Del
castelo de Almourol a Peniche, pasando por Tomar, Batalha, Alcobaça, Nazaré y
Óbidos
DE NAZARÉ A PENICHE PASANDO POR ÓBIDOS (y III)
Moisés Cayetano Rosado
Al
lado mismo de Alcobaça, ligeramente al noroeste, tenemos al pueblecito pesquero
de Nazaré. Pocos lugares tan
sencillamente encantadores, con su larga playa de arena fina, en uno de
cuyos tramos secan al sol diferentes pescados en tenderetes rudimentarios, y
allí mismo los venden.
Desde
el paseo marítimo salen en perpendicular
calles estrechas, bien trazadas, por donde merece perderse. Buscar los pequeños
restaurantes de la población, donde tomar
berberechos, almejas y caldeirada de pescado resulta extraordinariamente
placentero; luego, comer unas castañas
asadas y unos altramuces,
terminando en un puesto de helados
en sus plazoletas, lo que resulta irresistiblemente tentador.
Desde
la playa, hacia el norte, vemos el
barrio de El Sitio, que parece un barco gigantesco de caliza elevado en
vertical, con la quilla expuesta en láminas gruesas de piedra compactada.
El Sitio es un lugar privilegiado para asomarse al borde del abismo y ver la playa
por donde acabamos de estar, así como deslumbrarnos al sol que se pone y llena
de brillos el horizonte.
Viajando
al sur, ligeramente apartado del mar, encontramos enseguida a Óbidos, una de las villas medievales más
atractivas de Portugal.
Su castillo, de los siglos XII y XIII,
culmina el morro de su orografía ascendente, a donde nos conducen calles casi
trazadas a cordel desde la entrada, con la suave curvatura a que obliga la
topografía.
Callejear
por Óbidos, descubrir y entrar en sus múltiples iglesias medievales y de
comienzos de la Edad Moderna, entre el bullicio
casi sempiterno de turistas, se hace placentero, y más si se toma en
algunos de sus múltiples bares una ginja
en taza de chocolate (también comestible). No hay que perderse tampoco sus
librerías y puestos artesanales, así como un recorrido por la muralla perimetral desde donde las vistas a los
alrededores son extraordinarias.
Y
extraordinarias también son las de Peniche,
enseguida al oeste, hacia el Atlántico, y sobre todo las de su Farol, enclavado en un paisaje rocoso de
piedra arenisca fosilizada, que se recorta altiva en el mar, creando
figuras caprichosas y abismos que sobrecogen.
Ya en
la población -a la que accedemos por una lengua de arena que nos deja
amplísimas playas a uno y otro lado-, hay que destacar su Fortaleza. De planta en estrella irregular, desafiando al mar que le
sirve de parapeto en el oeste, fue construida
en el siglo XVI, como defensa contra los ataques piratas ingleses,
franceses y berberiscos. Se proseguiría su ampliación
durante de Guerra de Restauração, bajo dirección del francés Nicolau de
Langres y después de João Tomaz Correia, tan importantes en todo Portugal
durante la Edad Moderna. Los invasores franceses lograron ocuparlo en 1807,
perfeccionando sus defensas, adquiriendo el soberbio porte que hoy en día
tiene.
Quizá
este Forte sea más especialmente conocido
por haber sido prisión salazarista (1930-1974) de máxima seguridad, lo que
no impidió que se efectuaran espectaculares fugas, como la del dirigente
comunista António Dias Lourenço en 1954, o la de otros dirigentes del PCP,
encabezados por su Secretario General, Alvaro Cunhal, en 1960. Hoy es un
magnífico Museo de la Memoria de aquellos terribles tiempos del salazarismo y
un lugar gratísimo para pasear, tanto en el interior como por sus alrededores.
Peniche,
además es una población encantadora, cuna de magníficos bordados en encaje de bolillos, y lugar idóneo para saborear
pescados y mariscos (cataplanas y caldeiradas sin rival…). Desde su puerto,
podemos tomar un barquito que nos acerque a las islas
Berlengas -a 10 kilómetros solamente-, paraíso de las gaviotas, que anidan
a millares en el mismo suelo que pisamos al pasear por ellas. Lo abrupto de las
rocas forma cavidades caprichosas, que podemos recorrer en pequeñas barquitas,
oyendo a los simpáticos barqueros locales, avezados pescadores que aprovechan
las esperas con sus cañas, siempre exitosas en la tarea de llenar la barbacoa.