PUBLICADO EL LIBRO El Portugal Salazarista frente a la Democracia (el asesinato de Humberto Delgado y sus implicaciones internacionales)
Un trabajo de la Imprenta de la Diputación de Badajoz, de 204 páginas, magníficamente impreso y encuadernado.
Y a continuación transcribo la introducción que hacen los editores de la publicación, resumiendo las ponencias presentadas y publicadas:
Introducción
Antonio Muñoz, Francisco
J. Rodríguez, Guillermo León
Con motivo de los
cincuenta años del asesinato del general Humberto
Delgado y su
compañera Arajaryr Campos, en marzo de 2015 se
celebró en Badajoz un
congreso internacional de historia sobre uno de
los miembros más
destacados de la oposición a la dictadura portuguesa,
quien fue víctima en
tierras españolas de un crimen de estado urdido
por la policía
política de Salazar. Entre los participantes de estas intensas
jornadas de reflexión
y debate se contaron algunos de los mayores
expertos en la
historia de las dictaduras ibéricas, de las relaciones entre
ellas, y de la propia
figura de Humberto Delgado. La calidad de las presentaciones
animó a los
organizadores del congreso a hacerlas accesibles
a un amplio público,
resultando la publicación que el lector tiene ahora
entre sus manos.
El libro se abre con
el ensayo Humberto Delgado, en la Historia y en
su
sitio, una brillante pieza de análisis histórico firmada por Hipólito
de la Torre Gómez, el
mayor especialista español sobre la sociedad y la
política portuguesas
contemporáneas. Acercarnos a la figura de Humberto
Delgado, señala de la
Torre, es hacerlo a los mitos fundacionales de
la democracia
portuguesa, al edificio simbólico de nueva planta que de
forma acelerada se
construyó sobre los escombros tanto de la dictadura
de Salazar como del
Imperio colonial, durante siglos columna vertebral
de la identidad
nacional lusa. El Humberto Delgado que es elevado a los
altares de los santos
laicos durante la Revolución de los Claveles dista
del hombre real cuyas
principales etapas vitales se trazan aquí con pinceladas
impresionistas. El
Delgado idealizado no es aquel joven cadete
que abomina del
parlamentarismo y se suma al movimiento militar que
liquida la I
República. Tampoco es el fiel servidor de Salazar que durante
la guerra mundial
cumple eficazmente la orden del dictador de
reforzar los lazos
con la emergente potencia americana para asegurar la
supervivencia del
Estado Novo tras la derrota del fascismo en Europa.
Ni siquiera el
opositor al ahora odiado líder máximo, contra el que se
lanza sin programa,
ni estrategia, ni estructuras, y cuyo individualismo
le hace perder poco a
poco el norte una vez perdidas las elecciones pre6
sidenciales,
convirtiéndose en presa fácil de la PIDE, que le atrae a su
trampa mortal en
Olivenza una fría tarde de febrero de 1965.
El Humberto Delgado a
quien el Portugal democrático rinde honores
una década más tarde,
el que da nombre a calles y plazas en todo
el país y el que
reposa para siempre entre los gruesos muros blancos
del Panteón Nacional
es otro menos complejo que el de carne y hueso.
Es apenas el “general
sin miedo”, el patriota que, en la mejor tradición
castrense lusa, se
alza cual Quijote contra un orden injusto que ahoga
las libertades y
frena el desarrollo de la nación. Es, en fin, ese hombre
de una pieza, sin
esquinas ni contradicciones, al que se presenta como
inspirador y hasta
pionero del movimiento de los capitanes que un luminoso
25 de Abril de eterna
memoria abrió las puertas de un futuro
prometedor al viejo
pueblo portugués.
Tomando como punto de
partida el debate parlamentario en 1988
sobre la propuesta de
ley para el traslado de los restos mortales de Humberto
Delgado al Panteón
Nacional, el capítulo de Filipa Raimundo y
António Costa Pinto Memória e Reparação das Vítimas do
“Estado Novo”
na
democracia Portuguesa expone las líneas maestras de las políticas
públicas
sobre el pasado
dictatorial desarrolladas en el país vecino desde
la Revolución. Por el
contraste con España, donde la Transición forjó
una democracia que
puso en sordina la reparación, siquiera simbólica,
a las víctimas del
franquismo, el texto resulta de especial interés para el
lector de este lado
de la raya. Raimundo y Costa Pinto señalan como uno
de los rasgos
definitorios de la política de la memoria en Portugal su
carácter consensual y
no polémico. El apoyo unánime a la iniciativa de
rendir a Humberto
Delgado el mayor honor que la República Portuguesa
concede a una persona
a título póstumo sería así no una excepción,
sino la norma. En
suma, reconocer a las víctimas del salazarismo está
fuera de discusión y
forma parte del código genético de la democracia
portuguesa.
Este consenso ha
favorecido una cierta continuidad de las políticas
de la memoria, si
bien el interés por promoverlas fuera menor entre los
gobiernos
conservadores, que tampoco escaparon a la tentación de blanquear
la dictadura. Más que
con los vaivenes de la mayoría parlamentaria,
la política de la
memoria evolucionó al ritmo de la propia sociedad portuguesa.
Tras la Revolución,
en que la prioridad de los militares al mando
fue purgar al Estado
de elementos fascistas y juzgar a los implicados en la
represión, los
primeros gobiernos constitucionales enfocaron la política
de memoria a
compensar a las víctimas y difundir entre la población el
conocimiento sobre el
Estado Novo. Una comisión de la verdad elaboró
estudios pioneros
sobre los presos políticos, la censura, la PIDE, etc. Más
adelante, la demanda
social hizo que el interés se centrase en la cuestión
de la tutela y el
acceso a los archivos de la dictadura. La consecuencia
fue un gran impulso a
los estudios históricos sobre el periodo. Ya en el
nuevo milenio, y en
línea con lo que ocurre en otros países, los relatos en
primera persona de
las víctimas han pasado a ocupar el protagonismo
en el debate sobre el
Estado Novo, impulsando una nueva faceta en las
políticas de la
memoria democrática en Portugal que camina, con menos
trabas que en España,
hacia su medio siglo de existencia.
Los capítulos de Juan
Carlos Jiménez Redondo y de Josep Sánchez
Cervelló iluminan las
dos caras de una misma realidad, la del desigual
combate entre las
dictaduras ibéricas y sus opositores. En el primero se
presta especial
atención a la cooperación establecida por los gobiernos
de Franco y Salazar
con el objetivo de controlar y reprimir a la disidencia.
El segundo, por su
parte, aborda la bastante menos eficaz colaboración
entre los movimientos
democráticos de Portugal y España, que solo en
momentos fugaces como
el protagonizado por Humberto Delgado en la
primavera de 1958,
parecieron capaces de poner en riesgo la estabilidad
de las respectivas
dictaduras.
Juan Carlos Jiménez
Redondo inicia su texto El franquismo y el asesinato
del
General Humberto Delgado describiendo los complejos mecanismos
de persecución
política del Estado Novo y poniendo con ello en
evidencia la
inconsistencia de una cierta corriente historiográfica condescendiente
con el alcance y la
profundidad de la represión salazarista.
A continuación,
repasa la colaboración entre los dos regímenes ibéricos,
iniciada en la guerra
civil y sellada durante la guerra mundial con la
creación de un
ampuloso “Bloque Ibérico”, concebido como instrumento
de auxilio mutuo en
un contexto internacional sumamente incierto. Pasa
entonces a analizar
la forma en la que los gobiernos de Madrid y Lisboa
afrontaron el peligro
de una reanimada agitación opositora al calor del
terremoto provocado
por Humberto Delgado al presentarse a las elecciones
presidenciales de
1958.
Tras narrar la
destitución del “general sin miedo” de todos sus cargos
y su forzado exilio,
se centra en el complot para asesinarlo, respondiendo
a varias preguntas
relacionadas no sólo con las circunstancias
del asesinato, sino
con las motivaciones que llevaron a Delgado a confiar
en un grupo sin
ninguna vinculación con la oposición y no sospechar
que se trataba de una
celada de la PIDE. Por último, Redondo apunta
sugerentes hipótesis
para responder a interrogantes aún sin resolver del
que en su día fue
llamado “crimen del siglo”, como la fecha exacta del
descubrimiento de los
cuerpos de Humberto Delgado y su compañera
Arajaryr Campos por
la policía española, el alcance de la misión que se
encomendó al comando
que ejecutó el doble asesinato, las responsabilidades
del gobierno de
Franco en el complot y, por último, quién dio en
Lisboa la orden del
asesinato.
El texto del Josep
Sánchez Cervelló, La oposición ibérica exilada para
acabar
con las dictaduras ibéricas, pone el foco sobre la poco conocida
colaboración
entre los movimientos
de oposición a los regímenes conservadores
más longevos de
Europa, y arroja luz sobre el relevante papel
jugado por Humberto
Delgado. Sustentado fundamentalmente en las
actas del gobierno de
la República Española en el exilio, y en la valiosa
correspondencia
cruzada entre su presidente, el general el Emilio Herrera
(1960-1962), y el
general Humberto Delgado, el ensayo analiza las
iniciativas
desplegadas por las plataformas de colaboración de los demócratas
ibéricos y muestra
sus escasos éxitos y sus muchos fracasos.
Atención especial
recibe el Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación
(DRIL), un grupo
guevarista partidario de la lucha armada nacido en
1959 de la fusión
entre el Frente Único Democrático Español y la Unión
de Combatientes
Españoles, y al que se unieron poco después destacados
activistas portugueses como Henrique Galvão y Humberto
Delgado. El
DRIL tendrá su
momento de gloria a comienzos de 1961 con la “Operación
Dulcinea”, el
secuestro de un trasatlántico portugués en el Caribe.
Aunque fracasaron en
su intención de llegar a Angola y poner de
su parte a las tropas
portuguesas, los Quijotes del DRIL lograron un
enorme éxito
propagandístico al despertar la conciencia de la comunidad
internacional sobre
la lucha de los demócratas ibéricos. La presión
externa sobre las
dictaduras de Franco y Salazar ya no dejará de crecer
a partir de entonces,
y a ello contribuirán organizaciones de la sociedad
civil como Amnistía
Internacional. Una institución impulsada por Peter
Benenson en Londres
en 1962, indignado por la noticia de que en Lisboa
dos estudiantes
habían sido encarcelados tras brindar por la libertad en
un bar. Sánchez
Cervelló describe otras iniciativas y acciones de colaboración
entre los opositores
ibéricos, en las que siempre los portugueses
se muestran más
audaces, quizá por estar libres de la traumática experiencia
de una sangrienta
guerra civil y por no haber conocido en su país
la brutal represión
que sí vivieron sus compañeros españoles.
Los
años sesenta en la Raya extremeño-alentejana: entre la pobreza, la represión
y la
emigración, de Moisés Cayetano Rosado, complementa bien
los capítulos previos
de Redondo y Cervelló. Si estos ofrecen una visión
desde arriba de la
fracasada lucha de una elite opositora a Franco y a
Salazar, el de
Cayetano Rosado brinda una mirada desde abajo de la
represión ejercida
por los regímenes sobre la gente común. Y lo hace
con guiños
comparativos entre Extremadura y el Alentejo, regiones hermanas
con numerosas
concomitancias históricas y donde se producen
conatos esporádicos
de rebeldía, sofocados aquí por la Guardia Civil,
allí por la Guardia
Nacional Republicana y la PIDE. Rastreando esas semejanzas,
Cayetano explora
obras literarias del siglo XX de ambos lados
de la raya. El grito
de protesta condensado en Jarapellejos de Felipe Trigo
reverbera con acordes
parecidos en Planície Heróica de Manuel Ribeiro.
También contrapone
pasajes del Levantado do Chão de Saramago con la
obra cumbre de
Patricio Chamizo, Paredes, un campesino extremeño. Y
encuentra relatos
comunes sobre ejércitos de jornaleros con hambre de
tierra, que
fluctúan entre la esperanza y la resignación a la mísera realidad
cotidiana. El
miedo a los terratenientes, lusos o españoles, atraviesa
como hilo rojo los
relatos de las vidas de estos hombres y mujeres del
campo. No extraña por
ello que la candidatura de Humberto Delgado a
las elecciones
presidenciales de 1958 se viviese en tierras alentejanas con
enormes deseos de
cambio que no se apagarían tras el fracaso electoral y
el exilio del “general
sin miedo”.
Cayetano Rosado
describe cómo la oposición liderada por el Partido
Comunista mantuvo la
llama de la esperanza en el Alentejo. El asalto al
cuartel de Beja en la
Nochevieja de 1961 dirigido por el capitán Varela
Gomes fue punto
álgido en el intento de derrocar a Salazar. El fracaso
de esta operación
militar no desalentó por completo a los sectores movilizados
en el Alentejo, que a
partir de entonces centraron su lucha en
la conquista de la
jornada laboral de ocho horas. La segunda parte del
capítulo arranca con
un final: la muerte en Olivenza del general Delgado.
Y concluye con la
descripción de la masiva emigración que desangró
las tierras del
Alentejo y Extremadura a partir de los años sesenta. La
sombra de aquel
trasvase migratorio es aún alargada.
La contribución de
Luís Nuno Rodrigues lleva por título As eleições
portuguesas de 1958 vistas pelo The New York Times. El texto analiza la
cobertura informativa
que ofreció uno de los diarios más influyentes
del mundo sobre el
proceso electoral portugués celebrado en junio de
1958. El trabajo está
estructurado en cuatro partes: una primera sobre el
anuncio de las
elecciones y la presentación de la candidatura del general
Humberto Delgado,
donde se señala que su figura era conocida en
los círculos
políticos estadounidenses, entre otras razones, por su activo
papel en el seno de
la OTAN. Un segundo apartado se centra en el seguimiento
que el rotativo
norteamericano hizo de la campaña electoral,
subrayando las medidas
represivas que empleó la dictadura durante
la misma, como el uso
de la fuerza, la censura, requisa de propaganda
electoral o
detenciones arbitrarias de colaboradores de la candidatura
liderada por Humberto
Delgado. Una tercera sección está dedicada al
análisis que hizo el
periódico sobre los resultados de los comicios, en los
que resultó perdedor
el general Delgado. La interpretación del rotativo
norteamericano fue
bastante crítica con el proceder del gobierno de la
dictadura portuguesa
durante el proceso electoral.
La última parte
aborda, por un lado, el tratamiento informativo
dado a la trayectoria
de Humberto Delgado después de las elecciones
y hasta su exilio a
Brasil. Y, por otro lado, aspectos relacionados con las
prácticas represivas
del régimen a lo largo del año siguiente, así como su
pérdida de apoyos
entre la jerarquía católica portuguesa.En suma, Nuno
Rodrigues desgrana el
tratamiento informativo y la interpretación de
uno de los diarios
más influyentes del mundo sobre unas elecciones que
desafiaron la
estabilidad de la dictadura salazarista, y cuya importancia
para Estados Unidos
residía, en gran medida, en el valor estratégico
que representaba
Portugal para la política exterior de Washington en
Europa. Firme aliado
de la OTAN, el país ibérico fortalecía el flanco sur
europeo de la Alianza
Atlántica en el marco de la Guerra Fría.
El capítulo de
Umberto Berlenghini Italia y Portugal: la sutil línea
negra
se ocupa de uno de los aspectos menos conocidos del complot de la
PIDE contra el
general Humberto Delgado, el de su vertiente internacional.
En concreto,
Berlenghini estudia el papel clave jugado por algunos
elementos de la
ultraderecha en Italia, que convencieron a Delgado de
que viajara a Badajoz
a una supuesta cita con opositores a Salazar. Al
calor de las
investigaciones y el debate público en torno a esta trama
italiana de la “Operação
Outono”, en los primeros años setenta la RAI
realizó en tierras
pacenses un reportaje sobre Humberto Delgado. Se
trata de un
documento de enorme valor histórico, que por primera vez
se pudo ver en
España durante el congreso que celebramos en Badajoz
en 2015. El inicio
de la cinta es fulgurante, con imágenes del cementerio
de Villanueva del
Fresno y un primer plano de la pequeña tumba donde
descansaron los
restos del general hasta su traslado a Lisboa en 1975. Siguen
planos de las
calles de Badajoz, las mismas por las que muy pocos
años antes Humberto
Delgado diera sus últimos pasos en libertad. . Giuliano
Vassalli, abogado
de la familia Delgado en Italia y futuro ministro
de Justicia,
explica las investigaciones que se llevan a cabo en su país
sobre el asesinato;
el líder del Frente de Liberación Nacional portugués
en Argel recuerda
otros crímenes políticos de Salazar; el camarero del
Hotel Simancas de
Badajoz cuenta detalles de la estancia de Delgado y
su compañera antes
de acudir a la cita con quienes creían compañeros y
resultaron ser sus
verdugos.
Partiendo de esa
rica pieza documental, Berlenghini trata de arrojar
luz sobre las sombras
todavía existentes. Para ello ahonda en las vidas
de dos personajes
reales, pero que bien pudieran ser protagonistas de
ficción, entre la dolce
vita y lo detectivesco. El primero, Ernesto Maria Bisogno,
cuyas simpatías
fascistas se mantuvieron intactas desde los días
de la II Guerra
Mundial cuando, apenas adolescente, colaboró con los
ocupantes alemanes de
su Roma natal. El segundo, Mario de Carvalho,
excéntrico portugués
expatriado en Italia que siguiendo las indicaciones
de la PIDE se granjeó
la confianza de Humberto Delgado persuadiéndole
para que viajase a
Badajoz y cayera así en la trampa de la policía
salazarista. Por el
texto desfilan también otros neofascistas italianos que
colaboraron con el
Estado Novo hasta el final.
El capítulo que
cierra el libro, “Não se fez Justiça!”. O caso Delgado
em
Portugal, está firmado por el nieto del “general sin miedo”. Frederico
Delgado Rosa es autor
de una enciclopédica biografía sobre su abuelo,
fruto de más de un
lustro de minuciosas pesquisas en diversos países,
y coautor del guión
de la película “Operação Outono”, . Con su intensa
dedicación a la
investigación y a la difusión de la figura de su ilustre antepasado,
Delgado Rosa no
persigue solo, ni principalmente, rendir homenaje
al abuelo que nunca
conoció, sino sobre todo contribuir a fijar en el
imaginario colectivo
de sus compatriotas la verdad histórica en torno a su
asesinato por parte
del régimen de Salazar. Una verdad que no resplandeció
como todos los demócratas
esperaban con la llegada de la libertad
a Portugal, cuando se
celebró un desgraciado juicio al que se conocería
como “la segunda
muerte de Humberto Delgado”. El texto de Delgado
Rosa se dedica
precisamente a desentrañar ese proceso judicial, doloroso
y humillante para su
familia, que pone de manifiesto cómo la reparación
a las víctimas del
salazarismo no fue un proceso libre de espinas.
Días después del
golpe militar que puso fin al Estado Novo, se presentó
una denuncia contra
los asesinos de Humberto Delgado. Echó así
a andar el mecanismo
que llevó a la apertura de juicio en el Tribunal Militar
de Lisboa contra diez
miembros de la PIDE. La expectación dentro
y fuera del país fue
grande. Se habló incluso de un Juicio de Nuremberg
a la portuguesa, que
sacaría a la luz toda la miseria del salazarismo. Ocurrió
sin embargo todo lo
contario. La larguísima instrucción del caso ya
hizo temer lo peor.
Su responsable fue un juez conocido por favorecer a
los antiguos miembros
de la PIDE. Al final, solo tres de los diez acusados
se sentaron en el
banquillo. Los otros siete habían conseguido huir de
Portugal después del
25 de abril. La táctica de los acusados fue hacer
recaer toda la
responsabilidad en uno de los prófugos conocido por su
brutalidad.
Aferrándose a una de las tergiversaciones de la propaganda
salazarista, los
acusados sostuvieron que la intención de la operación
policial no había
sido matar a Humberto Delgado, sino apenas raptarlo
y llevarlo a Portugal
para juzgarlo allí. Contra todas las evidencias presentadas
por la acusación
particular y el fiscal, el juez dio credibilidad
a la versión de los
PIDE, que no solo les exoneraba a ellos sino a los
responsables
políticos de aquel crimen de estado.
Esta lamentable
resolución judicial no hizo justicia a la memoria de
Humberto Delgado. Sin
embargo, a partir de entonces y gracias a la labor
de los sucesivos
gobiernos de Lisboa y de la propia sociedad civil portuguesa,
el papel histórico
del “general sin miedo” nunca ha dejado de ser
reivindicado en el
país vecino. Este impulso encuentra ahora eco a este
lado de la frontera,
con iniciativas como la promovida por la Asociación
para la Recuperación
de la Memoria Histórica de Extremadura para que
Badajoz dedique un
espacio público a Humberto Delgado y a Arajaryr
Campos. Tras recabar
numerosas adhesiones a ambos lados de la raya,
la propuesta fue
elevada al Ayuntamiento de Badajoz, que aprobó con el
apoyo de todos los
grupos políticos representados dedicar a Humberto
Delgado y Arajaryr
Campos una avenida o plaza de la ciudad, aún por
determinar. De esta
forma, Badajoz se convierte en la primera ciudad
española que rinde de
manera perdurable y conjunta, un justo homenaje
al “general sin miedo”
y a su valiente compañera (no pocas veces injustamente
olvidada en esta
triste página de la historia), como iconos de la
lucha por la
democracia en tierras ibéricas. Los nombres de Humberto
Delgado y Arajaryr
Campos estarán así para siempre vinculados a Badajoz,
donde pasaron sus últimos
momentos en libertad.
Esta publicación no
hubiera visto la luz sin el apoyo de diversas
instituciones a las
que los organizadores desean expresan su agradecimiento:
Área de Cultura y
Deporte de la Diputación de Badajoz; Centro
Asociado UNED-Mérida-Badajoz; Instituto de Ciências
Sociais da Universidade
de Lisboa;
Ayuntamiento de Villanueva del Fresno; Asociación
para la Recuperación
de la Memoria Histórica de Extremadura; y
Grupo de Estudios de Historia Contemporánea de Extremadura.
En su momento, daremos cuenta de los actos de presentación pública del libro, que será distribuido por el Área de Cultura de la Diputación de Badajoz.