ALTER
DO CHÃO, CRATO Y PORTALEGRE
La ciudad de
Portalegre, importante núcleo desde el Medievo, por su producción de tejido
de lana, posee un castillo de finales
del siglo XIII, ordenado construir por el rey Don Dinís. Se conservan aún
tres de las diez torres originales de la muralla y otras tres puertas de las
ocho que se abrieron en ella; lo podemos ver en nuestro paseo por sus calles
laberínticas.
La Sé (catedral),
construida entre los siglos XVI y XVIII, sobresale -como el castillo- del
caserío, con sus dos torres rematadas en punta, destacando en el interior
sus cinco capillas. Al lado está el Museo Municipal, instalado en una casona
del siglo XVI, con importantes piezas de arte sacro, mobiliario y cerámica, así
como una destacada colección iconográfica de San Antonio.
Ciudad de conventos
(imprescindible visitar el que aloja a la GN) y palacios, sin igual en
patrimonio del siglo XVIII, es digna de
callejear reposadamente, descubriendo en sus pequeños restaurantes las
habas guisadas con chorizo y tocino, sopa de bacalao, cabrito asado, conejo
empanado, su delicioso pan con pasas y, de postre, tocinillo de cielo y bolo
real.
En Crato,
porque en esta villa, que fue sede de la Orden Militar de los Hospitalarios y
después de Malta, tenemos un apreciable conjunto de casas de piedra labrada,
con arcos ojivales, y un buen patrimonio religioso y palaciego barroco, sin
olvidar su recia fortificación abaluartada, curiosamente encalada sobre la
misma piedra. Un kilómetro antes,
veremos el monasterio fortificado Flor da Rosa, del siglo XIV, donde
lo religioso y militar de las órdenes de caballería queda de manifiesto de la
forma más clara y bella, dada su robustez, potencia de los arcos y
magnificencia del conjunto.
Más adelante -siempre hablando de entre 10 y 20 kms.-
tenemos Alter do Chão. ¡Qué magia la
de sus calles antiguas empedradas y las fachadas blancas, con esa especie de
brazos levantados que son las chimeneas! Ciudad de creación romana, fue
reconstruida en el siglo XIII y mantiene en su centro un castillo del siglo siguiente, donde se alternan las torres
rectangulares con las cilíndricas, de cobertura cónica: ¡inexcusable la visita!