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sábado, 31 de diciembre de 2016

CÁLIDO Y CLARIFICADO “NOVIEMBRE”, DE JORGE GALÁN
Moisés Cayetano Rosado

Acabo de leer un libro especial, al que la Real Academia Española le concedió hace poco menos de tres meses su premio anual. Publicado inicialmente por Planeta, en México, el año pasado, y este año por Tusquets en España, estamos ante un fenómeno literario complejo y emotivo.
El poeta y narrador salvadoreño Jorge Galán nos ofrece una obra que en sus 275 páginas narra la conmovedora historia del asesinato de los jesuitas españoles Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Juan Ramón Moreno y Amando López, el sacerdote salvadoreño Joaquín López y López y la colaboradora Elba Ramos e hija Celina, hace 27 años.
Es una emocionante narración que el propio autor llama “novela”, pero que es al mismo tiempo una especie de reportaje periodístico y de sublime obra poética en muchos de sus pasajes, además de un “acta notarial” de la barbarie.
Tantos años después, y con apenas condenados -y amnistiados-, queda por proclamar la razón de la sinrazón: ¿Por qué fueron asesinados aquellos que estaban precisamente trabajando por la paz en El Salvador, especialmente Ellacuría, al tiempo que se eliminaba a los demás para que no quedara testigo alguno del crimen?
“Noviembre” es una obra sobrecogedora, cálida, clarificadora, llena de belleza formal y de compromiso argumental. Propia de un poeta, de un periodista, de un narrador experimentado, al mismo tiempo. Una historia coral y circular, con múltiples protagonistas y recurrentes vueltas atrás y hacia adelante para ofrecer visiones desde todos los ángulos, desde todos los involucrados en los acontecimientos: desde los jesuitas masacrados y otros sacerdotes hasta los militares y guerrilleros implicados, pasando por el propio Presidente de la República, Sr. Cristiani, retrocediendo incluso a otros protagonistas claves del convulso proceso salvadoreño, como fue el arzobispo también asesinado anteriormente, Monseñor Romero.
Por su denuncia y porque apunta al corazón de la conjura, Jorge Galán se ha visto amenazado y ha tenido que salir del país, donde su seguridad resulta más que frágil. Hay en la obra frases contundentes que no se le perdonan. Uno de los protagonistas declara: “Que Ellacuría era un objetivo para los militares no porque fuera cercano a la izquierda, sino porque ayudaba en el proceso de paz. A mí eso me quedó claro por dos cosas. Una es porque los militares se estaban haciendo ricos con la guerra y no querían que acabara. Recibían un millón de dólares al día sólo de los Estados Unidos. Y eso es mucho dinero”.

Las guerras y su negocio armamentístico, el control neocolonialista de zonas y países para su explotación económica y neutralización de “experimentos políticos no afines”, los poderes fácticos que escapan a la legalidad sirviéndose de la propia legalidad, tienen en esta obra hermosamente relatada un ejemplo contundente y de desgarradora actualidad extrapolable.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

lunes, 26 de diciembre de 2016

ELLOS, LOS VENCEDORES
Paco Ibáñez cantando a Luis Cernuda
¿Por qué, abrumadoramente, pasado el tiempo del olvido, los que hablan de no abrir viejas heridas, son los vencedores y sus descendientes?
¿Por qué dicen no abrir viejas heridas cuando se trata de heridas nunca cicatrizadas, abiertas como las venas de América Latina que diría Eduardo Galeano, e infectadas largamente?
¿Por qué en todas partes del lado de la bota vencedora se quieren borrar las pisadas de la historia, cuando es el conocimiento de la historia el que nos da talla de humanización?
¿Por qué se escatima desde la mano que dirige, desde la herencia inconfesable tantas veces, el bálsamo mínimo del redescubrimiento y la reparación?
¿Por qué no leen  aquellos versos conmovedores de Luis Cernuda?:
Ellos, los vencedores
caínes sempiternos,
de todo me arrancaron.
me dejan el destierro.

Una mano divina
tu tierra alzó en mi cuerpo
y allí la voz dispuso
que hablase tu silencio.

¿Tan remordidos están? ¿Tan mala conciencia tienen?


Moisés Cayetano Rosado

miércoles, 21 de diciembre de 2016

La importancia de Vila Viçosa en la Red Fortificada de la Raia-Raya luso-española
Moisés Cayetano Rosado
Doctor en Geografía e Historia
Director de la Revista Transfronteriza O PELOURINHO

A veces no nos damos cuenta de lo obvio. Y lo obvio en cuanto a la red fortificada luso-española es -entre otras cosas- que Vila Viçosa desempeña un papel crucial tanto histórica como patrimonialmente, haciendo de ella un elemento singular, único e irrepetible en toda la frontera.
Colocada en la segunda línea de invasión, dentro del espacio extremeño-alentejano, tuvo un protagonismo esencial en la Guerra de Restauração, viviéndose en sus alrededores dos de las seis batallas cruciales: la de Ameixal, en 1663, y especialmente la definitiva de Montes Claros, en 1665, tras un trascendental cerco a la ciudad, del 9 al 17 de junio. No es de extrañar, por tanto, que su fortificación medieval y su castillo renacentista se vieran acrescentados por refuerzos artillados en el siglo XVII, que serían sucesivamente perfeccionados durante los conflictos posteriores que enfrentaron a españoles y portugueses.
Todo ello ha dado lugar a un patrimonio fortificado, artístico, monumental, de primera importancia y de una lectura histórica inigualable. La construcción de su cerca medieval sería iniciada bajo el reinado de D. Afonso III y concluida a finales del siglo XIII, con D. Dinis. Posteriormente, se beneficiaría de diversas mejoras en tiempos de D. Fernando, y -aunque modificada en siglos posteriores- nos ha llegado hasta nuestros días en toda la integridad de su contorno, que se abre al exterior por tres puertas monumentales -más otras dos menores- de arco apuntado: la de Estremoz al noroeste, la de Olivenza al noreste y la de Évora (rehecha durante el Estado Novo, pues al levantarse el castillo artillero fue eliminada para dejar expedita su línea de tiro) al oeste, todas ellas flanqueadas por airosos cubos cilíndricos, adelantados de la cerca, con fina traza gótica. Una torre albarrana, cuadrangular, en casi al medio de la cortina del suroeste, se comunica con el interior por pasadizo elevado.
Al sureste de esta cerca bajomedieval se levanta el castillo artillero de principios del siglo XVI (¡auténtica “joya de la corona” de este conjunto fortificado y de toda la Raia/Raya!), con planta cuadrangular y torres cilíndricas de portentoso volumen en los ángulos E. y O., proyectado por la familia Arruda (Diego o Francisco) a partir de 1520, siguiendo la traza italiana emanada de Leonardo da Vinci y que constituye un caso único en toda la Raia/Raya, el cual establece una
“línea de continuidad” en la evolución de las fortificaciones desde la Edad Media a la Plena Edad Moderna.
Se trata de una fortaleza adaptada a la defensa artillera, para lo que los castillos medievales ya se mostraban insuficientes a comienzos del siglo XVI, dados los avances de la ofensiva pirobalística. Dotado de un profundo foso perimetral, cada torre cilíndrica posee cuatro líneas de ofensiva artillera, batiendo la inferior el foso, la siguiente la superficie en que se asienta y las dos superiores (la más alta, en terraza) el espacio exterior cercano y mediano respectivamente.
Pier Maria Baldi, en su dibujo de 1669 lo resalta especialmente, captando su relevancia defensiva y monumentalidad. En ese mismo dibujo queda patente la importancia del siguiente elemento defensivo construido a partir de 1663: los refuerzos abaluartados, en forma de redientes atenazados, que en planos como el atribuido a Miguel Luís Jacob y Luís Afonso Cabral Godinho (1755 aproximadamente) vemos con toda su grandeza: rodean al castillo un hornabeque en su lado oeste y una sucesión de tenazas en el resto, defendidas a su vez por contraguardias que en buena parte se conservan en la actualidad, así como dos de las garitas de sus vértices orientales. Ahora, la maleza que hasta hace pocos meses cubría este espacio abaluartado ha sido eliminada y puede ser contemplado en casi su totalidad, si bien el hornabeque necesita de un profundo desbroce para resaltar su valor oculto.
Han desaparecido los primitivos baluartes adosados a la cerca medieval en el lado noroeste, pero en parte persisten los terraplenes en que se levantaban, por lo que se hace posible una mínima recuperación que nos dará medida de su significación estratégica y revalorizará el conjunto.
Es, por tanto, este complejo fortificado medieval-renacentista-abaluartado una pieza histórica, patrimonial, artístico-monumental de un valor único e imprescindible en la presentación de la Red Abaluartada a Patrimonio Mundial, por lo completo de esa lectura histórica, preservado, con gran valor de autenticidad e integridad.
Valença do Minho es inigualable como fortificación doble, con enorme belleza en ese encaje entre obra magistral y obra corona. Almeida es excepcional como fortaleza estrellada de espectacular grandeza. Elvas lo resulta por su enorme y completo conjunto de plaza, fuertes y fortines. No hemos de olvidar otras plazas de extraordinario valor, como puedan ser Marvão, tan magnífica en su “nido de águila” medieval reforzado de obra artillada, o Chaves, con sus fenomenales fuertes, o Castro Marim, que conjuga armónicamente su cerca medieval, castillo artillado y fortificación abaluartada con pequeño fuerte incluido, etc., etc.

Pero sin Vila Viçosa, una candidatura a Patrimonio Mundial de la Red Fortificada y Abaluartada queda incompleta, necesitada de este ejemplo evolutivo, plaza señera de la dinastía de los Bragança, que se impuso al dominio español y con cuya implantación también se “implantaría” el sistema abaluartado de nuestra Raia/Raya, que en el lado español tiene complementos de relevancia, como puedan ser Ciudad Rodrigo, Alcántara o Badajoz, sin olvidar a la “controvertida” Olivença/Olivenza.

lunes, 19 de diciembre de 2016

ACTUACIONES REHABILITADORAS EN LA ARQUITECTURA DEFENSIVA

Moisés Cayetano Rosado

Recurro al PLAN NACIONAL DE ARQUITECTURA DEFENSIVA. (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Madrid, 2015. Pgs. 26 a 29. http://ipce.mcu.es/pdfs/PNArquitecturaDefensiva.pdf) para documentar los tres tipos de actuaciones que generalmente se suele tener para con el patrimonio monumental en general y con el referente a la arquitectura defensiva en particular.
Creo que son suficientemente ilustrativos de lo que se hace, avalando decididamente la actuación conservadora y consolidadora, que tiene tras de sí el respaldo no solo de la legislación nacional sino de los acuerdos internacionales que a partir de la Carta de Atenas de 1931 se han adoptado, entre los que sobresalen la Carta de Venecia de 1964, la Carta de Nara de 1994 y los Principio de la Valetta de 2011, abogando por la salvaguarda de la integridad y la autenticidad.

Así, se indica en el Plan que: El deterioro de un bien defensivo, ya sea debido al paso del tiempo o por medio de las fracturas, huellas o heridas sufridas en el ejercicio de su propia función estratégica, expresa una parte consustancial a su propia historia, por lo que siempre que no se comprometa la seguridad  del edificio, esta clase de testimonios debe ser ineludiblemente conservada.
Este es el caso, por ejemplo, del Castillo de Castro Marim, en el lado rayano portugués de la desembocadura del río Guadiana, en que el caserío del interior del recinto medieval ha sido consolidado en sus propias ruinas, y por medio de unas estructuras de vigas y traviesas de madera desmontables se habilita el espacio para realizar en él recreaciones de época. Nada de reconstruir elementos perdidos ni de arrasar paredes, tabiques, etc. por muy escasamente que queden en pie. En efecto, el deterioro ha sido considerado como parte consustancial a su propia historia y como tal se ha conservado este testimonio.
El segundo tipo de actuación viene contemplado por el Plan de esta manera: En el caso de que se implanten nuevas estructuras, por ruina o desaparición de las previas, podrá acudirse a hipótesis de restitución tipológica que coadyuven tanto a los efectos de memoria como al mantenimiento de las condiciones iniciales de apoyo de la estructura.
Muy cerca del anterior, aguas arriba del Guadiana, en el lado español, tenemos un ejemplo de esta segunda modalidad, que admite el Plan Nacional de Arquitectura Defensiva. Me refiero al Castillo de San Marcos, en Sanlúcar de Guadiana. Allí se ha optado por “implantar nuevas estructuras” al quedar en ruinas en unos casos o desaparecer en otros las primitivas, recurriendo a la “restitución tipológica”, para efectuar una actualización de su memoria histórica y poder establecer un uso museístico interpretativo de las funciones del monumento.
Dos casos que se encuadran en los postulados del Plan (el primero es un ejemplo del vecino Portugal, que en materia de tratamiento de la arquitectura militar histórica tiene similares postulados y normas).
Sin embargo, hay un tercer modelo de intervención que el Plan deshecha por completo, diciendo que: No se deberá intervenir para crear un nuevo supuesto estético o histórico que se solape o interfiera en el proceso del reconocimiento que se produce en la memoria mediante esas nuevas intervenciones. La restauración de un bien cultural defensivo se opone formalmente a la realización de un diseño ex-novo.
Pues bien, ese es el modelo que se ha seguido en la rehabilitación del Fuerte de San Cristóbal de Badajoz, en que se ha “inventado” un nuevo supuesto estético que impide el reconocimiento de la memoria histórica del interior del monumento: sus cuarteles y estancias interiores en ruina han sido arrasados por completo, levantando un “diseño exnovo” de estructuras de hormigón con terrazas planas, con la finalidad de darle un uso de convenciones, celebraciones festivas, etc. tanto a los recintos bajo cubierta como a las terrazas-miradores que los cubren.
Caso este último absolutamente aberrante e irreversible, realizado de espaldas a todos los acuerdos internacionales, a la legislación nacional y a este Plan Nacional de Arquitectura Defensiva, ofreciendo uno de los peores ejemplos de actuación “rehabilitadora” que se han dado en los últimos años en nuestra Península.
Como quiera que los tres ejemplos se enclavan en la Raya/Raia luso-española, cuyo conjunto de fortificaciones defensivas optan a ser calificadas de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (estando ya en la Lista Indicativa de Portugal desde mayo de 2016, bajo iniciativa de Valença do Minho, Almeida, Marvão y Elvas), el asunto es especialmente grave. No se olvide que el contenido de las Cartas Internacionales anteriormente enumeradas forma parte de las exigencias de la UNESCO para otorgar la calificación pretendida. Y que las condiciones previas de integridad y autenticidad son escrupulosamente vigiladas por los organismos consultores, estando especialmente determinadas en las bases de la Candidatura.

¿Cómo justificar, entonces, casos como el del Fuerte de San Cristóbal de Badajoz? ¿Cómo superar este obstáculo para su inclusión en la Candidatura en Serie, como se pretende? ¡Y lo peor es que previamente se les había advertido, tanto a los responsables políticos como a los técnicos -con alegaciones incluso en tiempo y forma-, del atropello que se iba a cometer y que finalmente se perpetró!

domingo, 11 de diciembre de 2016

FRONTERA Y VIDA COTIDIANA EN LOS ESCRITORES CONTEMPORÁNEOS DE LA RAYA/RAIA
Entrada al cementerio de Vila Viçosa y tumba de Florbela Espanca
Moisés Cayetano Rosado
De nuevo estaré con los alumnos de postgrado de la Universidad de Mayores de Badajoz (el 15 de diciembre) para hablar de la Raia/Raya, como ya hiciera el 20 de octubre pasado (http://moisescayetanorosado.blogspot.com.es/2016/10/curso-de-postgrado-de-la-universidad-de.html).
Esta vez, “remataré” lo que quedó pendiente de la sesión anterior (Red fortificada luso-española) y avanzaremos en el tiempo para pasar a finales del siglo XIX y el siglo XX, de la mano de escritores que nacieron y vivieron la Raia/Raya con amor y pasión.
La poeta calipolense Florbela Espanca nos situará en este espacio seco y duro de Alentejo-Extremadura, con su sed de agua, de horizontes de futuro, a través de uno de sus sonetos más sobrecogedores: “Árvores do Alentejo”. Es impresionante que una persona que vivió solamente 36 años llegara a tal profundidad en su poesía y a una intensidad de vida tan extraordinaria… a la que puso fin tras dos intentos anteriores. Allá, en su pueblo, descansan sus restos, dentro del bellísimo recinto medieval de Vila Viçosa.
“Árvores do Alentejo”. Florbela Espanca (1894-1930), en "Charneca em Flor” (1931) https://www.youtube.com/watch?v=WSrY0rJELdM
Ao Prof Guido Battelli

Horas mortas... Curvada aos pés do Monte
A planície é um brasido... e, torturadas,
As árvores sangrentas, revoltadas,
Gritam a Deus a bênção duma fonte!

E quando, manhã alta, o sol posponte
A oiro a giesta, a arder, pelas estradas,
Esfíngicas, recortam desgrenhadas
Os trágicos perfis no horizonte!

Árvores! Corações, almas que choram,
Almas iguais à minha, almas que imploram
Em vão remédio para tanta mágoa!

Árvores! Não choreis! Olhai e vede:
- Também ando a gritar, morta de sede,
Pedindo a Deus a minha gota de água! 

Monumento a Gabriel y Galán
en Cáceres
A continuación, nos “cogeremos de la mano” de José María Gabriel y Galán (salmantino que arraiga en la provincia de Cáceres), ligeramente anterior a Florbela, pero que igualmente murió joven, con 35 años, y que ha sido tan admirado como denostado, por el costumbrismo de muchas de sus composiciones, tildadas de “conservaduristas”, pero que contienen una “sabiduría popular” verdaderamente extraordinaria. Aparte de que en buena parte de su extensa producción asistimos a la exposición de una denuncia social de la situación de los campesinos verdaderamente conmovedora, valiente, apasionada, como ocurre en “Los postres de la merienda” o en “Los sedientos”, de una fuerza poética y una crudeza que pocas veces vemos en la literatura universal, y que constituyen un “aguafuerte” de lo que en nuestra Raia/Raya era destino común de tantos indigentes. Su muerte por enfermedad nos privó de la prosecución de una obra y la consolidación de una mentalidad raramente igualada.
José María Gabriel y Galán (1870-1905)
Los postres de la merienda (1901)
El sol quemaba, y al mediar el día
interrumpió Francisco la faena:
una faena trabajosa y ruda,
menos propia de hombres que de bestias.
Y laxos ya los músculos de acero,
medio asfixiado, con las fauces secas,
limpiándose los ojos escaldados
y mascando el polvillo de la tierra,
a la sombra candente de un olivo
se dispuso a comerse la merienda:
un pedazo de pan como caliza
y un trago de agua... si la hubiese cerca.
«¡Y entavia gruñi el amo! -meditaba-.
...   …   …    …   …   …   …   …   …
Seguiremos asín, como poamos,
aguantando, aguantando lo que venga,
jasta que ya se llenin las medías,
¡porque me gieri que el muchacho y ella
no se puéan jartal de pan de trigo
ni un torresnino pa colalo tengan!...» 

Por aquí iba Francisco en sus pensares
cuando de pronto resonó ya cerca
el trote de la jaca que montaba
el amo que no daba la peseta
Y ante Francisco, en ademán airado,
gruñó el verdugo con la voz muy seca:
«No quiero jornaleros comodones
que a la sombra tan frescos se me sientan,
ni señoritos finos que se tardan
una hora en comerse la merienda.
La herramienta parada, tú sentado,
y luego, ¡que te paguen a peseta!
Te debo medio día, deja el corte
y a la noche te vas a por la cuenta.»
No dijo más, y al trote de la jaca
salió del olivar por la vereda.
Mirándole Francisco como a veces
suele mirar al domador la fiera,
murmuró con la voz un poco ronca,
preñada de amenazas y algo trémula.
«¡Me caso en Reus!... ¡Lo que yo jaría
si el chico y la mujel se me murieran!...»
Los sedientos (1901)
Vagando va por el erial ingrato,
detrás de veinte cabras,
la desgarrada muchachuela virgen,
una broncínea enflaquecida estatua.
Tiene apretadas las morenas carnes,
tiene ceñuda y soñolienta el alma,
cerrado y sordo el corazón de piedra,
secos los labios, dura la mirada...
Sin verla ni sentirla
la estéril vida arrastra
encima de unas tierras siempre grises,
debajo de unas nubes siempre pardas.
Come pan negro, enmohecido y duro,
bebe en los charcos pestilentes aguas,
se alberga en un cubil, viste guiñapos,
y se acuesta en un lecho de retamas.
No sueña cuando duerme,
no piensa cuando vela desvelada;
si sufre, nunca llora;
si goza, nunca canta,
y vive sin terrores ni deleites,
que no la dicen nada
ni los fragores de las noches negras,
ni los silencios de las noches diáfanas,
ni el rebullir del convecino sapo,
ni los aullidos de la loba flaca
que yerra sola venteando carne
de chivos y de cabras.
Nunca sintió las alboradas tristes,
nunca sintió las bellas alboradas,
ni el ascender solemne de los días
ni la caída de las tardes mansas,
ni el canto de los pájaros,
ni el ruido de las aguas,
ni las nostalgia del rumor del mundo,
ni los silencios que el erial encalman.
Su padre fue el pecado,
su madre, la desgracia,
y otra pareja infame
de carne estéril y de infames almas,
la robó de la cuna de los huérfanos
con hórrida codicia calculada.
El mirar de sus ojos ofendidos
por el erial resbala
como el osado pensamiento humano
que osa escrutar los reinos de la nada.
Ciegos los ojos, sordos los oídos,
la lengua muda y soñolienta el alma,
vagando va por el erial escueto
detrás de veinte cabras
que las tristezas del silencio ahondan
con la música opaca
del repicar de sus pezuñas grises
sobre grises fragmentos de pizarras...

Rosalía de Castro
Y estamos llamados a ir retrocediendo ligeramente en el tiempo, para seguir el hilo “tierra-desenvolvimiento interior-salida en busca de un porvenir mejor”. Nos acercamos, así, a Rosalía de Castro, la poeta gallega de Santiago de Compostela, fallecida en Padrón, a los cuarenta y ocho años de edad, que relata como pocos la vida de aquellos que se ven obligados a emigrar para buscarse el pan que en su tierra no tienen. ¡Con qué desgarro nos muestra el desamparo y la “saudade” de tantos trabajadores que desde Galicia y toda la Raia/Raya empobrecida marchan “a las Américas”, esperanzados y después tan nostálgicos!
“En las orillas del Sar” (1874). Rosalía de Castro (1837-1885) https://www.youtube.com/watch?v=W3U_-TJv8Qs

En la última noche,
la noche de las tristes despedidas,
y apenas si una lágrima empañaba
sus serenas pupilas.
Como el criado que deja
al amo que le hostiga,
arreglando su hatillo, murmuraba
casi con la emoción de la alegría:

   -¡Llorar! ¿Por qué? Fortuna es que podamos
abandonar nuestras humildes tierras;
el duro pan que nos negó la patria,
por más que los extraños nos maltraten,
no ha de faltarnos en la patria ajena.

   Y los hijos contentos se sonríen,
y la esposa, aunque triste, se consuela
con la firme esperanza
de que el que parte ha de volver por ella.
Pensar que han de partir, ése es el sueño
que da fuerza en su angustia a los que quedan;
cuánto en ti pueden padecer, oh, patria,
¡si ya tus hijos sin dolor te dejan!

Volved, que os aseguro    
que al pie de cada arroyo y cada fuente
de linfa trasparente
donde se reflejó vuestro semblante,
y en cada viejo muro
que os prestó sombra cuando niños erais
y jugabais inquietos,
y que escuchó más tarde los secretos
del que ya adolescente
o mozo enamorado,
en el soto, en el monte y en el prado,
dondequiera que un día
os guió el pie ligero...,
yo os lo digo y os juro
que hay genios misteriosos

que os llaman tan sentidos y amorosos
y con tan hondo y dolorido acento,
que hacen más triste el suspirar del viento
cuando en las noches del invierno duro
de vuestro hogar, que entristeció el ausente,
discurren por los ámbitos medrosos,
y en las eras sollozan silenciosos,
y van del monte al río
llenos de luto y siempre murmurando:
«¡Partieron...! ¿Hasta cuándo?
¡Qué soledad! ¿No volverán, Dios mío?»

   Tornó la golondrina al viejo nido,
y al ver los muros y el hogar desierto,
preguntóle a la brisa: -¿Es que se han muerto?
Y ella en silencio respondió: -¡Se han ido
como el barco perdido
que para siempre ha abandonado el puerto!


Pasando del verso a la prosa -y una vez más con el problema de la tierra que no se posee-, seguimos en ese cambio de siglo XIX al XX con dos autores rayanos imprescindibles: Manuel Ribeiro, nacido en Albernoa (Beja-Alentejo), también muerto tempranamente, con 36 años, pero que nos ha dejado obras tan conmovedoras como “Planicie heróica”, editada póstumamente, donde nos presenta la triste realidad de los desposeídos frente a los grandes detentadores de la tierra. Y Felipe Trigo, nacido en Villanueva de la Serena (Badajoz), que a los cincuenta y dos años se suicidaría, tras una vida intensa, coronada por el éxito como novelista, cuya obra “Jarrapellejos” es uno de los mejores retratos del caciquismo de comienzos del siglo XX y del problema de la propiedad latifundista absentista.
“Planicie heróica” (1927), de Manuel Ribeiro (1878-1914):
A todos ruía uma ambição: ter. Ter terra, uma morada de casas, carro e parelha de bestas. Mas, por desgraça, a terra estava ainda em regime latifundiário. Alguns lordes dominicais, que ninguém conhecia, que nunca ninguém vira, senhoreavam as mayores herdades da redondeza, todas grandes como condados, e estendia o temor da sua soberania absoluta por tudo quanto a vista abarcava, léguas e léguas cuadradas de montado e lavra. Ninguém se insurgia. Tudo achava legítima a posse: cada um é señor daquilo que é seu. Mas roía-os o desespero desta sina maldita que lhes fechavam a eles e a seus filos, como fechara já a seus pais, a posse daquela terra que eles tinham criado e feito com tanto esforço e amor, a terra que era o seu sangue e vida, e que um qualquer que a não conhecia nem andava nela, podia orgullosamente dizer: É minha! – e deitá-los para fora dela, quando muito bem quisesse.


“Jarrapellejos” (1914) , de Felipe Trigo (1864-1916):
¡Pobre Patria, tanto más digna de cariño cuanto más decaída a la presente condición por torpezas de sus hombres!... Leguas y leguas de rañas, de estériles jarales, que se pudieran roturar; tierras que debieran cambiarse de cultivo; latifundios a repartir entre los pobres; saltos de agua en futura industria utilizables, y puntos de la ribera de más sencilla acometida para el riego de los campos…


Avanzando unos años, nos enfrentamos con dos autores de amplio reconocimiento a finales del siglo XX y comienzos del XXI. El extremeño de Casas de Don Pedro (Cáceres), Pedro de Lorenzo, novelista y periodista de amplísima trayectoria, en cuya novela “Gran Café” nos ofrece unas interesantes consideraciones sobre la necesidad de la Reforma Agraria durante la II República española en Andalucía y Extremadura, y el ribatejano de Azinhaga, José Saramago, Premio Nobel de Literatura, que en la novela “Levantado do Chão” hace lo mismo con respecto a la Reforma Agraria de la Revolução dos Cravos de 1974 en las tierras de Ribatejo y Alentejo.
“Gran Café” (1974), de Pedro de Lorenzo (1917-2000):
Pues ese otro año de 1933 -narra el cacereño Pedro de Lorenzo en su novela Gran Café-, que es al que me refiero, otra vez se fueron a las fincas. Y otra vez la Guardia Civil mandó desalojar las tierras ocupadas. Había terrenos que no se cultivaban desde mediado el siglo XIX. Fincas de pasto y encina. La más parcelada ese año fue Las Golondrinas, lindera a La Quintana. Las Golondrinas es una dehesa enorme. Se les aconsejó, al echarlos, que aguardasen la reforma agraria. Y lo que ellos decían:
- Para entonces ya se ha pasado el tempero.


“Levantado do Chão” (1980), de José Saramago (1922-2010):
Estava o trigo na terra e não o ceifaram, não o deixam ceifar, searas abandonadas, e quando os homens vão pedir trabalho, Não há trabalho, que é isto, que libertação foi esta, então já se fala que vai acabar a guerra em África e não acaba esta do latifúndio. Tanto se apregoou de mudanças e de esperanças, saíram as tropas dos quartéis, coroaram-se os canhões de ramos de eucalipto e os cravos encarnados, diga vermelhos, minha senhora, diga vermelhos, que agora já se pode, andam aí a rádio e a televisão a pregar democracias e outras igualdades, e eu quero trabalhar e não tenho onde, quem me explica que revolução é esta.


Una pequeña muestra, en fin, de escritores “rayanos” de los siglos XIX y XX, que claramente apuestan por el ser humano, su dignidad, la vida de dificultades y sufrimientos de los más inermes, el transcurrir cotidiano en nuestros pueblos. Muestra ampliable a tantos autores de la Raia/Raya, que unen a su indudable calidad literaria una extraordinaria sensibilidad, testimonio histórico y vital de lo que tanto podemos aprender.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

SEGUIR CON MARRUECOS
Moisés Cayetano Rosado
Por sexta vez visito a Marruecos. La primera, hace más de treinta años; las otras, más seguida, e incluso las dos últimas en el año actual. Algunas ciudades, varias veces. Merece volver, recordar, experimentar nuevas sensaciones en distintas épocas del año, en distintos momentos de la vida. Colores, olores, comidas autóctonas, cánticos, rumores; paisanajes, paisajes, monumentos; medinas, zocos; contraste de preservación de costumbres y de modernidad, le dan un especial atractivo.
Algunas impresiones las he ido escribiendo en este blog, e incluso incluyendo junto a las fotos vídeos puntuales. Ahí va una muestra:
Ahora, en un viaje por Chauen, Fez, Meknes y Alzira, descubro algo nuevo, lo más “viejo”: la ciudad romana de Volúbilis. Voy bien acompañado: mis nietos Moisés y Marco inician su conocimiento de Marruecos con este periplo.
Entrando a Volúbilis
Como he hablado de las anteriores ciudades actuales y sus entornos  (atrás van los enlaces), me ahorro repetir. Pero quiero dedicar unas líneas a la increíble Volúbilis, la principal ciudad del interior de la Mauritania Tingitana de los romanos, residencia de los gobernadores de la provincia, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Desde el año 40 -bajo el emperador Calígula- hasta el 285 -bajo Diocleciano- vivió su gran época de esplendor, volviendo posteriormente a tener un protagonismo de primera magnitud bajo la dinastía idrisí, desde que su fundador, Idrís I (bisnieto de Mahoma), allí se asienta, huyendo de los abasidas en el 789.
Lamentablemente, el terremoto de Lisboa de 1755 arrasó con gran parte del legado artístico monumental que tuvo, pero en las 20 hectáreas excavadas (la mitad de su extensión) disfrutamos de resto de considerable belleza y valor.
Arco de Triunfo de Caracalla
Extraordinarios foro, basílica, templo de Júpiter Capitolino, Arco de Triunfo de Caracalla (levantado en su honor, al conceder a sus habitantes la ciudadanía romana), barrio de casas plebeyas y barrio nobiliario, termas, acueducto, prensas de aceite, tiendas, amplio viario, arcos de entrada, y una maravilla de mosaicos que decoraban los pisos de las familias más adineradas y que en buena parte se conservan en toda su belleza de traza y colorido.
“Baco en una cuadriga tirada por panteras en la Casa del Efebo”, “Baño de Diana en la Casa de Venus", “Trabajos de Hércules", "Ninfas bañándose", "Abducción de Hylas por las Ninfas", son algunos de estos mosaicos que no nos cansaremos de admirar, y que seguramente constituyen el mayor atractivo de Volúbilis para cualquiera que allí se acerque.
Unos 20.000 habitantes llegó a albergar este recinto, que en su día estuvo totalmente fortificado y conserva parte de sus defensas en la actualidad. En él se percibe la sabiduría y racionalidad urbanística, infraestructural, industrial y de servicios de todo tipo, del Imperio romano.

Mulay Idris
En un alto, a cinco kilómetros, divisamos la hermosa ciudad de Mulay Idris, maravillosa población que “sube” por la falda de un elevado cerro, y lo culmina. Alberga en su interior el santuario del fundador de la dinastía idrisí, siendo por ello lugar de peregrinación. Desde Volúbilis, las vistas son encantadoras, con su derrame de casas blancas con techo rojo, y al medio el verde de la mezquita, de airoso alminar. Un día, habrá que “perderse” por allí… Se puede ir andando sin mucha dificultad, o en taxis, que se anuncian en Volúbilis, a 3 euros para seis personas.