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jueves, 28 de junio de 2012



OTRA GENTE EN  LISBOA
Rua Augusta. Lisboa.
Es una felicidad recorrer las calles de la Lisboa antiga e senhorial sobre todo en domingo, cuando el sosiego del descanso abraza a una población que a lo largo de la semana lucha contra el tiempo, las prisas, sus múltiples urgencias. Los turistas venidos de tudo o mundo inteiro  les sustituyen, remansados, admirativos, solicitados por los trabajadores de los múltiples restaurantes de la zona.
Es el momento de recrearse en esos edificios robustos, tan bien conjugados de la Avenida da Liberdade y de la Baixa, de urbanismo y plazas monumentales, que desembocan en la “sin par” Praça do Comerço (El Terreiro do Paço, como le gusta a los lisboetas designarlo), con su sobrecogedora estatua ecuestre del Rey Don José -¡cuántas estatuas magníficas en Lisboa!-; el señorío del Chiado, con las ruinas imponentes del Convento gótico do Carmo y el Mirador modernista de Santa Justa; el Bairro Alto, tan fadista; Estrela, con su Basílica barroca; Madragoa, desde donde bajando al río disfrutaremos del magnífico Museu de Arte Antiga…; el laberíntico callejero de Alfama y Mouraria, llenas de becos, miradores, pequeños restaurantes con sonidos de fado vadio…
Recorrer a pie sus cuestas y bajadas; montar en el “eléctrico” desde Belém (tras visitar el incomparable Mosteiro dos Jerónimos y la Torre de Belém -esplendor manuelino-, Patrimonios de la Humanidad), hasta Graça, bajando para admirar la barroca Iglesia de Santa Engracia, el Castelo medieval de São Jorge, el portentoso Panteão Nacional, el monasterio -entre manierista y renacentista- de San Vicente de Fora , y un poco más abajo la románica Sé, en cuyo claustro se atesoran restos arqueológicos desde el comienzo de nuestra Era, sobresaliendo los romanos e islámicos.
Baixa lisboeta.
Pero este grato recorrido se ve perturbado al mismo tiempo con esa “otra gente de Lisboa” que no son los turistas tan frecuentes los fines de semana o los lisboetas con prisas de la lucha diaria. Que son de aquí o de allá pero que toman posesión de un reducido espacio y llaman (con su música, su canto, su susurro) silenciosa o levemente la atención.
Puerta principal de la Sé de Lisboa.
Así, la eterna fadista de la Rua Augusta, con  humilde triángulo musical y voz profunda, la mirada perdida, cuerpo hidrópico, sentada delante de las tiendas lujosas, que no pide pero agradece cualquier aportación. La acordeonista (tantos acordeonistas que nos están llegando de los países castigados de la Europa del Este…) arrodillada entre el juego hermoso del adoquinado de las calles de la Baixa. Esa mendiga expectante en la puerta románica, ennegrecida, de la Sé. El mendigo -¡tantos mendigos!-, mudo, en el Chiado, muy cerca de donde aún Pessoa aguarda sentado a los turistas, para la foto de recuerdo. El indigente, apenas entrevisto de un beco de la Alfama, confundido con la basura acumulada, embolsada y dispersa del fin de semana…
Rua Garrett. Chiado lisboeta.

También, claro, los “hombres y mujeres estatuas”; los vendedores clandestinos de droga y joyas, que enseñan con disimulo seleccionando al posible comprador; los limpiabotas cercanos a la Estação do Rossio…
Tantos más de los que éstos son una muestra solamente. Sí, es la otra cara de Lisboa, de esta Lisboa hermosa, que extiende su atractivo a los múltiples barrios que rodean y se abren desde el núcleo que hemos recorrido.
Víctimas y testigos de la injusticia humana que podemos encontrar en cualquier parte, desde luego, en cualquier gran ciudad sobre todo, en cualquier hermosa joya urbana del mundo en donde vayamos a admirar tanta belleza, pero donde también veremos esta denuncia, mínima y silente, de la desigualdad.
Beco en la Alfama de Lisboa.

MOISÉS CAYETANO ROSADO
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miércoles, 27 de junio de 2012


RECUPERAR EL FUERTE DE SAN CRISTÓBAL DE BADAJOZ
El Fuerte de San Cristóbal de Badajoz, a principios de siglo XX.
MOISÉS CAYETANO ROSADO 
El Fuerte de San Cristóbal es el elemento más antiguo de toda la fortificación abaluartada de Badajoz, y afortunadamente el que se conserva en mejores condiciones para una rehabilitación digna y valorativa de todo lo que en su historia significó, pues no tiene ocupaciones exteriores, se conservan mínimamente  las interiores de uso histórico y no se han adulterado sus componentes.
Construido entre 1641 y 1668, a lo largo de toda la Guerra de Restauração de Portugal, significó la barrera defensiva más eficaz para la ciudad, a la que en lo sucesivo protegerá en todo intento de invasión por la orilla derecha del Guadiana (el camino natural desde Portugal) junto al hornabeque (del que se está terminando una afortunada rehabilitación) de la cabeza del Puente Viejo, con el que se unía mediante un camino cubierto (ya desaparecido), además de diversas defensas menores y también desaparecidas al norte.
Su extraordinaria ubicación y construcción cumplen con las normas más exigentes de la ingeniería abaluartada, pues aunque situado en lo alto del cerro de su nombre, no es visible desde el exterior, sino que se “esconde” tras los glacis que lo rodean, contando con una recia contraescarpa, camino cubierto, profundo foso y voluminoso revellín en la zona más expuesta al enemigo: la que mira a los cerros de Orinaza, en donde se ubica la barriada de las “800 viviendas”, al norte.
Con dos baluartes al oeste y dos semibaluartes al este, su forma rectangular irregular, de puerta de entrada al sur, tiene en su interior las huellas de toda la historia desde mediados del siglo XVII a mediados del siglo XX.
El Fuerte de San Cristóbal ahora
Así, conserva en buen estado de recuperación la Casa del Gobernador, tan esencial y señera en todos los fuertes (magníficas son las cercanas de los elvenses de Santa Lucía y da Graça), así como dependencias para la guardia de servicio, que sufriría diversas transformaciones con el tiempo, desembocando en los años treinta del siglo XX -cuando se ceden a la ciudad las murallas, por parte del Gobierno Central- en presidio militar, motivo por el que siguió bajo competencia del Ministerio de la Guerra.
Al cesar esta función, pasó definitivamente el fuerte a la ciudad, perdiendo sus funciones y pasando al abandono, a pesar de distintos proyectos de rehabilitación y uso que nunca fraguaron.
Ahora, cuando ya hay dotación económica, proyecto y perspectivas de actuación, surge el problema. ¿Qué se pretende hacer? Pues eso, poner en uso el monumento, actuar en él para ofrecer a la ciudadanía esta fortaleza abaluartada singular, adecentando sus exteriores, como es preceptivo, conservado expeditos sus glacis, y actuando en el interior… para darle fundamentalmente uso hotelero.
Y aquí viene el problema: uso hotelero ocupando el interior, hasta la colmatación, con edificaciones de nuevo cuño y plataforma superior inventada por la que deambular como si fuera una gran terraza de nuevo cuño.
"Rehabilitación" oficial propuesta del Fuerte
Es decir, estamos ante una actuación que respeta la “cáscara” del monumento del siglo XVII pero ignora su significación en todo el resto de la Edad Moderna y la Edad Contemporánea hasta mediados del siglo XX, en que se detiene la “lectura histórica posible” del mismo, al quedar sin uso.
Y este es el error. Un monumento tan complejo no es “el inicio de su construcción”, el primer uso -defensivo y con pocos elementos interiores en este caso-, sino lo que a lo largo de los años, de los siglos, fue significando, con los elementos que se le añadieron mientras tuvo la misma significación inicial: defensa y uso militar.
Por ello, una rehabilitación debe ser respetuosa con la reconstrucción de esa “lectura histórica” y no interpretarla con la libertad de un nuevo “creador”. Como se ha dicho por parte de expertos variados: rehabilitar es actuar con discreción para que solo se vea la imagen que el tiempo deterioró y nunca la del rehabilitador; si se ve, si interpreta, entonces está haciendo “nueva construcción”. Y eso es algo prohibido por las normas sobre Patrimonio Cultural internacionales y las leyes de Patrimonio Histórico española e Histórico-Cultural extremeña. Además, demoledor e irreversible para lo que debe ser el reconocimiento evolutivo de nuestra identidad.

Propuesta respetuosa de rehabilitación del Fuerte de San Cristtóbal.


Publicación simultánea de www.badajoz7dias.com moisescayetanorosado.blogspot.com 

domingo, 24 de junio de 2012


EL LEÓN DEL DESIERTO

        Acabo de ver en 13TV la película “El león del desierto”, dirigida por Moustapha Akkad en 1979. Es uno de esos films de referencia al que merece volver de nuevo, un clásico cinematográfico, de cine bélico y antiimperialista, que tanto me recuerda a la literatura anticolonial varias veces  traída a estas páginas. No en vano en esos años en que se desarrolla la acción: la ocupación italiana de Libia y la lucha guerrillera de los beduínos dirigidos por Omar Mukhtar (desde principios de siglo hasta 1931, aunque centrado especialmente en los dos últimos años), España mantenía su sangriento conflicto en el Rif, al lado mismo, y en el mismo desierto.
Como era de esperar, Anthony Quinn hace una interpretación magistral del líder beduino, como también la hace Oliver Reed del terrible general Graziani, encargado de la represión sin contemplaciones. Tanques, aviones, cañones, gas venenoso, serán empleados contra los resistentes y contra la población indefensa de las aldeas, quemándoseles cosechas,  incendiando poblados y envenenando pozos, en una terrorífica demostración de sinrazón, modelo al que no fueron ajenos los demás ejércitos invasores de África, que se repartieron el Continente a finales del siglo XIX, como si fuera una tarta sobre la que tenían todos los derechos.
Ante la fuerza de tan potente maquinaria de guerra:  poderosa artillería, numerosa caballería e infantería, así como el auxilio de aviones, el pueblo autóctono solo pudo contraponer su rebeldía y la violencia que impulsaba su dolor, tan bien plasmado en las miradas magistrales de la madre que ve morir a su marido y sus hijos guerrilleros, interpretada por Irene Papas.
Son 162 minutos de tensión, tal vez con exceso de acciones de guerra y decantada hacia el maniqueísmo de víctimas buenas y agresores que vuelcan su infinita maldad, con el leve  contrapunto de un joven teniente, que se atreve a desafiar a sus superiores al negarse a ordenar una ejecución de civiles inocentes, y un coronel comprensivo, que admira en el fondo al líder Mukhtar y entiende su causa, desde un silencio impotente y dolorido. Ciento sesenta y dos minutos en que los planos generales nos presentan la belleza de los amplios espacios de Libia, entre arena y rocas que se elevan, horadadas por cuevas y cortadas. Y en que abundantes  primeros planos nos comunican la angustia, el dolor, las inquietudes, bondades y maldades de unos personajes bien resueltos, desde niños aterrorizados en las devastaciones a los adultos enfrentados continuamente con la muerte.
La película está accesible You Tube y es interesante apuntar que en Italia ha estado prohibida, por lo malparado que -entienden- queda su ejército. Y es curioso que sea de origen USA y sufragada por la Libia de Gadaffi, cuando el coronel “no era malo” para los norteamericanos.
Resulta recomendable verla, o repasarla para los que ya la conozcan, porque a las interpretaciones magistrales, a los paisajes encantadores del desierto, se unen los apuntes históricos de lo que fue terrible colonización de la que serían víctimas los que padecieron las invasiones y los muchos soldados -carne de cañón- que se vieron obligados a participar en la carnicería.  Gran parte de ellos también fulminados en cruentos y crueles enfrentamientos de los que aquellos que sacaban el provecho en forma de transacciones comerciales, extracciones mineras, venta de pertrechos y armamento, se libraron, bien resguardados en sus respectivas metrópolis. Algo que sigue ocurrieron en muchas parte -¡como siempre!- todavía.

viernes, 22 de junio de 2012


BARCELONA EN EL RECUERDO

De mi estancia, a principios de los años setenta del pasado siglo, en Barcelona, conservo cuatro referencias fundamentales, que me vienen de continuo a la memoria:
En en centro (con corbata): convivencia con compañeros de trabajo.
-          El Colegio Miguel de Cervantes, en la barriada del Clot, donde con 19 años empecé a ejercer la enseñanza, con casi cuarenta niños a los que me las veía y deseaba para enseñar a leer: nunca en la carrera de Magisterio nos dijeron cómo hacerlo, sino que nos exigían conocimientos enciclopédicos de las más variadas materias científicas y pedagógicas, pero jamás una metodología y didáctica oportuna: creo que fueron ellos los que me enseñaron a enseñar.
Tertulia sabatina en café de Las Ramblas. Estoy, con abrigo, a la derecha.
-          La tertulia de los sábados en un café de las Ramblas, en donde conocí a poetas, narradores, autores de teatro y ensayistas de las más variadas procedencias (muchos, latinoamericanos exiliados), con los que luego paseaba por el barrio gótico y tomábamos cerveza negra y “chorizo al diablo”, para terminar con más cerveza y cucuruchos de patatas fritas en la Plaza Real, en tanto me aleccionaban en recursos estilísticos y  política.
El Ateneo barcelonés: en primera planta.

-          El Ateneo barcelonés, muy cerca de las Ramblas -con su enorme entrada como de carruajes y la noble escalera a la derecha- donde pasaba horas, días, leyendo multitud de periódicos, revistas, libros, en su enorme sala de lecturas, siempre silenciosa y asistida por un bibliotecario atento que  guiaba mis lecturas.
Intervención en acto festivo del Hogar Extremeño de Barcelona
-          El Hogar Extremeño de la Puerta del Ángel, punto final de mi recorrido por el Casco Antiguo, en el que encontraba siempre la palabra amiga y nostálgica de mis paisanos; también leía otro poco, jugaba partidas de ping-pong, asistía a sus interesantes veladas literarias y a los no menos atractivos bailes de domingo, mitigando mi añoranza y soledad.
Cuando he vuelto, tantos años después, casi cuarenta, solo el Ateneo mantenía su presencia prácticamente intacta. Su quietud, su noble vejez, su recia arquitectura y la misma paz en salas, pasillos, salones y patio refrescante.
El Colegio ya no es el que era: no estamos aquellos profesores bregando con la ardorosa algarabía de inquietos muchachos que nos daban la vida y la alegría, aunque a veces se perdieran los nervios, la paciencia, pero que al menos a mí me rejuvenecía incluso aún más de mi bastante cercana adolescencia.
La tertulia ha perdido todos sus componentes, vía de un nuevo destino en sus países, zonas de origen o en la muerte que a otros se ha llevado, incluido alguno de los niños que ahí se ve, gran poeta luego en su frustrada juventud.
Y el Hogar Extremeño ha tenido que dejar su emblemática sede, ese lugar que fue refugio tantas veces de mi soledad, y desde donde caminaba hasta la puerta de la Catedral -tan cercana- para ver a los jóvenes domingueros que hacían una parada, bajados de la montaña, para bailar sardanas: un gozo que nunca me perdía.
Cuando vuelva -y quiero hacerlo pronto, a ver si pasados los calores de agosto- iré de nuevo al Ateneo, a sentir que no han pasado los cuarenta años. Pero estaré huérfano de la tertulia, del Colegio, del Hogar… Aunque aún conservo la referencia de algunos compañeros literatos que por allí batallan; de alumnos con los que mantengo contacto en estas redes sociales milagrosas; de nueva sede del Hogar, que no sé si cuando pise en ella seré capaz de reconocerme entre los míos… Queda aplazada hasta entonces la narración de esta nueva experiencia en mi añorada Barcelona.

jueves, 21 de junio de 2012

CRITERIOS DE AUTORIDAD ACADÉMICA Y 
BURDA DESCALIFICACIÓN


Miércoles, 20 junio 2012
          Antes se decía: “Usted no sabe con quién está hablando”, y el concejal pongamos de… Cuenca se quedaba tan pancho, ante el aturdimiento del interlocutor. Ahora algunos dicen: “Es que el que sabe soy yo, que para eso tengo acreditada mi valía con el consiguiente título académico”; algo así como el soldado al que el valor no ya “se le supone” sino que se le reconoce, porque el pobre topó con el enemigo y se llevó la consiguiente cuchillada… y la medalla.
Y es que lo de los títulos a veces son una “cuchillada” que te llevas de tanto repasar libretos, algunos de los cuales tienen el filo restallando de herrumbre, de tanto repetir errores copiados.
Viene esto a cuento de una discusión a varias bandas en la que el arquitecto adjudicatario de la rehabilitación controvertida del Fuerte de San Cristóbal de Badajoz se defiende exhibiendo el “notable alto” (creo recordar) de su carrera, y apostillando que “para operar te piden el título de cirujano”. ¡Eureka!,  y para realizar y dirigir el proyecto de rehabilitación monumental el de arquitecto, intuyo que quiere sagazmente decir. Pero no es esa la cuestión.
En efecto, el que “opera” es el cirujano; el que dirige la obra, el arquitecto, y el que pone las calificaciones en el centro educativo, el profesor, etc. Pero de ahí a negar la participación del “cliente”, del ciudadano, lleva a la frase de un famoso profesor de instituto extremeño de hace unos años: “Profesor habla, alumno escucha”.
Y no es eso, al menos en democracia participativa y en buena lógica. Así, por estas cosas del destino, yo he sido testigo más que directo de la opinión de tres altos especialistas (y cirujanos) médicos: con respecto a un mismo mal y paciente, uno quería efectuar una operación “abierta”, otro mantenía firmemente que lo mejor era con técnica de mínima invasión, y el último, que aplicaría únicamente medicamentos… de “eficacia probada”.
También en enseñanza y orientación educativa -que ha sido mi lucha profesional de 40 años- hemos disentido los docentes muchas veces ante un mismo alumno: enfoque a la universidad, a estudios profesionales manuales o al mundo del trabajo. Y compañeros míos arquitectos han llegado casi a las manos por el modelo a seguir en una actuación profesional no ya ante un monumento, sino ante un complejo de viviendas adosadas.
Sí, ellos (los médicos-cirujanos, los profesores, los arquitectos -todos titulados, con notable, o más o menos-) son los que tienen que “operar”. Pero el cliente puede y debe opinar. A veces, además, es el que tiene la última palabra. El que decide. Como el albañil es el que pone los ladrillos, pero le decimos si los queremos rojos, blancos, lucidos o por lucir, en arco u horizontales. Como el auxiliar de clínica es el que te inclina la cama, pero tú le dices cómo te ves más cómodo. Y como el conserje del Instituto el que te hace las fotocopias, pero tú puedes realizar algunos apuntes a mano. En fin, ¡así cito dos escalones profesionales, con un mismo cliente!
Y en este tema que se me va quedando atrás, entre disquisiciones y rodeos, pues con más razón. El ciudadano es -porque la Ley de Patrimonio así lo indica en su Preámbulo- el que ha de disfrutar y contemplar las obras, sentirse cómodo con ellas. Y el que debe exigir que se cumplan las salvaguardas legales, que son muy precisas y emanan piramidalmente de las más altas instancias: Carta de Atenas de 1931, Carta de Venecia de 1964…, Ley del Patrimonio Histórico Español de 1985, Ley del Patrimonio Histórico-Cultural Extremeño de 1999, Planes de Protección del Casco Histórico de los distintos municipios…, pues si no luego los Tribunales de Justicia aplican la “cirugía sin anestesia” y vienen los llantos, rechinar de dientes y señalamiento de culpables entre los que fueran solo demandantes de justicia.
El profesional actúa. Pero respeta las normas legales (patrimoniales, sanitarias, educativas…), respeta el legado heredado y respeta el sentimiento ciudadano -que ha de ser escuchado-, y en ningún caso debe ser descalificado, poniendo por delante de las narices de “la plebe” el título obtenido por el facultativo.
MOISÉS CAYETANO ROSADO
www.digitalextremadura.com

miércoles, 20 de junio de 2012


La guerra de la Independencia en Badajoz: fuentes francesas


Edición y traducción: Fernando Valdés Fernández.
Edita: Departamento de Publicaciones de la Diputación de Badajoz. 2012.

Fernando Valdés, además de un reputado arqueólogo, es un estudioso entusiasmado de la Guerra de la Independencia, como demostró con su libro “La Guerra de la Independencia en Badajoz”, editado por la Diputación Provincial en 2003, habiendo preparado también la edición española completa de las memorias peninsulares del mariscal Soult, para la editorial Polifemo, de Madrid, en 2010.
Surge ahora este nuevo volumen por la excavación de una fosa común con soldados al servicio de Francia, muertos en el asalto inglés a Badajoz de 7 de abril de 1812, al querer documentar la publicación de los hallazgos.
El libro, de 224 páginas, consta de una Introducción del autor, dos partes traducidas de los relatos de sendos coroneles de ingenieros -francés (Lamare) e inglés (Jones)-, presentes y protagonistas de los acontecimientos, apéndice biográfico de los principales protagonistas de las contiendas e índice topográfico y onomástico.
En la introducción, Fernando Valdés desgrana el sentido de los relatos militares que a continuación publica, resumiendo las intencionalidades de cada uno de ellos, que en el fondo son justificativos de la actuación de sus respectivos ejércitos, si bien el inglés no ahorra veladas críticas a sus superiores, y en concreto al general Wellington.
La “Relación de la segunda defensa, en 1812, de la Plaza de Badajoz, en España, por las tropas francesas del ejército del Mediodía contra el ejército anglo-portugués”, es el primero de los dos documentos traducidos. Está escrito por el coronel de ingenieros Jean-Baptiste Lamare, director de fortificaciones, y -como se señala en la introducción- es la primera de las dos obras que escribió sobre el mismo tema. Solo trata del asedio sufrido por la guarnición francesa de Badajoz, entre marzo y abril de 1812: aunque lo llame “el segundo”, en realidad fue el tercero, estando separados los dos primeros por la batalla de La Albuera.
Es un breve relato de poco más de 30 páginas, muy bien escrito, apasionado, vibrante, como una especie de novela bélica donde pone de relieve el valor de los defensores de la plaza y su irremediable caída ante la superioridad inglesa, acompañado de un magnífico plano de los ataques.  Después, al no ser suficientemente aceptada su justificación, hace un relato más pormenorizado de todos los acontecimientos en la ocupación de nuestra zona rayana en un trabajo de más de 200 páginas, que Enrique Segura tradujo y publicó en esta Revista de Estudios Extremeños entre 1933 y 1934 (en cuatro números consecutivos): “Relación de los sitios y defensas de Olivenza, Badajoz y Campo Mayor entre 1811y 1812, por las tropas francesas del Mediodía en España”.
El trabajo de M. John T. Jones, entonces teniente coronel de los Ingenieros Reales, de 140 páginas, está extraído de su “Diario de los asedios en España durante 1811 y 1812”, seguidos de dos discursos sobre la organización de los ejércitos ingleses, y sobre el modo de perfeccionarla, y 27 notas técnicas en su mayoría sobre elementos bélicos de ataque y defensa. Trabajo muy elaborado, detallista, que también justifica la derrota sufrida en abril de 1812, por la falta de efectivos militares de defensa, tanto humanos como técnicos, así como pone en tela de juicio los anteriores asedios (no solo a Badajoz, sino también a Ciudad Rodrigo). Se acompaña de cuatro planos explicativos extraordinarios: uno de Badajoz y su entorno, de 1811; otro más de detalle de la ciudad y sus elementos fortificados exteriores, de 1812; otro más de los ataques en la zona del Fuerte de la Picuriña, Revellín de San Roque y baluartes de San Pedro, Trinidad, Santa María y Trinidad (1812), y el final de detalles del Fuerte de la Picuriña, y  brechas en bastiones de San Vicente y Santa María y brecha en Ciudad Rodrigo, en perfiles.
El conjunto resulta un libro aleccionador. Resulta interesante leer la opinión de los vencidos, que relatan con mesura, claridad e incluso amenidad sus fatigas y derrota, sorprendiendo la calidad literaria de lo narrado por unos hombres “de armas” de gran consideración entre amigos y enemigos.
MOISÉS CAYETANO ROSADO
Revista Estudios Extremeños. Número II. 2012

FOTOGRAFIARSE CON PESSOA


Ahí está, sentado y esperando con paciencia a los turistas sonrientes que comparten su mesa para poder eternizarse en la fotografía. Delante de la mítica cafetería A Brasileira, en el Chiado lisboeta.
Muchos no conocerán ninguno de sus poemas, no habrán leído un solo verso, pero les suena el nombre, o les llama la atención esa estatua de bronce, sedente, que te ofrece asiento al lado, en medio del desassossego de turistas que corren de uno a otro lado para empaparse fugazmente de una Lisboa que exige tranquilidad en la visita. Otros recordarán sus heterónimos, sus múltiples obras que le elevan al parnaso de los grandes, a él, tan físicamente desapercibido, tan leve en su pasar humano.
¿Cómo pudo escribir una obra tan ingente y tan gloriosa en sus 47 años de existencia, en medio de ataduras laborales, viajes y las dosis imprudentes de alcohol que le llevaron a la tumba? Tal vez por esa concentración premeditada en su soledad: Com uma tal falta de gente coexistível, como há hoje, que pode um homem de sensibilidade fazer senão inventar os seus amigos, ou quando menos, os seus companheiros de espírito, escribiría.
Una soledad que hoy día se altera con permanente enfoque de cámaras que quieren llevarse la presencia del poeta, su intimidad -compartiendo mesa- a los rincones más lejanos, en tanto él sigue ahí, imperturbable, vivo o no, pero creativo siempre y todavía, porque Viver não é necessário; o que é necessário é criar.

lunes, 18 de junio de 2012


ABRE A FELICIDADE


¿Quién Abre a felicidade? ¿Ese “eléctrico” lisboeta o el refresco que se anuncia en su delantera, ascendiendo a la empinada Alfama, lentamente, tras atravesar la Baixa señorial, venido desde el monumental, “gótico encendido”, Belém?
La felicidade está en el paseo ferroviario, decimonónico, por el borde casi del Estuario do Tejo con olor a mar; por el encuentro entre la Baixa y la Praça do Comerço, con sus brazos abiertos a ese mar que se confunde con el río; por las estrechas calles donde se cruza suspirando el vagón que baja con el que sube, camino de la , esa fortaleza-catedral románica desde donde arranca la empinada Alfama, de callejuelas imposibles, pequeños restaurantes donde escuchar fado vadio.
Lisboa es toda menina e moza, antiga e senhorial. Magnífica para el paseo a pie. Para la admiración de sus múltiples museos, entre los que me quedo con el de Arte Antiga, al sur de Madragoa. Para la contemplación embelesada de sus innumerables monumentos religiosos, palaciegos, civiles, militares… que de una punta al otro del Estuario nos llevan del manuelino Mosteiro dos Jerónimos al oeste, hasta el medieval Castelo de São Jorge al este, por nombra solo a dos de los más significativos.
Sí, esa Lisboa del “eléctrico”, minúsculo, donde es casi obligado sacar el brazo por sus ventanas de cristales abatidos, en tanto lentamente sube y baja permitiéndonos la serena contemplación del paisaje, de la gente que no cesa de pasar, pasear, sacar fotos, admirar esta ciudad moderna y a la vez conservadora de tradiciones, rincones peculiares, costumbres, olores y sabores. ¡Cómo cheira a sardinha assada al mediodía!
El “eléctrico”, toda una institución. La opción ideal para recorrer ese lomo marítimo-fluvial de Lisboa, para mirar y contemplar, bajarse aquí, allá, tomarlo nuevamente… Abre a felicidade, sencilla, humilde, felicidad serena que da paso, al internarnos a pie hacia los múltiples barrios del norte, al bullicio de la ciudad cosmopolita que Lisboa también es.
Publicado a la vez en aviagemdosargonautas.blogs.sapo.pt y moisescayetanorosado.blogspot.com

miércoles, 13 de junio de 2012



ELOGIO DE LA RIQUEZA
De Quentin Massy, pintor flamenco (1466-1530)

Por MOISÉS CAYETANO ROSADO
Una vez que se rebasó la “crisis mundial de los años setenta” (iniciada en 1973 como punto final del desarrollismo de la década anterior y espoleada por la subida de los precios de los carburantes), pasamos en el Mundo Occidental a los “felices años ochenta y noventa”, dos décadas de prosperidad creciente, que se prolonga en los primeros años del siglo actual.
Poco a poco, incluso los países europeos del Mediterráneo, que vieron salir de su suelo decenas de miles de trabajadores cada año, camino de la próspera Centroeuropa,  comienzan a recibir mano de obra extranjera, como nuevos ricos, dispuestos a favorecerse con la explotación de los demás.
España, que entre 1961 y 1975 había enviado a dos millones de trabajadores fuera, llegó a las puertas de la crisis actual con más de cinco millones de inmigrantes. Portugal, que en aquellos años vio marchar a un millón y medio de los suyos, tenía antes del hundimiento en que nos encontramos ahora medio millón de extranjeros.
Esos años de aparente dinero fácil, especulación financiera, boom urbanístico descontrolado, tráfico de capitales y dinero negro, connivencia de políticos todopoderosos y banqueros sin escrúpulos, nos llevó a un “elogio de la riqueza” que creó un espejismo donde muchos intentaron sacar provecho de lo ajeno.
Mientras se hacían leyes educativas donde se resaltaban los principios del esfuerzo y de la solidaridad, los valores de la convivencia y la ayuda mutua, para el progreso social, la vida real jaleaba los méritos del enriquecimiento, elogiando a los triunfadores que manifestaban su éxito en el despilfarro, cuando no en la corrupción.
Así, pasamos por unos postulados educativos hipócritas, casi rozando el acratismo del “apoyo mutuo”, mientras se estimulaba el salvajismo que en su día lamentaba Baltasar Gracián: “Cada hombre está solo en la lucha del mundo, pues no se trata de una lucha de clases en la que cabe solidaridad. Es algo más profundo: el hombre está solo en la lucha por la vida”.
Y ahí estamos, en una profunda crisis que no toca fondo todavía, donde parece que se hace más real aquello de “menos ricos cada vez más ricos y más pobres cada vez más pobres”, que apuntara Carlos Marx, como una especie de traca final del elogio de la riqueza que se nos enseña en la vida, en contra de los postulados “románticos” de las leyes educativas que van cayendo -ya sí- en el olvido, volviéndose al lema de “sálvese quien pueda”, como una confirmación de la denuncia de Gracián.
La crisis mundial de 1929 no se resolvió hasta la recuperación tiempo después de la II Guerra Mundial, treinta años más tarde. La crisis actual, para muchos economistas, dejará corta a esa gran catástrofe económica del siglo XX. Por lo pronto, está asumido que los jóvenes actuales retrocederán en el estado de bienestar de la generación precedente: algo que no ha ocurrido en ninguna etapa de la historia contemporánea, excepto en casos de conflicto armado (que no han sido pocos, por otro lado).
¿Solo una generación padecerá las consecuencias de tanto desatino cuyos responsables siguen encabezan la lista de los ricos que apuntaba Marx? La crisis, desde luego, apunta para largo, y la pobreza se extiende, tanto como se concentra la riqueza en manos de unos pocos.
Publicación previa en: www.digitalextremadura.com y aviagemdosargonautas.blogs.sapo.pt

martes, 12 de junio de 2012



FORTIFICACIÓN ABALUARTADA DE BADAJOZ: ¿PATRIMONIO MUNDIAL?

MOISÉS CAYETANO ROSADO

Como ya hemos venido indicando en “Digitalextremadura.com”, en la Raya hispano-portuguesa hay un “rosario de fortificaciones abaluartadas”, levantadas y perfeccionadas a lo largo de la Edad Moderna, que conforman un patrimonio monumental de valor excepcional. Si bien en las poblaciones limítrofes de Portugal se conserva un número superior de plazas amuralladas que en España, con mayor grado de elementos fortificados y mejor conservación, por nuestra parte contamos fundamentalmente en Extremadura con piezas de especial valor, entre las que destaca por encima de las demás Badajoz.
En toda la zona española solamente Ciudad Rodrigo, Olivenza y nuestra ciudad presentan un amurallamiento abaluartado completo (aunque con espacios destruidos) alrededor del Casco Antiguo. Los demás son refuerzos abaluartados en castillos o fuertes. En Extremadura, Alcántara ha perdido gran parte de sus murallas, aunque lo que conserva es de apreciable valor; Valencia de Alcántara prácticamente todo -menos alrededor de su fortaleza e iglesia de Rocamador, que conforma un interesante polígono irregular, a pesar de las múltiples casas adosadas en el exterior-, y otras como las de Brozas, Alburquerque o Alconchel responden a actuaciones reducidas en el exterior de sus castillos, muy completa en la primera.
La de Badajoz presenta además la particularidad de contar con un extraordinario fuerte (de San Cristóbal), un enorme revellín que casi es otro fuerte más (de San Roque) y los restos de otro (de la Picuriña), aparte de un fabuloso hornabeque (en la cabecera exterior del Puente Viejo), ya a punto de culminar su acertada rehabilitación.
Con todo esto, Badajoz se configura en la población con patrimonio monumental abaluartado más importante de la Raya española. Y además cuenta del otro lado de la frontera con la vecina Elvas, cuyo patrimonio fortificado es el mejor y más completo de la Península; la flanquean Campomaior al norte y Olivenza al sur, de considerable patrimonio también, que la primera debe rehabilitar y la segunda ha de vigilar, pues recientemente sus actuaciones en el baluarte de San Juan de Dios han sido perversas, al arrasar con la tierra interior del mismo, dejándolo desfigurado y desprotegido, aparte de otros empeños poco acertados.
La puesta en valor de nuestro legado es crucial: para la comprensión de todo el territorio de confrontación en la línea Madrid-Lisboa, para entender nuestra historia Moderna y Contemporánea, y para el uso cultural y turístico de semejante legado incomparable.
De ahí que la rehabilitación ahora del Fuerte de San Cristóbal sea una noticia más que grata, aunque no exenta de polémica, ya que el aprovechamiento hotelero del interior puede condicionar las actuaciones, la protección integral al monumento y la puesta en valor de sus elementos, lo que se ha de cuidar mucho, por el respeto a la historia y al arte, y por exigencias de la propia Ley de Patrimonio Histórico. En otro caso, como manifesté en la presentación del proyecto en el Colegio de Arquitectos de Badajoz el 31 de mayo, podría dar lugar a indeseados contenciosos judiciales como ha ocurrido con el caso de la implantación de la Facultad de Biblioteconomía en la Alcazaba.
Y de ahí que debamos insistir en que se termine la rehabilitación del Revellín de San Roque (pues solo se ha actuado en el interior, medianamente en los fosos y nada en el camino exterior cubierto), como si únicamente interesara construir el albergue a que se destinará, descuidando lo más importante: el propio monumento y su entorno.
 También ha de recuperarse el Fuerte de la Picuriña, que exteriormente tiene unos jardines bien concebidos, pero los restos del mismo están sometidos al abandono y a la “ocupación clandestina”.
 Igualmente, urge la actuación en los baluartes con mayor descuido, como es el de San Pedro (al lado de la Torre almohade de Espantaperros) o el de Trinidad (lleno de malezas en parte de su camino superior de ronda -al que se puede acceder por una escalera interior-, y lo que es peor con agujeros peligrosísimos para quien suba).
 Además, ya se ha de despejar de construcciones y vallado innecesario el espacio que va desde el Baluarte de Santa María (donde está el Colegio Lope de Vega) hasta el de San Roque (donde está el Palacio de Congresos), aparte de aclarar la arboleda pegada a distintos lienzos de la muralla, que no dejan verla en su esplendor.
Y es que falta un Plan Director que estudie y periodice las actuaciones en el conjunto, como también se puso de manifiesto en el acto del Colegio de Arquitectos que cité más arriba.
Todo ello para poder optar con posibilidades de éxito a Patrimonio de la Humanidad, bien como extensión de Elvas (si es que este año consigue la calificación, a lo que opta), o -lo que sería más deseable, por coherencia histórica y artística, así como conveniencia de oferta turística en red- como parte de toda la Raya, que debería con justicia gozar en un próximo futuro de dicha calificación. Pero sobre todo, para tener a punto, en valor, en disfrute, lo que es un legado monumental excepcional que muchas veces desde aquí no sabemos apreciar.
Con calificación de la UNESCO o sin ella, es incuestionable que el patrimonio monumental abaluartado de Badajoz es extraordinario. Y junto a la alcazaba musulmana forma un patrimonio monumental militar en el que contemplamos la historia y el arte de la Baja Edad Media, la Edad Moderna y las modificaciones de la Contemporánea, hasta nuestros días, como muy pocas ciudades pueden presentar.


Publicado previamente en www.digitalextremadura.com y www.badajoz7dias.com

lunes, 11 de junio de 2012

SEIS MESES DE BLOG

        Se cumplen hoy seis meses de la creación de este blog. Durante este tiempo, en esta Página inicial he introducido 100 entradas de los temas más variados: poesía, prosa poética; comentarios socio-políticos, demográficos, económicos, históricos...; críticas literarias, de cine; reflexiones sobre fotografías antiguas y actuales, etc., sobresaliendo los trabajos sobre movimientos migratorios y fortificaciones abaluartadas en la Raya hispano-portugueses (especialidades en las que estoy más volcado).

        Algunas entradas han sido previamente publicadas en las páginas de www.digitalextremadura.com o de aviagemdosargonautas.blog.sapo.pt Otras fueron enteramente confeccionadas para el blog, aunque la mayoría luego han sido compartidas en mi "muro" o diversos grupos de facebook, así como otros medios de comunicación. Siempre para una mayor difusión y puesta a disposición comunitaria de las mismas.

        En el blog, además, hay un apartado de Artículos cortos, donde hay actualmente 69 trabajos breves que habían sido publicados en diversos periódicos, tratando los temas más variados (como los de la "Página principal"), a lo largo de más de un par de decenas de años.

        Igualmente, hay otro apartado de Archivos adjuntos, donde se encuentran 38 documentos extensos, conteniendo libros de poesía, novela, autobiografía, estudios de emigración, historia social contemporánea de España y Portugal, libros de viaje; ensayos extensos publicados en revistas españolas y portuguesas de temática demográfica, política, histórica, social, de patrimonio artístico monumental... Unos son recientes, pero alguno (sobre todo en poesía) cumplirán no tardando mucho medio siglo.

       La revista electrónica "aviagemdosargonautas" está publicando una extensa antología de dichos trabajos (de los tres apartados) en sus páginas, algo que me satisface, al tiempo que ofrezco estas páginas a todo el que quiera utilizarlas, para su estudio y entretenimiento como para su reproducción por el medio que estime oportuno. Creo que ésta es la ventaja de la edición electrónica: la facilidad de su acceso, reproducción y difusión, y que es el objetivo que deseo se cumpla con este blog.

sábado, 9 de junio de 2012

Apertura de brecha en la muralla abaluartada de Badajoz en 1936.



© HOY DIGITAL 
Conferencia Click here to find out more!de Moisés Cayetano Rosado, seguida de Mesa Redonda.
09.06.12 - 00:28 - 
NATALIA REIGADAS | BADAJOZ.

Badajoz ha sufrido el intento de derribo de la Torre de Espantaperros, la pérdida de la puerta de Elvas y la desaparición de 928 metros de muralla
La Diputación acogió ayer un debate sobre la destrucción del patrimonio
La Torre de Espantaperros es uno de los emblemas de la ciudad, pero pocos saben que se salvó de milagro del derribo. En 1850 los entonces responsables del Ayuntamiento decidieron que debían demoler este monumento porque estaba ruinoso, pero no tenían dinero para ejecutar la obra. Volvieron a intentarlo en varias ocasiones, incluso le pidieron al ejército que lo hiciese a cambio de ceder el hospital militar, pero no hubo acuerdo. Así quedó abandonada durante años, pero se salvó y en 1926, al fin, fue restaurada. Espantaperros es un ejemplo con final feliz, pero en muchas ocasiones la historia acaba maltratando el patrimonio.
La Diputación Provincial acogió ayer una conferencia seguida de un debate en el que expertos e historiadores repasaron distintos casos de destrucción de los monumentos y se centraron especialmente en Badajoz. Moisés Cayetano, autor de la ponencia, inició la charla con la anécdota sobre la Torre de Espantaperros como ejemplo. «Hay que tener claro que si no se derribó fue porque no había dinero».
El entorno de la Alcazaba, sin embargo, sí acabó sufriendo los efectos del desarrollo de la ciudad. La construcción de la carretera de circunvalación provocó la rotura de la coracha (una parte de la muralla defensiva) y la puerta de Elvas.
El patrimonio pacense que más ha sufrido, sin embargo, son los baluartes y la muralla que se construyó entre los siglos XVII y XVIII como protección para la ciudad. Su destrucción, según destacó ayer Moisés Cayetano, no solo se ha producido en Badajoz, sino en muchas de las ciudades españolas con muralla.
La mayor parte de estos maltratos comenzaron a mediados del siglo XIX con la tendencia a la construcción de ensanches en las localidades. En 1831 Burgos fue la primera ciudad española que destruyó su muralla seguida de Barcelona en los años 40 que incluso hizo desaparecer su ciudadela.
«Las murallas defensivas pasaron a verse como un cinturón que constreñía la ciudad y no la dejaba crecer», explicó ayer Cayetano que añadió que incluso el Estado español apoyó estos expolios dado que mantener en pie tanto patrimonio era muy caro. Por esa razón en 1859 se crea una Real Orden que permite, literalmente, que se «derribe o abandone» la muralla de ciertas localidades, pero no los castillos. En Extremadura esta medida no afectó a Badajoz porque el ejército sigue considerando la ciudad como una plaza fuerte desde el punto de vista estratégico.
Sin embargo otros pueblos si quedan afectados por la real Orden, como Alburquerque, Valencia de Alcántara u Olivenza. El peor caso se da en Valencia de Alcántara donde, en 1954, se permite a los vecinos desmantelar la muralla, empezando por los revellines y actualmente solo queda una pequeña muestra de cómo fue.
En Olivenza también se permitieron varios derribos de 1905 a 1930 y como curiosidad, los vecinos usaron las piedras del lienzo de muralla para separar huertos que actualmente se mantienen.
Derribo de la Puerta de San Francisco en Olivenza, 1929.

Se abre brecha
A Badajoz la tendencia por abrir la muralla no llegó hasta 1933 cuando el ejército, al fin, cede la muralla al Ayuntamiento de Badajoz. En poco tiempo se abren tres brechas. Una en dirección a San Roque, ya que aparecía este nuevo barrio, otra por la avenida de Colón y la última para construir la avenida de Huelva. Estas dos últimas se debían a los proyectos para ensanchar la ciudad. Como curiosidad, en 1935 el conocido Adelardo Covarsí, que era delegado provincial de Bellas Artes, denunció estos derribos pero no logró pararlos.
Treinta años después, de nuevo, otro delegado provincial de Bellas Artes, Manuel Terrón Albarrán, fue una de las pocas personas que se opuso a los nuevos derribos que en los años 60 fueron incluso más marcados y provocaron la desaparición del baluarte de San José, situado donde actualmente está la Subdelegación del Gobierno. En total en ambas actuaciones se derribaron 928 metros de muralla abaluartada por lo que en Badajoz queda, incluyendo baluartes y revellines, 3.353 metros de los casi cinco kilómetros que rodeaban completamente la ciudad.
Otra pérdida importante, según destacaron ayer los expertos, fueron los cuarteles militares, algunos de gran valor patrimonial como el de la Bomba (del estilo del cuartel de caballería en Olivenza). Había 10 en Badajoz y todos se perdieron.
«La historia demuestra que la falta de sensibilidad por el patrimonio es genérica. Se han producido desmantelamientos irreversibles y a partir de ahora hay que actuar de forma legal, aunque es cierto que cuesta mucho dinero», concluyó Moisés Cayetano.

P.D. Hay que agradecer la organización del acto por parte de la Asociación de Amigos de Badajoz, con la eficaz coordinación de Manuel Cienfuegos. La Mesa Redonda la enriquecieron el arqueólogo José Antonio Espada Belmonte y el historiador Julián García Blanco, que precisaron la importancia del respeto al patrimonio heredado en las rehabilitaciones y la elaboración de un Plan Director de las fortificaciones allá donde se actúe, para evitar las improvisaciones y las actuaciones aisladas que pueden sacar al conjunto de su propio contexto. Tanto José Antonio, como Julián, Moisés y Manuel, abogaron porque Badajoz trabaje de una manera sistematizada por la presentación de la candidatura en Red Transfronteriza de sus Fortificaciones Abaluartadas a Patrimonio Mundial. MCR.