MEMÓRIAS
ESQUECIDAS. A VIDA DO CAPITÃO ANTÓNIO BRAZ.
Moisés Cayetano Rosado
Chiado Editora publicaba en 2014 un
extenso volumen (523 páginas), de Isabel Braz, biznieta del militar elvense
António Braz, al que
he accedido ahora en que preparo unas intervenciones sobre Portugal y la I
Guerra Mundial, y que está a la venta
pública en el Forte da Graça de Elvas, bajo un módico precio.
Se
trata de un auténtico tesoro como
documento histórico general de casi todo un siglo (de finales del XIX a
mediados del XX). Y en especial desde las intervenciones portuguesas en la
ocupación de los territorios mozambicanos y angoleños -dentro de la “carrera”
colonial europea-, hasta los momentos finales del salazarismo, pasando por las
iniciales guerras coloniales, la Primera Guerra Mundial, la I República y el
Estado Novo en Portugal, así como la Guerra Civil española.
Pero
también es un importante apunte
socio-económico sobre el desenvolvimiento de Portugal, de sus colonias y de los
países vecinos en esa conflictiva etapa de luchas internacionales, en la
que el pueblo participó como “fuerza de choque”, desde su pobreza, su
ignorancia y el escaso provecho que sacaba de unos conflictos que a unos pocos
enriquecía y a ellos quedaba en la miseria.
Y, por
añadidura, estamos ante una obra
magníficamente escrita, ejemplarmente narrada, de un alto valor literario,
que engrandece lo documental.
Está dividida
en cuatro partes, más una breve necrológica de la muerte de António Braz a los
91 años -publicada por el director del “Jornal de Elvas”, el 11 de abril de
1968-, una útil cronología de su vida, relación de “Premios, condecoraciones y
alabanzas” y extensa bibliografía. Esos grandes bloques son los siguientes:
Parte 1 - Forte de Murrupula, en que se relata su primera misión
en África -concretamente en Mozambique-, donde iría destinado con diecinueve
años de edad, y con el grado de 2º sargento, bajo las órdenes del mítico
Mouzinho de Alburquerque. Sorprende el grado de observación respecto a la tropa
que llevaban, su bajísima formación y desprotección, porque os jóvens pertencentes às
familias aristócratas e burguesas, em troca de pagamento de uma quantia em
dinheiro, livravam-se do cumprimento de servir a Pátria -pág. 13- (como ocurría en España); sus
recuerdos de niñez, la vida en las poblaciones interiores de Portugal, la
dureza de la vida campesina, su discurrir infantil por Elvas; la importancia de
las colonias para un país en bancarrota…
Relata las difíciles campañas en
Mozambique, sus
enemigos variados: indígenas, potencias europeas en competencia, sede
e calor (pág. 46). La vida de los primeros colonos portugueses, gente
pobre e degradados (pág. 54), en una emigración desorganizada. El
avance hacia el interior, construyendo fuertes de ocupación y defensa. La
irremediable presencia de la malária, cólera e disentería (pág.
93), que afectaba a nativos y ocupantes, en tanto aquellas tierras iban siendo
consideradas plenamente portuguesas, y por ello destino sistematizado de civiles
y militares, que se sostendría en el tiempo.
Parte 2
– Forte de Nana-Candundo. Aquí continua su pormenorizada narración de la presencia del
ya alférez y luego teniente António Braz por Angola y Mozambique, en este juego
literario de recreación de memorias, conversaciones y relatos que tan bien
conjuga Isabel Braz, haciéndonos revivir las tremendas dificultades,
penalidades, carencias materiales, hambre, sed, peligros naturales y enfrentamientos
que jalonan la vida de estos jóvenes militares en medio de la selva. Y así se
llega a los momentos iniciales del
conflicto mundial, en 1914, con la ameaça das tropas alemãs na África Ocidental
e Oriental pues os exércitos coloniais alemães iniciaram
avanços tácticos em direcção aos territórios de Angola e Moçambique
(pág. 211), que además fomentaban rebeliões indígeneas (pág. 222).
Ahora
se extremarán las necesidad, siendo la sed de los militares en campaña tan
extrema que chegaram a armazenar a urina nos cantis que já não tinham agua para
beber mais tarde (pág. 228).
Los enfrentamientos con los indígenas -armados y entrenados por los alemanes-
eran continuos, al tiempo que el hambre
y la sed se extremaban para nativos, combatientes, animales de carga y pastoreo,
que morían en masa, abandonados, regresando del horror el 3 de febrero de 1916,
a un país también abatido por la crisis, y a punto de entrar abiertamente en la
Guerra.
El
teniente António Braz, promovido a capitán durante el conflicto, cambiará su
batallar en África por otro nuevo en Francia, que no le va a ser ni mucho menos
mejor.
Parte 3 – Fortaleza de Lille. Nos lleva
ahora Isabel Braz, en su relato apasionante, detallado, riguroso e impecable,
al escenario europeo, en los momentos más duros de la I Guerra Mundial, con
Portugal ya como participante directo en el conflicto, y con su bisabuelo
envuelto en los combates, dentro del Corpo Expedicionário Portugués, al que
en Lisboa traduziram C.E.P. por
“Carneiros de Exportação Portuguesa” (pág. 262).
El
relato de las nuevas dificultades es pormenorizado. Unas tropas acostumbradas la batalla abierta han de transformarse en un
cuerpo de resistencia en trincheras, acosados por una potente artillería enemiga y por gases venenosos que, a pesar de las máscaras antigás, les afectará
con más gravedad que la metralla.
Ahora, además, el problema adicional vendrá del
frío: O frio era cruel para nós e quando as temperaturas desciam abaixo de
zero, o tormento era indescritível (pág. 272), y al tiempo as
feridas das granadas formavam crateras nos corpos dos soldados que gritavam de
dor. A carne soltava-se do corpo (pág. 273). Mal alimentados,
pésimamente asistidos en cuanto a condiciones sanitarias, vivíamos com os ratos e como
ratos (pág. 276).
Y el 9 de abril de 1918 se daría la famosa y
trágica Batalha de La Lys, una masacre para los portugueses, que Isabel
Braz nos relata, acompañando las vivencias de su bisabuelo, de una manera
impactante. Así, a terra tremía entre a trovada e as granadas
que continuavam no ar. Cai sobre nós um furioso ataque de gás (pág. 290), muriendo de su batallón de 30
oficiales y 780 plazas, 24 de los primeros y 637 de los segundos, pasando los
demás a ser apresados en campos de concentración (relacionados en la pág. 292).
En el Campo de
Rastatt -indicaría António Braz- comença
verdadeiramente o nosso martírio, mil vezes pior do que o bombardeamento das
trincheiras (pág. 296). Y a partir de ahí se extiende en el relato escalofriante del
cautiverio, los maltratos alemanes, las enfermedades, el hambre terrible, la
falta de atención del Gobierno portugués para con sus militares detenidos, algo
que contrasta con los acuerdos de los aliados con los alemanes para facilitar
un cautiverio humanizado, acorde con los convenios internacionales. Así,
denuncia: Ninguém dos aliados entendía este abandono tão portugués, que chegaram
a clasificar de absurdo (pág.
338), y se lamenta: : tinhamos mais fé que seriam os Aliados a
conseguirem tirar-nos dali, do que as nossas autoridades que nos deixaram
sempre ao abandono (pág.
359).
Cuando finalmente llega la liberación, el 28 de
diciembre de 1918, Isabel Braz hace balance a través de su abuelo: Portugal
movilizou mais de 100.000 homens e deixa nos campos de batalha mais de oito mil
mortos. Depois de assinada a paz, foram devolvidos a Portugal pela Alemanha
6.767 prisioneiros. Lamento os 233 homens que não conseguiram aguentar-se e
morreram em cativeiro (pág.
385).
Parte 4 – Forte da Graça. Regresado a
su tierra natal, el capitão António Braz obtiene como destino la dirección del
Forte da Graça en Elvas: Gobernador do Forte da Graça e Comandante do
Depósito Disciplinar (pág.
391), donde desempeñará una actuación extraordinaria a la hora de rehabilitar
el monumento y dignificar las condiciones de vida de los militares y civiles
que redimían penas en el Fuerte.
Es admirable esta mentalidad tan
abierta en cuanto a la actitud ante los presos, políticos, militares y comunes,
tan comprensiva y humana. Como admirable es su visión de
la monumentalidad del Fuerte, la necesidad de su preservación, así como de
las murallas de Elvas, en tanto la
tendencia generalizada es de derribos indiscriminados; sus propuestas para
rehabilitación y uso de la fortaleza de la ciudad, sus dos fuertes y sus
fortines son de un rigor irrebatible.
Van alternándose ahora el relato de
las tareas oficiales en el trabajo con el discurrir de la vida familiar (que siempre han tenido una atención
emotiva en todos los anteriores apartados, como hilo humanizante de la vida,
con sus penas y alegrías; esperanzas y abatimientos; compensaciones y
tragedias, especialmente por la muerte de una hija y un hijo del capitán).
Aquí
se explica la decisión de António Braz
de escribir su libro “Como os Prisioneiros Portugueses foram Tratados em
Alemanha” (edición del autor, de 1936), para contradecir la versión oficial
alemana de su actuación pretendidamente impecable; libro que disgustará a esas
autoridades germanas, que hacen todo lo posible para silenciar la publicación,
lo que en parte consiguen -con la colaboración del gobierno portugués- al
coartar su divulgación mediante reseñas y críticas.
Muy interesante resulta la visión de
la Guerra Civil española y la relación con los refugiados republicanos en
Portugal, tan
horrible también: Os espanhois até a comida dos cães chegavam a roubar… (pág.
458), dado su estado famélico. Y aporta el conocimiento de conductas emotivas: Havia
quem chegasse a fazer pão para lhes dar, mas ninguém podia saber por causa da
nossa polícia que estava sempre atenta para os denunciar (pág. 458),
referenciando para ello Isabel Braz el libro de Rodrígues Ferreria “Guerra
Civil de Espanha – Na Memória de Barrancos”, así como apasionantes experiencias
familiares del momento.
Retirado
de su actividad laboral en 1936, el
capitán António Braz mantendrá una interesante actividad como articulista -ya
iniciada unos años antes-, fundamentalmente en el Jornal de Elvas, el Correio Elvense y Linhas de Elvas, sobre su
vida militar, experiencias en África, Francia y Alemania, así como defendiendo
el patrimonio histórico de la ciudad (págs. 506 y 515-517).
Son
también de interés, en las últimas páginas del libro, sus reflexiones sobre el salazarismo, lamentándose del Triste
País este que se amarrou a um homem que já nada lhe pode oferecer (pág.
482).
Y
finaliza con los años de la vejez, que siente como una muerte anunciada, un
deseo de descanso, muy emotivo en las palabras finales: Sei que me vou juntar à mina
velhinha e descansar finalmente. Descansar sí, de una vida agitada,
difícil, sacrificada, pero plena y fructífera, admirable y ejemplar.