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miércoles, 17 de abril de 2013


AMOR BAJO EL ESPINO BLANCO
(Película para ver; libro para leer)


La Semana Internacional de Cine de Valladolid de 2011 otorgó el Premio a la Mejor Actriz a Zhou Dongyu, por su papel protagonista en la película china Amor bajo el espino blanco, que es un drama romántico filmado en 2010 por Zhang Yimou, basado en la novela homónima de Ai Mi (publicada en español por la editorial SUMA).
Siendo una película tan intimista, serena, apacible, repleta de candor y de dulzura -por el desenvolvimiento de los dos jóvenes protagonistas-, se trata al mismo tiempo de una firme, contundente denuncia del totalitarismo político, al que condena sin ni siquiera un reproche, la mínima beligerancia.
En medio del campo inmenso donde la jovencísima e inocente Jing, hija de un “derechista” encarcelado, conoce al también joven y generoso Sun, hijo de un militar de élite, se va tejiendo un amor que continúa en la ciudad, donde ambos protagonistas han de esquivar delaciones peligrosas para el porvenir de la chica, que trata de abrirse camino como profesora, una vez que supere la fase “depurativa” a causa de los “delitos heredados” de su padre.
Todo irá bien, a pesar de tanto sobresalto que superan por su prudencia y capacidad para burlar las vigilancias, hasta que una leucemia acaba con la vida de Sun y con todos los sueños y proyectos de la pareja.
El final resulta demasiado cruel, algo melodramático en la puesta en escena, pero conmovedor por lo que tiene de derrota en medio de tantas luchas y zozobras.
Y esas luchas, como dije, revelan la cerrazón de una etapa -la maoísta- en la que aquellos señalados por el pasado de sus predecesores han de pasar un purgatorio, que tiene más de castigo religioso, bíblico, que de “reeducación”, a la que apelan los dirigentes, utilizando para ello el trabajo en el campo, las labores “voluntarias”, como complemento extra a su profesión en destinos de dureza y/o riesgo, la observación de una conducta “militante” aún más acentuada, etc. Sí, como un descendiente de “cristiano nuevo”; como un “hijo de comunista” en la España franquista; como un pariente de trotskista en la Unión Soviética estalinista.
Simbolizado queda incluso en el título de la obra y película: “Amor bajo el espino blanco”, que la leyenda maoísta hace ver que florece rojo por la sangre de patriotas sacrificados bajo él, cuando su esplendorosa blancura es manifiesta. Y es bajo este árbol, con su blanca pureza, donde se conocerían Jing y Sun, y donde ella volverá año tras año, solitaria y llena de recuerdos, para ver florecer, como símbolo del amor infinito, lo que oficialmente lo es de sacrificio y martirio; en el fondo, lo que quedó del amor truncado de los dos jóvenes, ajenos al precipicio de incomprensiones que les rodeó.
Moisés Cayetano Rosado

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