ESCUCHANDO LOS HIMNOS MILITARES DE
TIEMPOS COLONIALES
Desastre
de Annual, 1921. Negativa del Rey Alfonso XIII a pagar una suma alta de dinero
por el rescate de prisioneros: «...anda
que no se ha puesto cara la carne de gallina» (Filtración a raíz del informe a
las Cortes del general Juan Picasso)
Me he puesto a escuchar
los himnos militares
y he sentido el temblor de
los muchachos
llamados a la guerra.
Y he sentido la fiebre
y el amor por la patria,
tan sincero,
de aquellos que creen en
sus misiones.
Pero, ¿quiénes ganaban las
batallas
en los terrenos ocupados?
¿Quiénes se enriquecían
con el sudor esclavo, sojuzgado,
de los desposeídos de su
tierra?
¿No eran los mismo que
hubieron conseguido,
a basa de dinero,
que no fueran sus hijos a
la dura manigua,
a los desiertos,
al campo de exterminio de
las frecuentes emboscadas?
¿Y no eran los chiquillos
de los ojos brillantes por
la emoción del canto
aquellos que dejaron su
terruño y su familia,
azotados por el dolor y la
miseria
de siglos irredentos?
Sí, me he puesto a
escuchar los himnos militares
y sentido el cuchillo
de la crueldad, del
atropello;
del cinismo absoluto
volcado en los discursos
que convierten la patria
en una mercancía
donde cualquier revés hace
que exclamen:
“¡Lo cara que se ha puesto
la carne de gallina!”.
MOISÉS
CAYETANO ROSADO
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