DE CASTELO
BRANCO A PUEBLA DE SANABRIA Y REGRESO (II)
Bragança. Praça da Sé. |
BRAGANÇA Y EL NORTE TRASMONTANO
Moisés
Cayetano Rosado
Entramos en Bragança dejando atrás la inmensa mole de la Catedral Nova, proyecto megalómano de finales del siglo XX donde reina
el cemento y las grandes explanadas, y nos plantamos en la Praça da Sé, que
nos devuelve a los viejos tiempos gloriosos de la capital trasmontana.
A la derecha, la antigua catedral -iglesia jesuítica de finales del siglo XVI,
manierista aunque posteriormente alterada- domina un espacio abierto en cuyo
centro se alza un hermoso Cruzeiro de 1689 en que se enrollan ramas de
viñedos hasta alcanzar el capitel corintio. Al fondo, en lo alto, por encima de
un caserío de palacetes y casonas, vemos la muralla y torres de su Castelo, uno de los más hermosos de
Portugal.
Castelo de Bragança |
Mandado
edificar por D. Dinis, fue reconstruido y ampliado por
orden de D. João I, constituyendo una defensa esencial de la frontera. Sobresalen
en este complejo militar su esbelta Torre
del Homenaje (con cuatro pisos, en que se ubica un bien acondicionado Museu
Militar), la Torre de la Princesa (mirador privilegiado hacia la ciudad,
envuelto en la leyenda recurrente de la “princesa cautiva” enamorada de un
trovador) y torreones cilíndricos en las
esquinas, con troneras artilleras, que mucho remarcó Duarte de Armas, en su
Livro das Fortalezas, de 1509.
Bragança. Castelo, Igreja de Santa Maria y Domus Municipalis. |
La vecina Igreja
de Santa Maria, de origen románico y trazas barrocas, está especialmente
ornamentada en la portada granítica de columnas salomónicas y frontón circular
partido. Y a continuación nos aparece el Domus
Municipalis, un sin par edificio de arquitectura civil románica -construido
en el siglo XII según Leite de Vasconcelos o a principios del s. XIV según José
Mattosso-, que alberga una cisterna en uso, y que sirvió en su espacioso y
expedito interior pentagonal -de banco de granito corrido por el borde interior
y ventanales con arco de medio punto- como local de reunión de los homens-bons do Conselho.
Si antes de subir a la Serra de Montezinho, en el extremo norte transmontano, quisiéramos
reparar fuerzas con una comida característica de la zona, podemos elegir entre
sus múltiples restaurantes para saborear
una perdiz com uvas, coelho bravo à
monseñor, arroz de lebre, truta do rio com presunto, faisão com castanhas o
el socorrido bacalhao preparado de mil maneras. ¡Sin olvidar cabrito
o leitão à moda de Bragança, así como sus fumeiros (enchidos y presunto típicos) y los bolos
de nozes, rosquilhas y bolo de ovos com pão.
Trás-os-Montes |
Una vez repuestos, las barreras montañosas graníticas, suaves, paleozoicas, de matorral y
verdor, se nos ofrecen a nuestro frente, haciendo barrera natural con el
norte zamorano y confundiéndose geomorfológicamente con él.
Cultivo minifundista en Trás-os-Montes |
Y así, ¡llegamos a otro mundo, aunque anunciado
en la apacibilidad del paisaje, pueblos y ciudades que venimos recorriendo! El “tempo lento” se ha enseñoreado de este
Parque Natural de Montezinho, en el que el minifundio reina en los remansos
de sus múltiples riachuelos, que bajan de la Serra, donde abundan los pinos, castaños y robles, con su
sotobosque aromático. Y cavando la tierra vemos acá y allá
mujeres cubiertas con pañuelos, sombreros y gorras, defendiéndose de un calor
que incluso a estas alturas también aprieta, y más con la azada en las manos y
el cuerpo inclinado hacia la tierra en el afán diario de la huerta para el
autoconsumo. Autoconsumo, porque -como nos dicen quejumbrosos los lugareños- la
venta menuda no tiene salida y las patatas, guisantes, ajos, cebollas,
pimientos, lechugas, tomates… que se
obtienen han de quedarse en casa.
Río de Onor |
De todos los pueblos de este Parque Natural,
seguramente el más atractivo sea Río de Onor, situado en el extremo
nordeste, separado de España por el río que lleva su nombre. Se conservan
aún muchas casas de paredes de piedra cuarcítica, alternada con granito y
pizarra, techumbre de esta última y balconadas de madera, aunque “el progreso” va haciendo cambiar la tipología y aparece
-sobre todo en los demás pueblos de la zona- el hormigón, la teja de cemento
pintado y a veces también el devastador aluminio de puertas y ventanas.
Oímos
hablar en Río de Onor -todavía, entre los ancianos- un portugués local: el
“riodonorês”, producto de la mezcla astur-leonesa, gallega
y portuguesa, que en los alrededores adquiere diversos matices locales y
comarcales, como ocurre en el norte
cacereño de la Sierra de Gata con el “lagarteiru” (de Eljas), el “manhegu”
(de San Martín de Trevejo) y el “valverdeiru” (de Valverde del Fresno).
Fenomenal, Moisés! Qué bien tener un cuaderno de viajes!
ResponderEliminarSí, para los fallos de memoria...
EliminarSí, para los fallos de memoria...
Eliminar