sábado, 8 de abril de 2017

ESCUCHANDO LOS HIMNOS MILITARES DE TIEMPOS COLONIALES
Desastre de Annual, 1921. Negativa del Rey Alfonso XIII a pagar una suma alta de dinero por el rescate de  prisioneros: «...anda que no se ha puesto cara la carne de gallina» (Filtración a raíz del informe a las Cortes del general Juan Picasso)

Me he puesto a escuchar los himnos militares
y he sentido el temblor de los muchachos
llamados a la guerra.
Y he sentido la fiebre
y el amor por la patria,
tan sincero,
de aquellos que creen en sus misiones.
Pero, ¿quiénes ganaban las batallas
en los terrenos ocupados?
¿Quiénes se enriquecían con el sudor esclavo, sojuzgado,
de los desposeídos de su tierra?
¿No eran los mismo que hubieron conseguido,
a basa de dinero,
que no fueran sus hijos a la dura manigua,
a los desiertos,
al campo de exterminio de las frecuentes emboscadas?
¿Y no eran los chiquillos
de los ojos brillantes por la emoción del canto
aquellos que dejaron su terruño y su familia,
azotados por el dolor y la miseria
de siglos irredentos?
Sí, me he puesto a escuchar los himnos militares
y sentido el cuchillo
de la crueldad, del atropello;
del cinismo absoluto volcado en los discursos
que convierten la patria en una mercancía
donde cualquier revés hace que exclamen:
“¡Lo cara que se ha puesto la carne de gallina!”.

MOISÉS CAYETANO ROSADO

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