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domingo, 3 de diciembre de 2017

FORTIFICACIONES PORTUGUESAS EN MARRUECOS (I)
Asilah. Fortificada por los portugueses en el siglo XV.
Como somos muchos los que por estas fechas festivas aprovechamos para visitar Marruecos, nuestros vecinos del norte de África, tan ligados por la historia a la Península ibérica, y especialmente a Portugal durante la Edad Moderna, es bueno que hagamos un repaso del legado defensivo que nos podemos encontrar. Menos “popularizado” que el mundo de los palacios y los zocos (principales centros de atracción turística), constituyen un patrimonio de primera calidad y de amplio ingenio, desplegado fundamentalmente por Portugal en Marruecos.
Buena parte de las fortificaciones que a continuación se repasan fueron edificadas o reedificadas por iniciativa portuguesa, convirtiendo antiguas murallas medievales -válidas en la época neurobalística, anteriores al uso generalizado de la artillería- en extraordinarias fortificaciones artilleras, adaptadas a la pirobalística, o sea, al uso de las armas de fuego, tanto como manera de defensa -sus amurallamientos abaluartados- como de ataque: cañoneras de fuego cruzado en baluartes y a distintas alturas, para lanzamiento a larga distancia, media y cobertura de fosos.
Siguiendo fielmente a uno de los mejores conocedores de las mismas, Frederico Mendes Paula, a continuación ofrezco una “guía” histórica de esa presencia portuguesa y sus actuaciones en el levantamiento de defensas, que en gran parte siguen en pie, para admiración de todos por su ingenioso poder defensivo y por su belleza artística-monumental, que constituyen actualmente uno de los principales atractivos de estas localidades.
Será precisamente la conquista de Ceuta quien marque el inicio de la expansión portuguesa en el mundo, de fuertes motivaciones económicas y estratégicas, como “llave del Estrecho”.
Ceuta era a principios del siglo XV la gran amenaza para los barcos portugueses y la costa del Algarve. Su conquista en 1415 representa un paso decisivo para contener las acciones de los corsarios marroquíes, siendo la ciudad  fuertemente fortificada. En el reinado de D. João III que se construyen las Murallas Reales, que incluyen baluartes, foso navegable y puente levadizo. Un paseo por la periferia de su casco histórico nos permite hoy día disfrutar de su grandeza y su belleza.
En 1437 se toma la decisión de atacar a su vecina Tánger, pues D. Henrique insistía en crear puntos seguros en la costa de África para proseguir la expansión más allá del mar. La ciudad fue abordada varias veces, pero los portugueses nunca lograron sobrepasar sus murallas, de importante consistencia.
En cambio, Alcácer Ceguer -un pequeño puerto en el estrecho de Gibraltar- es tomado en 1458 por D. Afonso V, tras dos días de combate, siendo  fortificado, al tiempo que la mezquita es transformada en iglesia, constituyendo una “punta de lanza” para una posterior actuación contra Tánger.
En 1471, D. Afonso V organiza la mayor armada alguna vez salida de Portugal, con destino a la conquista de Arzila, al sur de la ansiada Tánger, pues su conquista formaría una “pinza” con las anteriores, de cara a su toma.
La ciudad es abordada después de una sangrienta batalla que duró cuatro días, en la que participa el futuro rey D. João II. A partir de 1509, Diogo Boitaca es enviado a Arzila para sustituir las viejas murallas de tapia por murallas de piedra y cal. Esas viejas murallas fueron impotentes ante el ataque artillero desde los barcos portugueses, demostrándose su insuficiencia ante los cañones y la pólvora utilizada en los ataques.
Arzila va a ser un modelo de transición en la fortificación de las plazas defensivas, desde la construcción medieval a la moderna; de las murallas verticales y rectilíneas de alto porte a las abaluartadas, con esquinas reforzadas en este momento con grandes baluartes ultracirculares capaces de alojar cañones. Hoy en día podemos disfrutar en esta pintoresca, tranquila y artística ciudad de ese modelo de transición perfectamente conservado.
Tánger. Conquista portuguesa en el siglo XV.
Después de la toma de Arzila, los moros abandonan Tánger. Portugal la ocupa sin combate, a través de una fuerza comandada por D. João, hijo del Duque de Braganza. Los portugueses emprenden también en Tánger importantes obras de fortificación, especialmente en sus murallas y alcazaba, dirigidas por Miguel de Arruda. Otra vez más, en Tánger disfrutamos del espectáculo grandioso de sus murallas, que desde el mar nos ofrecen una visión potente cuando vamos accediendo desde Tarifa.

Constituyen, así, una “corona fortificada costera” de gran interés estratégico y vistosidad, al alcance de la mano de cualquier visitante, incluso con la urgencia de tan solo un fin de semana.
Moisés Cayetano Rosado

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