón.
Edita: Herákleion. Olivenza, 2014. 80 páginas.

Con el actual, son quince libros de poesía que Rufino Félix Morillón ha sacado a la luz desde que en 1989 publicara Tarde cerrada en la añorada colección de “Poemarios Kylix”. Desde entonces no ha parado, uniendo a sus publicaciones dos importantes reconocimientos literarios: el Premio Ciudad de Salamanca, por Las ascuas (2002) y el Premio Ciudad de Badajoz, por Las puertas de la sangre (2005).
Ahora nos entrega este Como un adiós de seda, que nos trae el mensaje a que últimamente nos tiene acostumbrados de suave melancolía ante el tiempo que pasa y nos lleva irremisiblemente a la vejez y la derrota. Como acostumbrados nos tiene a su extraordinaria calidad, a la cadencia exacta, a la palabra justa y necesaria.
Conforme voy adentrándome en el poemario, se me aparecen más nítidos los versos de William Wordswort, que inspiraran a la magnífica película de Elia Kazan, “Esplendor en la hierba”: “Aunque ya nada pueda devolver/ la hora del esplendor en la hierba,/ de la gloria en las flores,/ no hay que afligirse/ porque la belleza siempre subsiste en el recuerdo”.
Y es que Rufino Félix Morillón, a la manera de Antonio Machado o de Juan Ramón Jiménez, fluctúa entre el recuerdo de las primeras vivencias infantiles o el amor que le va siendo revelado, y la conciencia del tiempo que nunca se detiene y lo lleva hasta la exclusión definitiva.
De ello quiere dejar siempre constancia, una constancia sublime y serena, como la seda. De ahí el título del libro: Como un adiós de seda. O esos versos de su “Recordatorio”: “Me pregunto/ si logrará mi voz contar fielmente/ el tiempo que he vivido/ en el día que se fue” (pg. 14).
Él mismo se debate en esta incertidumbre, y saca sus conclusiones: “No es posible el milagro/ de recobrar el tiempo de los sueños,/ pero quedarán flecos/ que hemos de desvelar en nuestro encuentro” (pg. 20). Antes ya había aclarado: “De todos los momentos que he soñado,/ el que mantiene viva la memoria/ en este tiempo de melancolía,/ es el recuerdo de aquella mañana/ cuando soltaba el aire sus cabellos” (pg. 18). Y es que el poemario está lleno de recuerdos de amor, de entrega apasionada, de pálpito vital que se comparte.
Aunque después, eso mismo lo hiere: “Tu cuerpo, que ya cede con los años/ la serena esbeltez de su belleza” (pg. 30), porque no puede sustraerse a la comparación, a la vida que se escapa, como se escapa la potencia, la belleza y la vitalidad: “El hombre contemplaba/ la viveza/ del tiempo en lozanía/ y buscó en su memoria” (pg. 51). La herida es tan nítida, está siempre tan viva, tan presente, que vierte su sangre en poema tras poema: “Yo evoco mi niñez,/ su resplandor dorado,/ la alegría de mi voz”… para concluir, resignadamente: “Lentamente pasaron/ los días entrañables./ (Me concedió la vida/ la dicha de gozarla en sus inicios)” (pg. 55).
Por eso, enseguida, nos aconseja con firmeza: “Vuelve a sentirte niño,/ recobra la alegría/ que le daba a tus pasos/ la presteza,/ y alienta con el aire/ despejado/ que clareaba tu voz” (pg. 57).
Pero el poeta no descansa en su desasosiego, con un verso elegante, siempre bien medido, pulcro, limado como un canto rodado al final de la continua torrentera de la vida: “Se supo ya vencido, y se vio inerme/ ante el rigor del tiempo./ Sus ojos, empapados de vejez, veían el desmoronamiento de la vida” (pg. 64). O enseguida: “Mi corazón,/ después de palpitar pleno de luz,/ se está vaciando/ del jugoso esplendor que desprendía” (pg. 67).
La enorme sensibilidad que se derrama por todos los poemas de este Como un adiós de seda, alcanza su culmen en el último poema, donde evoca el recuerdo de sus padres muertos y escribe con suave desgarro contenido: “Así, cuando yo llegue, recibidme/ en el hogar de entonces,/ alta presencia de pureza y calma” (pg. 77). ¡Siempre la niñez, la niñez perdida y recobrada en el recuerdo… donde “subsiste la belleza”, que un maestro del verso, del poema, como Rufino Félix Morillón, ha sabido de nuevo transmitir!

MOISÉS CAYETANO ROSADO

2 comentarios:

  1. Enhorabuena, estimado amigo y paisano Moisés, por esta bella, completa y bien compuesta reseña sobre el libro "Como un adiós de seda", de Rufino Félix Morillón.
    poeta del que no he leído nada... ; procuraré hacer alguna incursión en su vasta obra. Quince libros ya es una buena producción poética, Te reitero mi sincera felicitación por estos trabajos literarios a los que nos tienes acostumbrados, Un abrazo extremeñamente fraterno.
    Wenceslao Mohedas Ramos.
    Jaraicejo (Cáceres) / Barcelona.

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    1. Muchas gracias, Wenceslao. Rufino es un gran poeta, con mucha obra, pero -en el mundo actual- no suficientemente conocido.

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