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domingo, 6 de septiembre de 2015

DE AQUELLOS POLVOS VIENEN ESTOS LODOS

Moisés Cayetano Rosado
La Cumbre de las Azores -reunión mantenida en las islas de este nombre el 16 de marzo de 2003 por los presidentes de Estados Unidos (George W. Bush), Reino Unido (Tony Blair), España (José María Aznar) y Portugal (José Manuel Durão Barroso)- llevó a la invasión de Irak el 20 de marzo de 2003, tras  lanzar un ultimátum de 24 horas al régimen iraquí encabezado por Saddam Hussein para su desarme.
Pero nunca se demostró la existencia en el territorio iraquí de armas químicas de destrucción masiva, principal argumento que se esgrimió para la declaración de guerra. Ni se llegó a la solución del conflicto árabe-israelí, que se esgrimió como argumento de “beneficios añadidos”.
La estrategia geopolítica de Estados Unidos, sus grandes intereses económicos petroleros en la zona y el campo de pruebas real para la industria militar estadounidense sí que estaban detrás de todo el “teatro de operaciones y argumentaciones”. Como lo ha estado detrás de todos los conflictos, de todas las facciones encumbradas, luego atacadas y destruidas, reemplazadas y vueltas a reemplazar en esos codiciados enclaves.
Los que en un momento eran aliados, héroes salvadores, se convertían al no doblegarse por entero a los intereses occidentales y, fundamentalmente, norteamericanos, en enemigos, monstruos a destruir, con toda una parafernalia propagandística ensordecedora de la enorme maquinaria militar desplegada, cedida, cambiada, vendida...
Y ha pasado como cuando se hostiga a un panal de abejas. Éstas se revuelven, atacan, agreden a lo que se mueve alrededor. Mantenía un orden la colmena, con sus normas a veces tan controvertidas para nuestros tipos de conducta (que por otra parte suelen saltarse los poderosos a su antojo), y aparecemos allí, codiciando su miel, apoderándonos de ella. Se defienden las que pueden, poniendo en marcha toda su potencia destructiva; otras, huyen despavoridas, buscan un nuevo lugar donde seguir subsistiendo, una vez su hogar ha sido arrasado: tal vez tratan de construir su nueva vida en el quicio de nuestra puerta, en un rincón de nuestras ventanas.
Leo una frase lapidaria del catedrático jubilado de la Universidad de Lisboa, Professor Doutor António Galopim de Carvalho: "Este drama começou nas Lages, Açores, com estes quatro senhores que a história há-de julgar". Se refiere a los presidentes de Estados Unidos (George W. Bush), Reino Unido (Tony Blair), España (José María Aznar) y Portugal (José Manuel Durão Barroso), que cité al principio.

Ahora, cuando tanto nos rasgamos las vestiduras por las consecuencias de los conflictos en la zona, con tantísimos miles de huidos que tratan de llegar al centro de la próspera Europa, y con la imagen terrible de un niño pequeño ahogado, solitario en la costa de Turquía, hemos de volver la vista atrás y reflexionar sobre lo que el doctor Galopim de Carvalho denuncia. Buscar en los orígenes del conflicto, cuyas consecuencias arrastramos todos, y causa millones de víctimas totalmente inocentes.

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