Elvas, Patrimonio Mundial
Por MOISÉS CAYETANO ROSADO
“La Guarnición fronteriza y fortificaciones de la ciudad de Elvas” fueron
declaradas Patrimonio de la Humanidad durante la 36ª reunión del Comité del
Patrimonio Mundial celebrada en San Petersburgo, Rusia, entre el 24 de junio y
6 de julio de 2012.
Ello
incluye las tres murallas medievales, la muralla y el Forte de Santa Luzia del
siglo XVII, el Forte da Graça del siglo XVIII, los tres fortines del siglo XIX
(S. Mamede, S. Pedro y S. Domingos), el Acueducto de Amoreira y también el
Centro Histórico.
Proceso de la declaración de Patrimonio
Mundial.
Esto constituye la culminación de un largo proceso, que tuvo un antecedente
decisivo cuando en 2004 las fortificaciones elvenses fueron propuestas en la
Lista Indicativa de Bienes Portugueses a Patrimonio Mundial, Cultural y Natural
de la UNESCO por la Comisión Nacional de Portugal. Para ello se hizo valer que
constituyen el mayor conjunto de fortificaciones abaluartadas terrestres del
mundo, con una extensión de 8 a 10 kilómetros, aparte de sus enormes explanadas,
sus glacis, y la ligazón entre el Forte de Santa Luzia, el Forte da Graça, los tres
fortines, así como el acueducto de Amoreira, infraestructura de gran trascendencia
logística.
Si el acueducto, construido entre 1537 y 1622, con más de 8 kilómetros de
longitud (y otros varios de ramales subsidiarios y acopios subterráneos), constituye
una de las obras de ingeniería más impresionantes del Portugal renacentista
(con directores de obra tan señalados como Francisco de Arruda), la
fortificación abaluartada sería la construcción culminante del genio artístico,
técnico, logístico y militar de la Edad Moderna. Iniciada por el jesuita João
Pascacio Cosmander en 1642 a instancias de D. João IV durante la Guerra de
Restauração, sería continuada por Gilot, Lassart y Nicolau Langres, culminando
en el siglo XVIII, en el Forte de Nossa Senhora da Graça, bajo las propuestas
del mariscal conde Lippe y la dirección de los ingenieros Valleré y Étienne.
Posteriormente, se reforzaría el conjunto con los fortines, dos flanqueando al
Forte de S. Luzia y el otro al lado del acueducto, donde se inicia el profundo
desnivel del valle que lleva a la Porta da Esquina.
Castillo y cercas medievales.
Pero la importancia de las fortificaciones de Elvas se remonta a tiempos
anteriores. Así, su imponente Castillo medieval data del reinado de D. Sancho
II, asentándose sobre una estructura musulmana con antecedentes en la Edad del
Hierro, de la que aún se conservan parte de las murallas. La ciudad fue tomada
a los moros -allí asentados desde el año 714- brevemente por D. Afonso
Henríques en 1166 y, tras nueva conquista musulmana, la asedia Sancho I en
1200. Su castillo -y población- no se tomaría definitivamente hasta el reinado
de D. Sancho II, culminándose su reedificación en 1228.
Torreones y matacanes del castillo se introdujeron en el reinado de D.
Dinis, y ya en los mandatos de D. João II y D. Manuel I (finales del siglo XV y
principios del XVI) se adaptó para la defensa artillera, al tiempo que adquiría
un carácter más residencial, integrándose en el conjunto abaluartado
seiscentista, como elemento de transición entre lo medieval y lo moderno.
A este legado monumental hay que unir la importancia de sus recintos
amurallados del medievo. Se conservan vestigios aún de las dos cercas
musulmanas que sucesivamente se construyeron a medida que se expandía la ciudad
desde lo alto del castillo. D. Fernando (1367-1383) la dotó de una tercera
cintura amurallada, reforzada por torres. Así, al iniciarse el siglo XVI,
ostentaba triple amurallamiento, veinte dos torres, once puertas y barbacana,
como podemos ver en el “Livro das Fortalezas” (1509) de Duarte de Armas.
Legado de la Edad Moderna.
Con los conflictos peninsulares de la Edad Moderna, el nuevo
amurallamiento, que une aportaciones holandeses y propiamente de las escuelas
portuguesas de ingenieros militares, adquirirá esa monumentalidad que hoy
contemplamos. No solo la Guerra de Restauração (1640-1668) ya mencionada, sino
la de Sucesión a la Corona española (1701-1714), la Guerra de las Naranjas
(1801) y las Guerras de la Invasión Napoleónica (1808-1814), llevarán a un
continuo perfeccionamiento y reforzamiento de lienzos, baluartes, medios
baluartes, obra coronada, revellines, fosos, glacis, defensas exteriores… que
forman ese impresionante conjunto monumental que afortunadamente hoy se puede
contemplar.
Pero esta actividad bélica generó también una actividad constructiva
interior extraordinaria ligada a las necesidades militares. Cuarteles de
alojamiento de tropa, caballerizas, polvorines, almacenes de intendencia,
cisternas, hospitales… serán construidos a lo largo de los siglos XVIII y XIX
para dar servicio a una guarnición que en muchas ocasiones doblaba en número a
la población civil, llegando a estar compuesta de más de 15.000 efectivos. De
ello queda un importante legado, que casi nos ha llegado íntegro, y del que destacan
el actual Museu Militar, antiguo cuartel que ocupó el Convento de Santo Domingos;
el Quartel do Trem, hoy Escuela Superior Agraria; la Casa das Barcas, ahora
Mercado Municipal, o el Hospital Militar, en la actualidad hotel de cuatro
estrellas.
Patrimonio religioso.
A este patrimonio militar hay que unirle un extraordinario legado
artístico monumental religioso, con sus veinte iglesias y seis conventos, que
tiene sus hitos fundamentales en:
La Iglesia de Santa María de Alcáçova, templo construido en el siglo XIII
a partir de una antigua mezquita musulmana, por debajo del castillo.
La Iglesia das Domínicas, junto a la primera cerca islámica, obra del
siglo XVI, de planta octogonal, completamente revestida de azulejos del siglo
XVII, frescos renacentistas y talla dorada.
La Iglesia de São Pedro, de 1227, edificada sobre parte de la segunda
cerca musulmana, con portal románico-gótico muy singular y poco frecuente en el
sur de la Península.
La Iglesia del convento de Santo Domingos, en el borde interior de la
muralla fernandina, con fachada barroca, valiosas tablas de la escuela
portuguesa del siglo XVI y azulejería
del XVIII; cabecera de gótico purísimo y excelente traza.
La Iglesia de Nostra Senhora da Assunção, ubicada “presidiendo” la Praça
da República (antigua Praça Real, construida a partir de 1517). Iniciada ese
año -en estilo manuelino- por Francisco de Arruda, sería Sé entre 1570 y 1881.
Posee extraordinarios altares barrocos de mármol y portentoso órgano del siglo
XVIII.
Otras más, como la Iglesia de S. Salvador, S. Juan de la Corujeira, la de
la Orden Terceira de S. Francisco, la de S. Lourenço, S. Martinho,
Misericordia, etc. completa el patrimonio, sobre el que se ha hecho en los
últimos años un gran esfuerzo de rehabilitación.
Otros elementos.
Con ello no acaba el rico patrimonio de esta histórica ciudad rayana,
marcada por los acontecimientos fronterizos, y a la postre enriquecida por
ellos, como legado de ese pasado convulso.
Y así, cuenta con una Picota (Pelourinho) manuelina. Situada en la
plazoleta de Santa Clara, delante de la Iglesia de las Domínicas y al lado de
la Porta do Templo, del periodo almohade.
Cuatro arcos en sus cercas medievales: Miradero, de Nostra Senhora da
Encarnação, del Reloj y del Obispo.
Espléndida Torre Fernandina, construida en el siglo XIV sobre la segunda
cerca islámica, musealizada.
Enorme sinagoga, con tres naves, cuatro tramos y cobertura soportada por
pilares octogonales, que pasó después a ser la Iglesia del Salvador y
posteriormente Açougue Público, manteniéndola ahora la Câmara Municipal como
almacén, que habría de poner en su valor original.
Interesante Cementerio de los Ingleses, al lado del mirador del castillo
medieval, donde yacen militares ingleses caídos en las batallas contra la
invasión napoleónica.
Un portentoso Coliseo, pabellón multiusos para 6.500 lugares sentados, donde
se celebran acontecimientos multitudinarios, desde “touradas” a actuaciones
musicales y pista de hielo. Una bien dotada Biblioteca Pública, abierta a
múltiples actos culturales. Museo Municipal de Fotografía. Museo de Arte
Contemporáneo. Diversas pistas de atletismo y campos de fútbol. Fuentes urbanas
ornamentales. Espaciosos jardines. Santuarios exteriores… Sin olvidar su oferta
comercial y gastronómica, que siempre han sido un reclamo importante en su
entorno y para los españoles de la vecina Extremadura.
En fin, todo un tesoro multiforme que convierte a esta ciudad, justamente
llamada “Chave do Reino” durante la Guerra de Restauração, en “Cofre de tesoros
monumentales” que todos debemos descubrir.