EXILIADOS
Y REFUGIADOS: NUESTRA HISTORIA OLVIDADA
Moisés Cayetano Rosado
Doctor en Geografía e Historia
Ahora que una vez más se intensifica el
drama de los refugiados por todo el mundo, no estará de más rememorar lo que a
veces se esconde en los rincones del olvido. Aquello que se vivió en el pasado de enfrentamiento civil
y militar, del que guardamos una memoria confrontada: desplazamientos, refugio,
exilio, huyendo de las represiones y la muerte.
En la Revista Transfronteriza “O
Pelourinho”, que llevamos 25 años editando, bajo el patrocinio de la Diputación
de Badajoz, publicábamos en 2018 un monográfico sobre “exilio, emigración y
represión”, en que dábamos cuenta de nuestra tragedia de la Guerra Civil. Señalábamos
la dureza en la desesperada huida de cerca de medio millón de españoles,
mayoritariamente a través de los Pirineos, cuando la guerra estaba perdida para
los republicanos.
Una de esas víctimas, Carlos Velo, lo narra así en el libro de Francisco
Caudet “El exilio republicano de 1939”: “A patadas, a empellones, a culatazos,
nos arrebañaron en una playa. Gente hambrienta, aterrorizada, liquidada toda
esperanza./…/ Dormitábamos, que era estado permanente; esperar, sin esperar
nada de nada. Y oímos de pronto un magnavoz. Salimos poco a poco. ¿Y sabes lo
que estaba diciendo? Estaba diciendo: ‘¡Republicanos españoles: Lázaro Cárdenas,
presidente de México, en nombre de su gobierno y de todos los mexicanos, les
anuncia: México está abierto para ustedes; es su casa, será su nueva patria’. Hablaba
de un barco que llegaría de un momento a
otro, de libertad, de pan, de respeto, de futuro”.
Fue decisivo para acelerar el proceso el informe del diplomático mexicano
Isidro Fabela, enviado por el presidente Cárdenas, en el que señalaba al hablar
del Campo de Concentración de Refugiados de Argelés: “Esta enorme avalancha
humana de 100.000 personas quedó instalada frente al mar, sin otro límite que
la playa y una cerca de alambre con púas fijadas en una extensión de dos
kilómetros y medio de largo por uno y medio de ancho. Sin una tienda de
campaña, ni una barraca, ni un cobertizo, ni un muro, ni una hondonada, ni una
colina; ni tampoco árboles, arbustos ni piedras. Ni fuego para contrarrestar el
frío invernal, ni un techo que les resguardara del cierzo, ni una pared que les
defendiera de los aires marinos. Todos los días había muertos de frío y de
hambre”.
Sí, sería especialmente México quien acogiera de forma definitiva a miles
de exiliados españoles, que habían perdido la esperanza de un retorno más o
menos cercano, tras refugiarse en un principio en Francia, Norte de África y la
Raya con Portugal.
Precisamente de esto, de los republicanos “fronterizos” con el país
vecino, tratará el próximo número de “O Pelourinho”, previsto para mediados de
2020. Ya en el anterior número aludido, la antropóloga Dulce Simões, escribía
este adelanto: “O primeiro grande fluxo ocorreu na última semana de Julho de
1936, quando centenas de carabineiros e milicianos republicanos que haviam
resistido às forças revoltosas de Pontevedra, Ourense, Tuy e Vigo procuraram
refúgio no norte de Portugal. O segundo fluxo na fronteira do Caia, provocado
pelos bombardeamentos e ocupação da cidade de Badajoz. O terceiro verificou-se
a 12 de Agosto, quando os habitantes de Encinasola afetos ao golpe militar
procuraram refúgio na vila vizinha de Barrancos, e foram acolhidos pelas autoridades
locais. O ultimo êxodo registou-se na fronteira de Barrancos, nas margens do
rio Ardila que serve de linha divisória entre Portugal e Espanha, após a
ocupação da vila raiana de Oliva de la Frontera (Badajoz), a 21 de Setembro de
1936”.
El Portugal salazarista era muy poco receptivo a estos refugiados.
Alrededor de 1.500 serían embarcados en octubre de 1936 con destino a la
republicana Tarragona, procedentes de Extremadura, Andalucía y Galicia. Otros
quedaron “escondidos”, viviendo cercanos a la frontera, e incluso en otros
puntos de la geografía portuguesa, gracias a la solidaridad del pueblo vecino.
Solidaridad que ha estudiado Dulce Simões con respecto al caso de Barrancos (que
volverá a tratar), pero que en la publicación que estamos preparando nos
expondrán para otros puntos geográficos Luis Cunha y Rui Rosado Vieira (caso de
Campo Maior), Moisés Alexandre Antunes Lopes y Jacinto César (Elvas), Maria
Fernanda Sande Candeias (que ha estudiado en general a refugiados en Alentejo),
Bruno Sampaio Lobo (Figueira de Foz), Carolina Henriques Pereira (Caldas da
Rainha), Jorge Fernandes Alves y Ángel Rodríguez Gallardo (con respecto a
Galicia), y Paula Godinho, Manuel Loff, Fábio Faria, entre otros, sobre todo el
proceso.
Lo había anticipado el mismo 13 de agosto
de 1936 el periodista Mário Neves en el
“Diario de Lisboa”: “Os funcionarios do posto de Caia abriram uma subscrição entre
os oficiais e outras pessoas presentes para matar a fome a os filhinhos dos
emigrados”. ¡Historia de
solidaridad que hoy más que nunca deberemos recordar!
En tanto se publicaba este texto en el Periódico HOY de Extremadura, visitando Sicilia, me encontré con estos dos testimonios escultóricos en la Capilla Palatina de Palermo y en la catedral de Noto.
El primero, presentando un desembarco de africanos, tan frecuentes en la isla. Muy expresivo tanto por el monolitismo de los que están en tierra como por la esperanza actitud de los que desembarcan o están en la cubierta, de donde se disponen a bajar.
El otro encierra la tragedia de los naufragios, con el terrible añadido de que está construido con restos de maderas e hierros pertenecientes a una barcaza destruida en el mar: se conserva en el interior de la Catedral de Noto: dolor y esperanza, como dice el texto que acompaña a esta escultura de Elia Li Gioi.
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