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viernes, 27 de abril de 2018
sábado, 21 de abril de 2018
HOMENAJE A MÁRIO NEVES Y
AUDICIÓN EN LA “ANTIGUA” PLAZA DE TOROS DE BADAJOZ
Inicio del homenaje. Con J.M. Corbacho, Maria Emilia Neves y Ana Luisa Rodrigues |
Moisés Cayetano Rosado
El 17 de abril se
celebró un homenaje a Mário Neves en el Salón de Plenos de la Diputación
Provincial de Badajoz, organizado por la Asociación para la Recuperación de
la Armhex Memoria Histórica Extremadura.
Abrió el acto Jose Manuel Corbacho, Presidente de la
Asociación, siguiendo la proyección de un documental sobre la
rememoración de la "Matanza de Badajoz", de la Británica Granada TV,
de 1982, con intervención en el mismo del propio periodista Mario Neves, que en
1936, con 24 años, fue el primer periodista portugués en entrar en Badajoz,
cuando su toma por las tropas comandadas por Yagüe.
A continuación tomó la palabra la periodista portuguesa Ana Luisa
Rodrígues, para resaltar la figura del entonces joven periodista que dio a conocer al mundo los tremendos sucesos de Badajoz, de profunda
sangría y terror.
Después, me correspondió exponer a mí la evocación de los sucesos y el
contexto bélico que España venía arrastrando desde 1909 en Marruecos, cuya crueldad se continúa en Badajoz.
Intervenciones de Ana Luisa Rodrigues, Moisés Cayetano y Maria Emilia Neves |
La hija de Mário Neves -María Emilia Neves- cerró el acto, evocando la
figura llena de grandeza de su padre.
Acto muy concurrido, para homenajear a una de las figuras periodísticas que
más crudamente expuso la terrible situación vivida en la ciudad hace más de 81
años y cuyo recuerdo perdura vivo y lacerante. También fue leído un emotivo escrito del historiador Francisco
Espinosa, que no pudo estar presente.
Tres días después tuvo
lugar la extraordinaria actuación de la
Orquesta de Extremadura en el Palacio de Congresos de Badajoz (antigua Plaza de
Toros) girando en torno a nuestra terrible Guerra Civil, que en este lugar
tuvo uno de los sucesos más sangrientos de las horribles masacres.
En la amplia entrada, además, hay -para visita libre- una magnífica
exposición. "Tras las huellas de la Memoria", organizada por la Armhex Memoria
Histórica Extremadura, que resume este periodo de nuestra historia,
inolvidable y cruel.
Jose
Manuel Corbacho, como Presidente de la Asociación, hizo un discurso memorable ante el abarrotado Salón de Conciertos, presentando la obra musical de José Ignacio de la Peña:
"Disparo de Luz. En memoria de las víctimas de la represión franquista.
Badajoz. 1936-2018", cuya
interpretación (con textos del
periodista portugués, testigo de los hechos, Mário Neves, y el poeta afincado en Mérida, Antonio Gómez) dirigió Jordi
Francés, con actuación brillante del
Coro de Cámara de Extremadura, dirigido por Amaya Añúa.
Explicación de Santiago Pavón |
Antes de la audición, el violinista Santiago Pavón nos explicó magistralmente
esta emotiva obra, en que al ritmo de la "Sucesión de Fibronacci"
retumbaron las despiadadas palabras del
teniente coronel Yagüe, la contabilidad
numérica de los asesinados, las sentidas reflexiones de Mário Neves y los
sensibles y firmes versos de Antonio Gómez.
Inolvidable experiencia en el "lugar de los hechos", en el lugar de la masacre de hombres republicanos y de izquierda, en
agosto de 1936, por parte de militares golpistas, africanistas, forjados en las
sádicas guerras del Rif, que sembraron un terror cuyos frutos durarían, al
menos, 40 años, y que ahora se recuerdan con arte, sensibilidad y emoción.
jueves, 19 de abril de 2018
ABRIL
PARA LLORAR, ABRIL PARA SOÑAR
Moisés Cayetano Rosado
Doctor
el Geografía e Historia
El Capitão de Elvas, António Bras, en el cautiverio. |
El 9 de
abril de 1918 (conmemoramos ahora el centenario) se dio la Batalla de
la Lys, en la frontera franco-belga, constituyendo de los mayores desastres
militares portugueses (que participaba con los aliados en la 1ª Guerra Mundial)
después de la Batalla de Alcácer-Quibir de 1578, con casi medio millar de
muertos y 6.000 prisioneros. A lo largo de aquella 1ª Guerra Mundial -en la que
Portugal se involucró por el miedo a perder sus colonias africanas a manos de
los alemanes, y por mantener un “prestigio” de potencia aliada, del que apenas
era una sombra-, este país con 6.000.000 de habitantes involucró a cien mil
soldados, de los que murieron seis mil, con otros tantos desaparecidos y otro
número similar de heridos graves y casi 7.000 prisioneros de guerra.
Las víctimas
reclutadas pertenecían al grupo social “mais desprotegido” pues los
pertenecientes a familias pudientes “en troca de pagamento de uma quantia em
dinheiro, livravam-se do cumprimento de servir a Pátria”, según denunciaba el
capitão de Elvas António Braz, prisionero en el enfrentamiento, cuyas memorias
bajo el título “Como os prisioneiros portugueses foram tratados na Alemanha”,
publicadas en su Elvas natal, son una firme denuncia del maltrato alemán y del
olvido en que los tuvo Portugal durante su lacerante cautiverio.
Lo mismo había
ocurrido en las intervenciones españolas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que
condujeron al “Desastre del 98”, siendo crucial la declaración de guerra de
EE.UU. tras el hundimiento de su acorazado Maine en la Bahía de La Habana el 25 de
abril de 1898 (hace ahora precisamente 120 años). En Cuba “dejaríamos”
50.000 soldados españoles muertos por enfermedades, hambre y miseria, 10.000
más fallecidos en combate y 13.000 heridos o gravemente enfermos; en Filipinas
subirían de 3.000 los muertos y de 7.000 los prisioneros. Se aproximaron a
350.000 los soldados movilizados, de una población de 18.600.000 habitantes:
similar proporción a la portuguesa.
Desastre de Annual |
Nueva masacre
pasaría en la “Guerra del Rif” (1911-1927), donde una vez más los que no podían
“pagar su redención y libranza” se vieron obligados a servir en lo que se
convirtió en un auténtico “matadero”: el Desastre de Annual se llevó la vida de
más de 10.000 españoles el 22 de julio de 1921, comparable a la tragedia de la
Batalla de las Linhas de Elvas, de 14 de enero de 1659. Emotivamente lo retrata
el escritor badajocense Arturo Barea en “La ruta”, de la trilogía “La forja de
un rebelde”, como otros muchos autores en extensa bibliografía ensayística y
novelada, de la que no me resisto a citar “Imán” de Ramón J. Sender y “El desastre de Annual”, de Ricardo Fernández
de la Reguera y Susana March, de extrema crudeza en el relato de las
atrocidades.
Tras estos reveses
vendrían en España la esperanza de una II República (14 de abril de 1931, ¡87
años ya!), con su Reforma Agraria, llevando a las míticas ocupaciones de
tierras en Extremadura del 25 de marzo de 1936 (82 años han
pasado de aquella “epopeya”: 80.000 campesinos ocupando 3.000 fincas), a
colectivizaciones… truncadas por la inmediata Guerra Civil, que nos deparó
medio millón de muertos y otros tantos exiliados. 79 años ya del 1 de abril de 1939, en que el general
Franco emitió su último parte de guerra, que acabó definitivamente con ese
segundo intento republicano.
Nuevamente, la
represión, cuya sombra alargada se extendió junto al hambre, el paro obrero,
hasta llevar a una auténtica “estampida migratoria” que desde mediados de los
años cincuenta a mediados de los setenta expulsó de Extremadura (como de gran parte de Andalucía y
las dos Castillas) a más del 40% de su población. No menos oscuro sería el
transcurrir alentejano, ribatejano y de las Beiras, con un porcentaje similar
de emigración: siempre los jóvenes, siempre la fuerza productiva y
reproductiva, quedando en los pueblos de origen una población envejecida.
Y así se
llegaría a… ¡otra nueva esperanza!: la Revolução dos Cravos en Portugal, del 25 de
abril de 1974 (¡44 años ya!), poniendo fin a la dictadura y las
traumáticas guerras coloniales, que desde 1961 a 1974 supusieron una de las
mayores tragedias de Portugal y los territorios sojuzgados. Aparejado a ella se
vivió un ilusionado proceso -¡tan efímero!- de Reforma Agraria en Alentejo,
Ribatejo y Setúbal, con ocupación de más de 1.100.000 hectáreas de latifundios
por más de 65.000 campesinos sin tierra.
Y en España
llegábamos a las reivindicaciones democráticas a partir de 1975, muerto Franco,
con la implantación de las libertades y de las autonomías regionales, débil
asidero para las regiones secularmente desfavorecidas, como Extremadura, cuyo
Estatuto de Autonomía se aprobó el 25 de febrero de 1983.
Después, un
periodo convulso y… una “reconducción” en los años ochenta, con sus luces y
sombras; luego, el alborear de finales de siglo y comienzos del XXI, en que
hasta fuimos por primera vez en nuestra historia receptores de emigrantes
extranjeros: medio millón en Portugal y más de seis millones en España (de los
que una pequeña cantidad, 50.000, se asentarían en Extremadura). Hasta que el
zarpazo de la crisis de 2008 nos despertó del sueño efímero. Pero… ¡otra vez un
24
de abril -de 2014-, el informe del Banco de España se muestra
optimista!: crecimiento esperanzado del PIB en el primer trimestre, la mayor
subida de los últimos seis años. Y ahí estamos, en el abril del llanto y de los
sueños: Abril para sentir, abril para soñar /Abril la
primavera amaneció,
que cantaba el inolvidable Carlos Cano.
miércoles, 18 de abril de 2018
UNA ESCAPADA POR ALMERÍA (y IV)
Moisés
Cayetano Rosado
Poblado de Los Millares.
De nuevo en la ciudad
de Almería -tras atravesar los pelados
Campos de Níjar, inmortalizados por la prosa de Juan Goytisolo en un descarnado
relato de viajes, en que expone su fascinación por el paisaje y denuncia la
miseria de sus habitantes, abandonados a una suerte adversa-, planificamos el
regreso, visitando de mañana el fantástico y cercano poblado de Los Millares,
cita obligada para meternos en el túnel del tiempo y retroceder 5.000 años de nuestra
historia.
El yacimiento arqueológico de Los Millares es un asentamiento prehistórico de la Edad del Cobre (3.200-2.200 a. C), formado por el poblado
y su necrópolis con una
extensión de 6 y 13 hectáreas respectivamente, más fortines de vigilancia y
defensa exterior.
Situado en el
municipio de Santa Fe de Mondújar, se localiza sobre
un gran espolón amesetado que forma el Río Andarax y la Rambla de Huéchar sobre la que se
construyó un poblado con 4 líneas
de muralla, una necrópolis formada por unas 80 tumbas colectivas
y una doble línea de 13 fortines que controlan visualmente los accesos a todo el conjunto
arqueológico, alertan y defienden en primera instancia.
En el morro superior
que da al río se encuentra la Ciudadela: primer núcleo habitado. Conforme crecía
la población y se necesitaba más espacio para sus habitantes y su
desenvolvimiento alfarero, artesanal en general y metalúrgico, se fue
expandiendo el urbanismo hacia el interior (la cortadura vertical del río
limitaba hacia ese lado la ampliación), siempre cercado por murallas protectoras, dotadas de torres, bastiones,
barbacanas en las puertas de entrada y fosos, hasta completar esas cuatro
líneas de murallas.
En los cerros de los
alrededores se edificaron los 13
fortines, de disposición circular, con fosos, torres salientes, y a veces doble
anillo de amurallamiento, e incluso reducto central de última defensa.
Maquinaria bélica exterior elaborada a conciencia, con asombroso sentido
estratégico-defensivo y de red de salvaguarda.
Todo un alarde de ingenio guerrero, que asombra tuviera
esa perfección hace cinco milenios, y del que se hace provechoso uso,
estimulando la presencia de jóvenes estudiantes, incluido pequeños de cinco
años -como vimos- que disfrutan viendo las réplicas del poblado instaladas en
un espacio anexo… y modelando el barro, “oculando” sus vasijas como lo hicieron
nuestros antepasados e iniciándose en la comprensión de otras formas de vida,
lucha por la subsistencia cotidiana y salvaguarda de la comunidad.
En fin, un viaje recomendable que iniciamos con una
parada pintoresca en Archidona, de portentosa fortaleza y… curioso bar en el
centro del pueblo, nostálgico de las viejas glorias del franquismo rememoradas
en sus botellas especialmente elaboradas para este establecimiento. En Mojácar
nos ofrecerían “la otra cara de la moneda” en un Bar-Pública, con bandera
tricolor, proclamas revolucionarias y ron “guerrillero” de puños en alto. ¡La
cara y cruz de la moneda de la vida, que cada uno interpreta o con la que
empatiza a su manera!
Para terminar, un vistazo a la Alhambra de Granada, población, enorme
vega y Sierra Nevada como telón de fondo desde el mirador de San Miguel, en el
viaje de regreso. Retornamos a la Raia/Raya lusitana y “musulmana”, cristiana
de luchas, tan sufrida y sufriente, atractiva, variada y rica en legado
histórico y natural como las tierras que acabamos de visitar.
martes, 17 de abril de 2018
UNA ESCAPADA POR ALMERÍA (III)
Cuevas de Sorbas |
Moisés
Cayetano Rosado
Del karst de Sorbas a la Sierra del Cabo de Gata.
Saliendo de la
ciudad, la provincia ofrece múltiples atractivos, como la zona desértica de Tabernas, con esos paisajes montuosos que parecen
de endurecido cartón violentamente arrugado: cárcavas profundas y afiladas que
roen las montañas de arcilla, arenisca y conglomerados; polvorientos valles con
señales de ríos que apenas ven el agua… y gran
espacio de “decorados cinematográficos”, con pueblos “del oeste americano”
y poblados indios. Parajes que constituyen la admiración de realizadores y
directores cinematográficos, dispuestos a trasladar el “salvaje oeste” a esta
pacífica zona del centro-sur almeriense, a cuyo “este cercano” se encuentra el
inigualable Parque Natural “Karst en Yesos de Sorbas”, otra singularidad
mundial de la provincia, ésta de orden geomorfológico.
Dolina en las Cuevas de Sorbas, vista desde el interior |
En el Paraje Natural "Karst en Yesos de
Sorbas" hay más de 1.000 cavidades excavadas en yeso, con gran cantidad
de galerías repletas de estalactitas y estalagmitas, y con kilómetros de
galerías excavadas en la roca de yeso
cristalizado de fuertes reflejos ante la luz de los cascos protectores con
que hay que “aventurarse” a visitarlos. Visita-aventurera, pues las galerías no
cuentan con tendidos de luz eléctrica, ni escaleras, pasamanos o cualquier otra
transformación humana para hacer más cómodo el paseo interior; al contrario, todo está tan natural como la naturaleza
ha querido, en estas oquedades donde el arrastre de la arcilla por las
corrientes subterráneas de agua que se cuelan por las múltiples dolinas han
dejado al descubierto las formaciones de yeso, modeladas en agujas cristalinas
purísimas de distintos tamaños y grosores.
Mojácar |
Es recomendable
dirigirse desde allí -más hacia el este, y a 90 kilómetros de la capital de
provincia- hasta la costa, para llegar a uno
de los pueblos más bonitos de España (así está calificado desde enero de
2013, dentro de la red oficial de la Marca España): Mojácar. Blanco y brillante, su caserío trepa por la ladera de la
montaña en que se asienta, la culmina y se derrama por ella como si fuera un
cántaro de leche que se vierte desde su cúspide. Amplísimos ventanales y
portales con arco de medio punto o arquitrabados, se alternan en láminas sucesivas
como si fueran estratos. Y las vistas hacia el mar cercano son incomparables,
con los barcos de pesca yendo y viniendo en su faena, más los grandes cargueros
del yeso de las múltiples canteras que se explotan en la zona, atracados en las
cercanías. Eso sí, el reclamo publicitario de su singularidad ha hecho su
efecto y los turistas centroeuropeos y nórdicos abundan como el yeso en Sorbas,
para provecho de bares, restaurantes y casas de venta y alquiler.
Luego playas, más playas hasta la Sierra del Cabo
de Gata, que las alterna con pueblos y urbanizaciones que han crecido
atraídos por su belleza y las posibilidades laborales de la industria
turística, abundante, aunque no excesivamente masificada como en otras zonas de
Andalucía, que han sucumbido a la tentación de la especulación y el dinero
rápido, como pueda ser la zona de Marbella. ¡Da como escalofríos ver a niños y
mayores extranjeros con sus pantalones cortos, blusas sin mangas y zapatillas
caladas, mientras nosotros vamos abrochándonos forros polares y abrigos de
pluma!
Castillo de Macenas |
Como en la Edad
Moderna el peligro de la piratería era
una constante, y la rapiña un uso cotidiano de corsarios, filibusteros y toda
clase de invasores, la costa está protegida por una amplia red de atalayas,
fortines, fuertes y castillos artilleros, de los que nombro -por señalar
algunos- el Castillo de Macenas, muy
cercano a Mojácar, torre-fortín de planta de pezuña o herradura, del siglo
XVIII, con dos semibaluartes al interior y semicircular hacia el mar, con
acceso en altura, aunque ahora lo tiene a ras de suelo, tras su utilización por
carabineros desde 1873 y luego por la Guardia Civil.
Algo más al sur, ya en el corazón de la Sierra de Gata,
el Castillo de San Felipe, de 1765, mandado a construir por Carlos III
(como otros ocho más entre Almería y Málaga). Enorme fuerte con patio de armas
central, dos semibaluartes hacia el interior, torres laterales hacia el mar,
más cuerpo adelantado semicircular, ha sido completamente restaurado, desde su
estado de ruina, aunque como el anterior y otros muchos más permanece sin uso.
Y a cada paso, miradores en altos cortados, contrastes de
monte y mar, faros, iglesias y antiguos molinos de viento., sustituidos en
la práctica por los nuevos gigantes que forman parques eólicos espectrales
lunes, 16 de abril de 2018
UNA ESCAPADA POR ALMERÍA (II)
Los refugios |
Moisés
Cayetano Rosado
Memoriales.
Cuando bajamos de la Alcazaba, una vez más cerca del Mercado,
nos encontramos con otro elemento patrimonial singular, el más singular de
todos los de Almería, que en extensión, conservación y significado no tiene
rival en parte alguna: “Los refugios de
la Guerra Civil”.
La ciudad de Almería sufrió 52 bombardeos por aire y mar, en los que
cayeron un total de 754 bombas durante la Guerra Civil
Española. Esto provocó que se decidiera construir unos refugios subterráneos, con más de 4 kilómetros de longitud en total,
un quirófano de urgencia, salas de entretenimiento para niños, almacenes de
provisiones alimentarias, sesenta y
siete bocas de salida a las calles adyacentes a su ramal principal y capacidad
para albergar a unas 35.000 personas, de los 50.000 habitantes que entonces
tenía la ciudad, dotada al mismo tiempo de otros refugios menores. Los trabajos comenzaron en octubre
de 1936 y concluyeron en la primavera de 1938, siguiendo fundamentalmente el
eje del actual Paseo de Almería, que lleva desde la Plaza de Purchena hasta las
cercanías del Puerto, con pasadizo principal de dos metros de ancho y doble
banco corrido en los laterales para sentarse.
A diferencia de otros
refugios de la misma época, como los de Cartagena, Barcelona o Jaén, estos han
llegado prácticamente intactos hasta nuestros días. Otros refugios de gran
importancia a nivel europeo, como los de Londres o Berlín sólo han sido recuperados en pequeñas
extensiones.
No es el único recuerdo de los tiempos difíciles de la Guerra Civil y
sus consecuencias inmediatas que tiene esta ciudad, tan castigada por los sublevados. Muchos de sus hijos tuvieron que huir
camino del exilio para salvarse de una muerte segura, a manos de los
sublevados contra la República que defendieron, y pasaron a Francia, donde les
aguardaba la II Guerra Mundial, en la que participaron buena parte de ellos,
siendo víctimas de otra nueva y cruel represión al ser apresados por los
alemanes.
Monumento a los exiliados muertos en campo de concenetración |
En su honor se levantó el monumento
a las víctimas del campo de concentración de Mauthausen. Un complejo escultórico situado en
el Parque de las Almadrabillas, que cuenta con 142 columnas, una por
cada una de las víctimas almerienses del campo de concentración, formando un
bosque alegórico de la permanencia de la lucha y del sufrimiento de estos
andaluces. Al medio está un emotivo, expresionista altorrelieve, que evoca la
tragedia, representando la
escalera en la que muchos de los prisioneros del campo de Mauthausen murieron
transportando pesadas piedras.
Monumento a los mártires de la libertad |
Ambos memoriales, unidos a la columna sobre gran
peana que conmemora el "Pronunciamiento de Almería o de los Coloraos",
representan la lucha, el dolor y la dignidad de un pueblo que ama firmemente la
libertad, lucha por ella y por ella se sacrifica.
Al lado mismo tenemos otro elemento
singular de Almería: el “Cable Inglés”,
enorme viaducto levantado para trazar el carril que une la estación de
ferrocarril con el puerto, para transportar mineral, construido a cargo de
la sociedad The Alquife
Mines and Railway Company Limited, y terminada en 1904, siguiendo la escuela de
“arquitectura del hierro” de Eiffel; estuvo en uso hasta 1970, y ahora es uno
de los iconos de la ciudad.
domingo, 15 de abril de 2018
UNA ESCAPADA POR ALMERÍA (I)
Entrada a la Alcazaba musulmana de Almería |
Moisés
Cayetano Rosado
Del Casco Antiguo a la Alcazaba.
Llegamos a Almería al caer la tarde y es momento de deambular
por el Casco Antiguo, curioseando en sus quebradas
callejuelas; en sus hermosas iglesias donde predicadores como los de antes
nos hablan de la sencillez de la Virgen, su condescendencia ante la petición de
Dios para ser la Madre del Hombre, y la maldad del pecado y el aborto. La catedral también está abierta, con su
obispo al frente; es un recio edificio
tardo-gótico con planta de salón, tres naves de altura poco elevada,
cubierta plana, poca amplitud de sus escasos vanos, y lo que resulta más
curioso: elementos defensivos típicos de
una fortaleza, donde no faltan adarves, troneras, aspilleras, atalayas..., un auténtico castillo artillado renacentista de
espléndida factura, muy preparado para la defensa, y al tiempo de una recia
hermosura en su sencillez.
Vista exterior de la Catedral |
Pasamos por la Plaza de la Constitución (conocida también como Plaza Vieja). Zoco durante la época musulmana, posee un corredor porticado, con arcadas y pilares que rodean un
amplio espacio central, cuadrado, en cuyo medio
una extraordinaria columna sobre gran
peana conmemora el "Pronunciamiento de Almería o de los Coloraos" (por
sus camisas rojas) en agosto de 1824 contra el absolutismo de Fernando VII y a favor de la Constitución de 1812. El original se construyó
entre 1868 y 1900 y estaba situado en
la cercana Puerta de Purchena. Derribado por orden del
ayuntamiento franquista en 1943, fue reconstruido en 1988, y resalta este espacio agradable, apacible,
sosegado, que invita al paseo… y a la fotografía del visitante.
Por la mañana, hay que pasar
por el Mercado Central (un buen ejemplar de arquitectura del hierro de finales
del siglo XIX), tan lleno de puestos variados en su planta de acceso, y de
aún más variado pescado en la planta baja. En uno de sus extremos exteriores, podemos
saborear un chocolate con churros,
mientras miramos en su cercanía una heladería
gallega, “sin colorantes ni conservantes”, que nos rematará en el mediodía
la deliciosa fritura de pescado fresco
del Golfo de Almería, que no tiene rival, y sí muchos restaurantes y bares de
tapas donde saborearla.
Interior artillado de la Alcazaba. Etapa cristiana. |
Luego hay que subir a la Alcazaba,
mandada construir en el año 955 por el primer califa
de Al-Ándalus, Abd al-Rahman III,
sobre los restos de una fortaleza anterior. El recinto cuenta con tres partes diferenciadas: dos de origen y estilo
árabe y una posterior, cristiana. El primer recinto es un amplio lugar que
habría sido fue campamento militar y refugio para la población de la ciudad en
caso de asedio. El segundo recinto era la residencia para gobernantes, guardia y
servidores; en realidad era una ciudad palaciega con mezquita, casa, baños,
aljibes, tiendas, etc. El tercer recinto se trata de la parte más moderna de
todo el conjunto; tras la toma de Almería el 26 de diciembre de 1489, los Reyes Católicos mandaron
construir un castillo en la parte más occidental y elevada, de gruesos
torreones, adaptado a las nuevas necesidades militares y a la artillería.
La exposición “Alcazaba, patrimonio de cine” se sitúa en el
interior de la Torre del Homenaje y ofrece al visitante materiales originales
de películas como Patton, Conan el bárbaro, El viento y el león, Los cuatro mosqueteros,
Marchar o morir, Indiana Jones
y la Última Cruzada, Juego de tronos-sexta temporada y Resucitado. También incluye paneles
con fotografías de rodaje, planos de archivos, explicaciones y variadas anécdotas.
domingo, 8 de abril de 2018
ANTONIO BRAZ,
UN ELVENSE EN EL FRENTE DE BATALLA
(En el centenario de la trágica
Batalha de La Lys, de 9 abril 1918)
Moisés
Cayetano Rosado
António Braz, nació en Monte das Taipas, freguesía
de São Vicente, del concelho de Elvas,
en 1877. Entró a los 16 años en la vida militar, siendo embarcado para la
Ciudad de Mozambique como segundo sargento el 17 de diciembre de 1896, dentro
de las misiones de control y pacificación territorial, bajo las órdenes del
mítico militar Mouzinho de Alburquerque.
Regresó a su
tierra natal el 17 de noviembre del año siguiente, prosiguiendo su carrera
militar. Pero no tardará en volver a prestar servicio en las colonias
africanas, y así entre el 1 de septiembre de 1909 y el 7 de junio de 1911 -siendo
alférez- fue destinado a la 5ª Compañía Indígena de Infantería, en Mozambique.
De 25 de junio de ese año a 18 de mayo de 1913 prestará servicio en Angola
integrado en la misma compañía. El 18 de mayo de 1913 se embarca para Lourenço
Marques, donde permanecerá entre el 29 de mayo y el 16 de septiembre del mismo
año. Volvería a Lisboa el 15 de octubre.
Esta experiencia africana le hará comprender la
miseria, hambruna y enfermedades endémicas de los indígenas, así como el atraso
de los soldados portugueses -pobres y analfabetos- destinados forzosos a estos lugares
de los que os jóvens pertencentes às familias aristócratas e
burguesas, em troca de pagamento de uma quantia em dinheiro, livravam-se do
cumprimento de servir a Pátria (que relata, recogiendo sus apuntes, su biznieta Isabel Braz
en el libro “Memórias Esquecidas” (Chiado Editora, 2014. Pág. 13). Algo que
también venía ocurriendo en España, y que se llevó la vida de miles de
campesinos españoles en las guerras de Cuba y Filipinas de finales del silgo
XIX, y en las de Marruecos (en el Rif) de 1911 a 1927.
Ya como teniente, partió de nuevo
para Angola, donde permanecerá desde el 10 de diciembre de 1914 al 3 de febrero
de 1916, en esta primera parte de la Gran Guerra, en que Portugal decide
intensificar su presencia en sus dominios africanos, amenazados de ocupación
por los alemanes. El hambre, la sed, las enfermedades tropicales, serán los
“compañeros” de este ejército portugués, que chegaram a armazenar a urina nos cantis para remediar la horrible
sed en sus desplazamientos (“Memórias Esquecidas”, pág. 228).
Regresado de este infierno, en agosto de 1917, ha
de embarcarse para Francia en el tercer Batallón de la Infantería 17, una vez
que Portugal entra abiertamente en el conflicto bélico contra Alemania,
enlazando así sacrificios sin cuento, separaciones familiares, necesidades de
todo tipo y todo tipo de peligros. Desde
el 10 de diciembre de 1917 permanecería en las trincheras (horrible tortura de
fango, humedad, invasión de ratas, hambre, sed y peligro de ataques de mortero
y gases venenosos) del frente franco-belga, llegando a ser víctima de un grave
ataque con gas, y herido en una pierna.
El 6 de abril de 1918, ha de retirar el Batallón de
Infantería 23 en el sector de Ferme du Bois (aunque se enterará en su
cautiverio, en ese mismo día fue promovido al puesto de capitán). Y allí le va
a coger en línea de frente -cuando pensaban que su misión estaba terminada y
pasarían a retaguardia- la Batalha de La Lys, el 9 de abril, siendo
hecho prisionero por las tropas alemanas, permaneciendo cautivo hasta el 24 de
diciembre, tras la finalización de la Guerra.
La Batalha de La Lys.
En la Batalla de la Lys, 9 de abril de 1918, los
ejércitos alemanes causaron una resonante derrota a las tropas portuguesas, que
constituye una de las mayores catástrofes militares portuguesas después de la
batalla de Alcazarquivir en 1578. Los hombres del CEP (Cuerpo Expedicionario
Portugués) estaban agotados, pésimamente alimentados, sujetos a un clima
despiadado de lluvia y frío que hacía insoportable la vida en las trincheras,
fatalmente equipados y deficientemente armados.
El día anterior, el ejército británico había
ordenado la retirada de la primera división del sector portugués. La segunda
división se disponía a hacer lo mismo, pero se sorprendió durante la noche con
un bombardeo alemán abrumador. Impotentes para aguantar el embate de las 4
divisiones alemanas, del sexto ejército, con cerca de 50.000 hombres (ellos
eran 20.000), las tropas portuguesas en sólo 4 horas de batalla tuvieron 500
hombres muertos y 6.500 heridos, desaparecidos y presos, más de un tercio de las
fuerzas disponibles.
Para los miles de cautivos, vendrían a continuación
8 meses de humillaciones por parte de un ejército vencedor de la Batalla,
prepotente, violento, que incluso en muchos casos recurrió a la rapiña de sus
pertenencias y al maltrato físico. Una vez más, el hambre, el frío, la
desolación, serían sus compañeros en los campos de concentración habilitados
por los alemanes para recogerlos.
En su libro "Cómo los prisioneros portugueses
fueron tratados por los alemanes" (Tipografía Popular de Elvas) publicado
en 1935, Antonio Braz dedicó un capítulo entero al tema, dándole un título muy
ilustrativo: "Abandonados!":" Os
prisioneiros portugueses foram, certamente, os mais abandonados e o que lutaram
com maiores dificuldades na Alemanha. Sem dinheiro na sua grande maioria, todos sem comida, era
um horror o nosso viver! (pág. 53). Mal trato y abandono en que el capitán elvense
denuncia a los propios alemanes, pero también a las autoridades portuguesas.
Regreso y años finales en Elvas.
Regresado a Elvas a finales de enero -tras la
liberación el 24 de diciembre de 1918-, en los años 20 el capitán António Braz
desempeñó funciones como Gobernador
do Forte da Graça e Comandante do Depósito Disciplinar, donde desenvolvió una acción eficaz en cuanto al
trato a los prisioneros militares y políticos a su cargo, al tiempo que
contribuyó al adecentamiento, acondicionamiento y rehabilitación del Fuerte.
En la década del 30, se pre-jubiló, acogiéndose a
una decisión de Salazar para los combatientes que hubieran sufrido el efecto de
los gases enemigos en la Guerra, pasando a tener una intensa actividad
periodística en la prensa de Elvas (Jornal de Elvas y El Elvense), donde
escribió sobre la vida militar, las experiencias en África, Francia y Alemania,
y defendió el patrimonio histórico de la ciudad, con una extraordinario visión
del papel histórico-artístico-monumental de las fortificaciones elvenses: algo
encomiable en medio de un “clima” general en las autoridades, medios de
comunicación social y ciudadanía partidarios de la demolición de las mismas,
alegando ser un “corsé que aprisiona”, enemigas del progreso urbanístico y
fuente de suciedad e infecciones.
Muy interesante resulta, también, su
visión de la Guerra Civil española y la relación con los refugiados
republicanos en Portugal: Os espanhois
até a comida dos cães chegavam a roubar… (“Memórias esquecidas”, pág. 458),
dado su estado famélico. Y aporta el conocimiento de conductas emotivas: Havia quem chegasse a fazer pão para lhes
dar, mas ninguém podia saber por causa da nossa polícia que estava sempre
atenta para os denunciar (Ibídem. pág. 458), referenciando para ello Isabel
Braz el libro de Rodrígues Ferreria “Guerra Civil de Espanha – Na Memória de
Barrancos”, así como apasionantes experiencias familiares del momento.
Son también de interés, en las últimas
páginas del libro, sus reflexiones sobre el salazarismo, lamentándose del Triste País este que se amarrou a um homem
que já nada lhe pode oferecer (Ibídem. pág. 482).
¡Clarividente ciudadano, que murió en 1968, en Elvas,
a los 91 años, y que bien merece un afectuoso recordatorio y homenaje!